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Agua Envenenada en Flint Michigan:

Solo el Comunismo Puede Darle Prioridad a la Salud Obrera

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Agua. Una de las necesidades de la vida. Sin embargo, en EEUU capitalista, no se garantiza el agua potable. En Flint, Michigan, hogar de muchos de los obreros automotrices desempleados, las familias tienen más de un año de beber agua contaminada. En esta ciudad mayormente negra, químicas tóxicas y bacterias contaminaron el agua potable. Diez personas han muerto de la Enfermedad del Legionario. Los niños tienen niveles elevados de plomo. En 2014, miles de familias en la vecina Detroit tenían su servicio de agua cortada porque no podían pagar por ella.

O las ganancias o las vidas de los trabajadores
Esta es la consecuencia inevitable de una sociedad donde las vidas de los trabajadores sólo tienen valor si crean ganancias para algún capitalista. Luchamos por el comunismo, una sociedad organizada para satisfacer las necesidades de los trabajadores. Eso necesitará una revolución. No tendremos abundancia de inmediato cuando tomemos el poder. Bien podremos estar construyendo el  comunismo en las secuelas de la guerra. Plantas de tratamiento de agua pueden haber sido destruidas. El agua potable podría ser muy escasa. Pero vamos a construir una nueva sociedad basada en los principios comunistas, de cada uno según su compromiso; a cada uno según sus necesidades. Aboliremos el dinero. Y trabajaremos juntos para proporcionar las necesidades básicas mientras luchamos para expandir la revolución en todo el mundo, hasta que todas nuestras hermanas y hermanos de clase estén libres del yugo capitalista.

Flint: el auge y caída del capitalismo de EEUU
Como muchos lugares a nivel mundial donde nuestros hermanos y hermanas de clase están muriéndose por falta de agua potable, en Flint, la  crisis es causada por el racismo, la opresión de clase, y las ganancias.
En el siglo 20, la fábrica General Motors en Flint fue una de las más grandes, creando las súper ganancias para unos de los capitalistas más grandes del mundo. Fue el lugar de la huelga  combativa de brazos caídos de 1937, que unificó a obreros blancos, negros e inmigrantes para construir los sindicatos industriales en EE.UU. Para la década de 1960, 80.000 personas trabajaban allí.
En la década de 1980, GM despidió a todos esos trabajadores excepto 5.000, parte de despidos masivos a nivel nacional. Los capitalistas estadounidenses, obligados a competir con sus rivales imperialistas, cerraron las fábricas donde la unidad obrera y la lucha por reformas habían logrado algunos beneficios temporales. Trasladaron la  producción a zonas donde el racismo les permitió sacar superganancias, especialmente en México y el Sur de EEUU.
A la vez, el 10% de los hogares estadounidenses aumentaron su tajada de la riqueza del país, del 68% en 1983 al 73% en 2007. Los obreros que habían producido esa riqueza fueron arrojados a la calle. Los barrios obreros declinaron a los obreros desempleados por no poder pagar la renta; las ciudades no podían recaudar impuestos. Las carreteras y los puentes comenzaron a desmoronarse.
En 2014, el gobernador de Michigan nombró a un administrador de emergencia para Flint. Éste decidió que para ahorrar dinero, Flint dejaría de comprar el agua de la ciudad cercana de Detroit, y comenzaría a bombear agua del río Flint supercontaminado.
Después de dieciséis meses de agua contaminada, la crisis se ha convertido en un evento mediático. El Gobernador Snyder se disculpó. El presidente Obama está enviando ayuda de emergencia. La Guardia Nacional está entregando filtros de agua y botellas de agua. Pero los hijos de Flint- desproporcionadamente negros -sufrirán los efectos de la intoxicación de plomo para el resto de sus vidas.
La semana pasada, los manifestantes cerraron el puente que conecta Oakland con San Francisco con enormes pancartas que proclamaban “¡La Salud Negra Importa!” Y “Salud no la guerra.” El capitalismo estadounidense está en crisis, atacando a toda la clase obrera, con el racismo dirigiendo los ataques más agudos contra las vidas de los trabajadores negros y sus hijos.
El capitalismo no puede ser reformado. Tiene que ser destruido. Las personas furiosas por el asesinato racista de la policía y la insalubridad del agua deben ver que sólo una revolución comunista puede permitirnos construir un mundo en el cual compartiremos los elementos básicos de la vida—como el agua potable—como hermanas y hermanos que somos.