“Chalecos Amarillos” en Francia

El Futuro del Movimiento de Masas Debe Ser el Comunismo

“Unidos el Cambio es Posible”

El movimiento francés “gilets jaunes” (Chalecos Amarillos) que comenzó en noviembre todavía sigue fuerte. El sábado 9 de marzo, decenas de miles de manifestantes en todo el país se pusieron chaquetas amarillas de seguridad y salieron a las calles.

Marcharon en París, Rennes, Lyon, Toulouse, Mulhouse y muchas otras ciudades. Todo esto ante las continuas amenazas de ataques de la policía con granadas, gases lacrimógenos y balas de hule. Cientos de Chalecos Amarillos han sido heridos y varios han perdido manos y ojos.

El movimiento comenzó cuando el gobierno impuso otro impuesto más al combustible diesel, usado por la gente trabajadora para transportarse al trabajo. Este impuesto fue la gota que derramó el vaso. Pronto, cientos de miles de trabajadores y personas en la economía informal protestaban y se tomaban rotondas (redondeles). La policía los atacó en París y las imágenes de los combates callejeros dieron la vuelta al mundo.

Los medios de comunicación han tratado de difamar a los manifestantes como neonazis y antisemitas. Alain Finkielkraut, un llamado “filósofo”, se presentó en las márgenes de una marcha de los Chalecos Amarillos el 17 de febrero. Es un partidario fanático de Israel y un rabioso islamófobo que dice que la civilización europea está amenazada por la inmigración musulmana.

Naturalmente, atrajo la atención y la prensa dice que fue victima de “abuso antisemita”. Esto es una mentira. El video muestra a los manifestantes llamándolo “racista” y un “sionista sucio”. Lo que es absolutamente cierto, es que él es un sionista a rajatabla, partidario del régimen del apartheid israelí. La presencia de Finkielkraut era obviamente algo prefabricado. Incluso llegó un equipo de camarógrafos.

Los Chalecos Amarillos tienen largas listas de demandas, la mayoría dirigidas contra la austeridad, pero claramente están buscando una alternativa.

La alternativa que necesitan es el comunismo. Bajo el comunismo no habrá dinero ni riqueza y, en particular, no habrá impuestos. Tampoco habrá salarios, por lo tanto los trabajadores no tendrán que verse a estirar el dinero a fines de mes. (Muchos de los Chalecos Amarillos reportan que se quedan sin dinero y pasan hambre esperando el próximo día de pago).

Pero el poder ideológico del capitalismo es tan poderoso que incluso los rebeldes Chalecos Amarillos rara vez consideran el comunismo. En cambio, hay una presión constante para involucrarse en la política electoral. Esto toma la forma de postular candidatos en las elecciones europeas (en mayo) o hacer campaña para el RIC, un esquema para gobernar mediante referendos.

Los Chalecos Amarillos (a diferencia del movimiento sindical) en realidad ganaron algunas concesiones: les quitaron el impuesto al diesel y les aumentaron el salario mínimo.

Pero la verdadera pregunta no es “¿cómo podemos ganar concesiones”, sino “cómo podemos poner fin de una vez por todas a la pobreza y la austeridad?”

El comunismo es la única manera. Tenemos que abolir el capitalismo, y luego pasar a una sociedad liberada donde los trabajadores no teman el fin de mes.

Un movimiento de masas como el de los Chalecos Amarillos nunca hará eso, no importa cuán bien organizado esté. Desde 1848, al menos, el capitalismo ha visto muchos movimientos, algunos que duran más que otros, algunos más exitosos que otros. Ejemplos son los movimientos sindicales de los años 30, el de los Derechos Civiles y los movimientos antiimperialistas de los años 60, Anti-Apartheid y Ocupar Wall Street.

Los movimientos más exitosos ganaron algunas concesiones. Pero o bien las concesiones no duraron, o a la larga los males que combatían (la guerra, el racismo) adoptaron nuevas y diferentes formas. Los movimientos, no importa cuán masivos o militantes sean, no pueden cambiar el capitalismo permanentemente.

En el pasado los comunistas (y otros) pusieron gran fe en estos movimientos. Los comunistas ponen repetidamente grandes esfuerzos para promoverlos. Después de mediados de los años treinta, la posición oficial comunista no promulgaba el comunismo por temor a distraer al movimiento de masas.

Eventualmente, e inevitablemente, los movimientos perdieron fuerza, y los comunistas al final tuvieron poco que mostrar por todos sus esfuerzos. Incluso cuando estos movimientos ganaron concesiones, no lograron promover una comprensión masiva de la necesidad y la posibilidad del comunismo. O bien promovieron el reformismo o construyeron el cinismo o ambas cosas.

El PCOI está decidido a no repetir este error. Participamos en movimientos como el de los Chalecos Amarillos con la perspectiva de que (como dijeran Marx y Engels en el Manifiesto Comunista) “en el movimiento del presente” representamos y salvaguardamos el futuro de ese movimiento”. Ese futuro es el comunismo.

Primera página de esta edición

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