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En 1970, Salvador Allende Gossens llega al poder con la bandera del partido Unidad Popular. Allende tenia convicciones socialistas, detrás de él había una movilización masiva de obreros, estudiantes y campesinos de todo el país. La izquierda se había unido en un solo bloque, con el fin de que el gobierno de Allende sea “un gobierno revolucionario y popular que abrirá el camino hacia el socialismo”. Todo esto sin una revolución armada.
Desde los inicios de su gobierno, los patrones no iban a permitir ni la más mínima reforma que Allende pudiera hacer. Los grupos radicales de derecha, con la ayuda de los Estados Unidos perpetuaron tres atentados para evitar que Allende tomara posesión de su cargo, uno de ellos,  fue el asesinato del Comandante en Jefe del Ejército, René Schneider. Todo esto para generar un ambiente en el que sea necesaria una intervención militar.
El 11 de septiembre de 1973. Militares golpistas, financiados por la CIA y por burgueses chilenos, derrocaron el gobierno de Allende. Luego vino una dictadura por más de 17 años de Agusto Pinochet. Una dictadura que asesino, torturo y desapareció a más de 40, 000 chilenos.
El movimiento izquierdista, durante el gobierno Allendista, dejo a un lado la preparación militar de sus bases obreras. A pesar de que incluso el viejo movimiento comunista en Chile llamo a las armas el 11 de septiembre, la poca preparación y trabajo masivo, hizo que solo 200 personas estuvieran dispuestas a pelear. A pesar de tener uno de los partidos más grande de América Latina, no movilizaron a las masas para el comunismo desde un inicio. Consecuencia de esto fue el golpe de estado y la débil respuesta de parte del movimiento.  El Partido Comunista Obrero Internacional debe luchar directamente por el Comunismo mediante una revolución armada, confiando en la capacidad que tiene la clase trabajadora para luchar por un mundo mejor.
Los partidos izquierdistas se enfrentaban con el resultado de su confianza e ilusión de una revolución sin armas. Incluso, los grupos armados como el MIR, con una línea marxista, carecía de un movimiento masivo dentro de la clase obrera. Esta es una lección fundamental para nuestro partido.
Al final de la guerra fría la política en América Latina tomo un giro diferente.  Se acabarían las dictaduras militares, represivas y asesinas de una forma directa. Buscarían nuevos rostros para enmascarar la crueldad capitalista. Esto se reflejó en Chile. En 1988, por presiones de algunos organismos internacionales, la dictadura chilena llama a un plebiscito. Donde los chilenos elegirían entre el Sí y el No. El Sí significaba que Pinochet seguiría siendo presidente. El NO significaba que Pinochet dejaría el gobierno en 1990 y se convocarían a elecciones luego de 17 años de Pinochetismo.
La dictadura nunca pudo imaginar el impacto que la campaña publicitaria del NO podía tener. Todos los partidos liberales e izquierdistas, se unieron en una lucha por el NO. Un camino que unía a diferentes sectores ideológicos simplemente para acabar con Pinochet, pero que beneficiaría al capitalismo para darle una ilusión de victoria al pueblo chileno luego de la dictadura. Nos quitan las cosas esenciales, que el respeto a nuestras vidas, y luego lo miramos como una victoria.
El NO gano el plebiscito, la era Pinochet ha llegado a su fin. Sin embargo, al igual que en El Salvador, acabar con una dictadura militar no supone que todos los problemas se solucionaron o se pueden solucionar. Hemos visto en los últimos años como miles de maestros, estudiantes y mineros han salido a luchar a las calles. Todo esto es una muestra más que el obrero no tiene que luchar por una reforma, por una ley, por un plebiscito, tenemos que construir un movimiento masivo para una revolución comunista armada.  Mientras exista el capitalismo, el movimiento de la clase trabajadora para destruirlo será constante.