¡Luchemos por el Comunismo! |
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SEATTLE, EE.UU. – Con ojos soñolientos comenzamos nuestra temprana reunión de la cuadrilla. El tema era “la nueva cultura de seguridad.” La mayoría ya había escuchado esta clase de presentaciones. Todo iba como de costumbre hasta que los patrones empezaron a justificar su enfoque de culpar a los obreros invocando la teoría desacreditada de “Ventanas Rotas”. Entonces se armó la discusión.
Ventanas Rotas es una de las teorías más racistas que el mundo académico capitalista haya inventado para culpar a las víctimas. Afirma que si una casa de una cuadra tiene una ventana rota, todo el vecindario se deteriorará.
Por supuesto, nunca presentaron evidencias para corroborar esto. Pero, ¿quién necesita evidencia cuando puedes culpar a los trabajadores - especialmente a los negros y latinos?
El departamento de policía de Nueva York fue el primero en poner esta teoría en la práctica. Rápidamente se transformó en el infame programa de detener-y-esculcar. Trabajadores latinos y negros fueron acosados rutinariamente por ninguna otra razón que por el capricho (racista) de un policía local. (La justificación: No vas a querer que todo el vecindario se vaya a la ruina sencillamente porque algún malhechor podría comportarse mal en la calle) Con demasiada frecuencia, el resultado final, fue un asesinato racista por parte de la policía.
El jefe de nuestra cuadrilla repitió lo que había oído en una reunión más grande de supervisores, “¿Y que si hay una pandilla saltando los torniquetes del metro para no pagar? Entonces todo el mundo haría lo mismo y la gente ya no pagaría la tarifa”. Más tarde admitió que no tenía en mente una pandilla de jóvenes blancos. Y además, ¿por qué tener tarifas?
En el comunismo proveeremos colectivamente el transporte que necesitamos. No habrá más policías de tránsito o cajeros para cobrar tarifas. ¡Después de eliminar esos empleos, esas personas podrán realmente ayudar a la gente a llegar adónde van!
Los conductores de autobús, libres de la tarea desagradable de exigir la tarifa, podrán concentrarse en llevar a sus pasajeros sanos y salvos a sus destinos.
Ya que hablamos de vecindarios, rediseñaríamos las viviendas. Las ventanas rotas ya no serian la responsabilidad del dueño de una casa. Diseñaríamos, construiríamos y repararíamos las viviendas colectivamente.
“En 2008 los bancos ejecutaron la hipoteca en por lo menos 3 millones de hogares”, comentó un trabajador airado. “¿Quién es responsable de todas las ventanas rotas en esos edificios abandonados? ¡Y los bancos obtuvieron miles de millones por realmente destruir vecindarios enteros!”
Los trabajadores son la solución, no el problema
Cuando los patrones hablan de una cultura de seguridad, nos están señalando a nosotros. Los trabajadores son culpables de tomar atajos peligrosos y hacer caso omiso de las violaciones de seguridad. La necesidad de los patrones de acumular más ganancias ni siquiera se menciona.
Según el prejuicio anti-obrero del capitalismo una manzana podrida pudre a las demás. Los comunistas tenemos mucha más confianza en la clase obrera.
No sufriremos más culturas y leyes que culpen a otros trabajadores. Con demasiada frecuencia, esta culpa recae sobre los trabajadores negros o latinos, musulmanes o inmigrantes.
Por lo tanto, las amenazas y los castigos son la columna vertebral de las relaciones sociales capitalistas. Esto es lo opuesto de la práctica social comunista.
La lucha camaraderil por los principios comunistas será nuestra práctica. Millones se convertirán en expertos en decidir las cosas colectivamente. El poder y el potencial de las masas no será algo que temer (como lo hacen los patrones y sus voceros académicos); será nuestra gran fuente de fortaleza.
Las masas movilizadas con la colectividad comunista garantizarán nuestra seguridad. La confianza que mutuamente forjemos entre nosotros durante este proceso enterrará las teorías racistas como “ventanas rotas”.