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Dic. 2014.- En un mundo lleno de disputas por negocios (mercados y fuentes de materias primas) se anunció el romance entre “la dictadura y el imperio”, tras 18 meses de noviazgo “en lo oscurito”, con la bendición del Papa Francisco.
Raúl Castro ha aceptado la invitación de Panamá a la Cumbre de la Américas 2015, patrocinada por la OEA de la que Cuba fue proscrita en 1962, (aunque las sanciones fueron levantadas en 2009, rehusándose Cuba a volver al “ministerio colonial”).
La crisis capitalista en Venezuela, y la incapacidad de Rusia de seguir subvencionando el capitalismo estatal en Cuba, la preferencia de los capitalistas chinos a invertir en economías menos riesgosas y más rentables (como el canal en Nicaragua), han influido en este acercamiento.
Para los capitalistas USA, Cuba por si sola no representa amenaza alguna y desde hace años han sido su principal suministrador de granos, a pesar del inútil embargo impuesto en 1960, “negocios son negocios…”. Hace unos meses se flexibilizaron los requisitos para salir de la isla y no se dio una emigración masiva como algunos esperaban.
Sin embargo, debido a la cada vez más aguda rivalidad inter-imperialista, con Rusia y China acrecentando sus relaciones políticas, comerciales, y militares en América Latina, Cuba se vuelve nuevamente para EEUU y estos imperialistas un hueso de contienda por su posición geográfica estratégica (ver articulo Pág. 8)
En 1959, tras levantamientos armados y huelgas masivas, contra la dictadura de F. Batista, el “movimiento 26 de julio” desplazando a competidores y colaborando con otros, como el pro-soviético Partido Socialista de Cuba establecieron una república capitalista, y buscaron el reconocimiento y apoyo de los imperialistas USA, los cuales sin embargo, intentaron imponerles condiciones que los cubanos consideraron inadmisibles.
Los colaboradores pro soviéticos enlazaron entonces con la URSS, ya entonces una potencia capitalista estatizada, y el gobierno cubano declaró en 1960 su adhesión al “comunismo” soviético, perorando “antiimperialismo”. Una aversión hacia el imperialismo USA por los trabajadores alrededor del mundo cubrió a Cuba de una aureola revolucionaria, mítica, incrementada por la aventura de Che Guevara en Bolivia.
Pero nunca fue comunismo, no eliminó el trabajo asalariado sino que el gobierno se convirtió en el patrón capitalista pagando los salarios. Siguiendo el modelo soviético, el gobierno cubano creyó y difundió que estatizando las empresas era el primer paso (socialismo) hacia el comunismo, hacia la eliminación de la apropiación privada de lo producido, pero como en la URSS y China, los gobernantes se apropiaban y disfrutaban del valor producido más allá de lo que retribuían a los trabajadores a través del salario. A finales del siglo XX la revista Forbes presentó a Fidel Castro como uno de los más ricos del mundo, él replicó que no tenía propiedades. Pero los títulos de propiedad no son indispensables para disfrutar de la riqueza producida por los trabajadores.
Administrando la riqueza el gobierno cubano estableció un sistema de seguridad social mejor que el del capitalista “Estado de bienestar” (welfare state), acabó con el analfabetismo y forjó un sistema médico ejemplar, según estándar capitalistas, basado en médicos “expertos”.
Sus agoreros alrededor del mundo presentaban eso como logros del comunismo, pero el comunismo es en primer lugar la eliminación de la explotación, del uso de la fuerza de trabajo obrera por los capitalistas, acabar las relación mercantiles, la compra-venta, por lo tanto el dinero y los salarios. La expropiación de las fábricas y latifundios pasando a ser propiedad del Estado sólo produjo un capitalismo estatal, los gobernantes se apropian del plus valor.
Se justificaban con explicaciones de Marx, de que el comunismo en su fase inicial no eliminaría la injusticia del derecho burgués del pago según el trabajo y de que sólo en una etapa superior cada cual aportaría según su capacidad y recibiría según su necesidad.
Sin embargo las masas movilizadas por el comunismo compartirán la escasez y abundancia. Al acabar con la burguesía desaparecerá el proletariado “la clase de los asalariados” y los trabajadores produciremos asociados libremente en base a un plan.
Nada sobre el cambio de las relaciones entre EE.UU. y Cuba ayudará a la clase trabajadora que aun necesita librarse de capitalismo en la misma isla para lo cual necesita unirse a nuestro esfuerzo de emancipación en el PCOI.
La diplomacia cubana de Obama compagina con las necesidades de sus amos imperialistas. Estas son, a corto plazo, frenar el declive de su imperio global; a largo plazo, recuperar su lugar de perro imperialista número uno del mundo. Esto sólo puede lograrlo mediante la guerra, guerra mundial.
Esta guerra ya se vislumbra en el horizonte. El Instituto de Estudios Estratégicos (IEE) del Colegio de Guerra de EE.UU. lo afirma crudamente: “El ascenso de China y su proyección en el escenario mundial, junto con la cada vez más audaz reafirmación rusa de sus ambiciones imperiales, aumenta la posibilidad indeseable de un serio conflicto entre EE.UU., y uno o ambos de estos actores”.
El artículo del IEE añade: “Es impensable que un poder con lazos políticos, económicos y militares mundiales, como Rusia o China, le permita a EE.UU. participar en su propia región, sin llevar la guerra al ‘traspatio’ de EE.UU.”. Por lo tanto, es imperativo que EE.UU. salvaguarde su “traspatio”, sobre todo México, América Central y el Caribe.
Cuba es crucial. Es estratégicamente importante para EE.UU. desde que comprara a Francia en 1803 el territorio de Louisiana. El sistema de ríos del Mississippi y el puerto de Nueva Orleans les permitieron a los agricultores de EE.UU. enviar su grano a Europa. Este comercio fue fundamental para el ascenso del imperialismo de EE.UU. Ocupa un segundo lugar, después de la trata de esclavos y las riquezas generadas por ellos, en permitirles a los patrones de EEUU acumular el capital necesario para su rápida y masiva industrialización.
Para proteger esto, EE.UU. necesitaba controlar el Golfo de México, los territorios adyacentes y los cuellos de botella en el Atlántico que yacen entre Cuba y Florida, y entre Cuba y México (ver mapa). EE.UU. combatió la marina británica en Nueva Orleans durante la guerra de 1812, para defender esta y otras rutas comerciales. Con la derrota de los británicos en esa guerra, y los franceses derrotados en Haití y vendiendo su territorios en el continente norteamericano, el único rival europeo que quedaba era España.
Era imprescindible arrebatarle la Florida y Cuba a España. Bajo presión, España le cedió la Florida a EE.UU. en 1819. Pero, su control total sólo fue posible después de que los patrones de EE.UU. libraran tres guerras genocidas (1816-1858) contra los Seminole (indios nativos y esclavos afro-americanos escapados) que vivían en la Florida.
Cuba, sin embargo, permaneció en manos españolas. Aunque España era débil y no era amenaza, si una potencia hostil capturara Cuba, podría imponer un bloqueo casi inexpugnable a los puertos de EE.UU. en el Golfo de México, paralizando la economía de EE.UU.. Patrones de EE.UU. tenían que eliminar esta amenaza.
En 1898, el Maine, un buque de guerra de EE.UU., explotó “misteriosamente” en el puerto de La Habana, muriendo casi tres cuartas partes de su tripulación. EE.UU. culpó a España, y le declaró la guerra. Cuando esta terminó, Cuba estaba firmemente en manos estadounidenses y las rutas de Nueva Orleans al Atlántico estaban seguras…hasta el ascenso de Fidel Castro en 1959.
La era soviética. Cuando Fidel nacionalizó mil millones de dólares en propiedades de EE.UU. y comenzó a coquetear con el imperialismo soviético, los patrones de EE.UU. organizaron en 1961 la invasión de Playa Girón para derrocarlo. Fracasaron miserablemente, empujando a Fidel aún más hacia los brazos de los imperialistas rusos.
Cuando los patrones rusos comenzaron a construir bases allí para misiles nucleares, los patrones de EEUU bloquearon Cuba en 1962 llevando al mundo al borde de la guerra nuclear.
Terminó con los EEUU prometiendo nunca invadir Cuba, y los soviéticos prometiendo retirar sus misiles. Con el colapso de la Unión Soviética en 1991, el imperialismo ruso se retiró de Cuba.
La agudizante rivalidad interimperialista obliga a EEUU renovar sus esfuerzos por controlar Cuba. Respondiendo a las sanciones económicas impuestas debido a Ucrania, Rusia se está moviendo más agresivamente hacia América Latina. Está negociando con Cuba, Nicaragua y Venezuela el establecimiento de bases de reabastecimiento para sus buques de guerra y sus bombarderos estratégicos de largo alcance.
Rusia también ha firmado acuerdos con Cuba para conjuntamente extraer petróleo en el Golfo de México. Rusia es firmante, junto con China y Nicaragua, del acuerdo para la construcción del Gran Canal Interoceánico en Nicaragua. En esto, el papel principal de Rusia será militar: custodiar su construcción contra posibles actos de agresión. Para ello, los buques y aviones de guerra rusos estarán presentes en Nicaragua, hasta junio de este año, patrullando las costas nicaragüenses en el Océano Pacífico y Mar Caribe.
Cuba está una vez más en el ojo de la tormenta. La meta de la diplomacia cubana de Obama es reafirmar el control absoluto del imperialismo de EE.UU. sobre Cuba, América Central y el Caribe. Obama habla de reabrir la embajada de EE.UU. y facilitarles a cientos de miles de cubano-norteamericanos viajar y establecer negocios en Cuba.
Los patrones de EE.UU. esperan usar a estos cubanos-norteamericanos para organizar una “revolución de color”, patrocinada por EE.UU. como hicieron en Ucrania. ¿Impensable? “La Prensa Asociada reveló recientemente que en 2009 EE.UU. administró un programa que enviaba jóvenes latinoamericanos a Cuba con ‘esperanzas de fomentar rebeliones’”. (Newsweek, 8/12/14)
La historia del capitalismo-imperialismo es una de guerras, cada vez más mortales, por imperio y ganancias. Para acabar para siempre con ambos, debemos destruirlos con una revolución comunista y construir un mundo comunista basado en producir para satisfacer las necesidades humanas, no para enriquecer a un puñado de capitalistas-imperialistas.