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Portavoz Patronal se Preocupa que la Desigualdad Socava al Capitalismo:

El Comunismo Ofrece Soluciones Verdaderas

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El viejo dicho acerca de las ranas y el agua hirviendo no es cierto: si pueden, saltarán de la olla al aumentar la temperatura. Los públicos democráticos, sintiendo cada vez más el calor, son poco probables a comportarse de manera diferente.—Gideon Rose, editor de “Relaciones Exteriores”
Los públicos democráticos que él  teme abandonarán el capitalismo son, en realidad, los trabajadores del mundo. Por lo tanto, este portavoz patronal se concentra en el espinoso problema de la desigualdad.
El comunismo puede construir una sociedad que responda a las necesidades de todos. Más que cualquier otra cosa, este entendimiento impulsará a la clase obrera a “saltar de la olla.”
Haciendo eco de la edición sobre el “Racismo” de Relaciones Exteriores del marzo pasado, el think-tank más importante del imperialismo es pesimista. (Ver Bandera Roja, 04/23/15). “Existe un consenso... que la igualación de los recursos económicos sólo puede lograrse a costa de restricciones extremas, injustas y contraproducentes a la libertad personal y de una reducción significativa en el crecimiento económico”, escribe el profesor de Harvard Danielle Allen.
Puede haber un consenso entre los apologistas del capitalismo en las universidades élites. Sin embargo, millones de personas están buscando una alternativa. Muchos están dando al comunismo un segundo vistazo.

Fábricas Comunistas Desencadenarán Nuestro Potencial
¿Qué, podemos preguntar, tiene de injusto retomar las fábricas que construimos con generaciones de nuestra mano de obra? ¿Qué hay de contraproducente desencadenar el gran potencial de los trabajadores?
El comunismo arrancará de raíz el viejo modelo capitalista de producir para ganancias. La producción para el bien común sustituirá la desigualdad de la explotación. “De cada cual según su compromiso y capacidad, a cada cual según sus necesidades” será el lema de esta nueva economía. La producción comunista sentará las bases para una sociedad donde los trabajadores alcanzarán su máximo  potencial como seres humanos.
En la década de 1960 los trabajadores del acero en la planta Anshan en China producían un conjunto de principios que más tarde serían conocidos como la Constitución de Anshan. Las fábricas no podían despedir a los trabajadores. Los salarios se mantuvieron estables y eran establecidos por normas nacionales. Los trabajadores tomaron las decisiones en la planta; los administradores tenían que trabajar (véase el recuadro). Los trabajadores podrían criticar abiertamente a toda la gerencia.
La producción de acero era considerada en el interés a largo plazo de la clase obrera. En ese sentido, los incentivos materiales fueron considerados como un individualismo miope. La debilidad era que los salarios no fueron abolidos por completo. Esto sentó las bases para la eventual derrota de la revolución.
Esta vez los trabajadores no sólo serán los amos de la fábrica, serán amos de la producción mediante el poder estatal. ¡No más esclavos asalariados!
Es más, las fábricas comunistas nos librarán de una vida repetitiva que adormece la mente. Ya no vamos a estar encasillados en un solo trabajo, con solo un oficio. Somos capaces de mucho más. Por ejemplo, los torneros serán ingenieros; los ensambladores organizarán la producción, etc. Todo el mundo compartirá el trabajo necesario para proveer para todos nosotros.
¿Cómo puede ser que realizar este vasto potencial resultaría en una “reducción significativa en el crecimiento económico?” Claro que no haría eso.
 Nunca lo ha hecho, pero Allen se obstina en aumentar el capital de los patrones. Ella piensa que la igualdad económica es demasiado arriesgada. Por lo tanto, debemos concentrarnos en la “esfera política”.
“¡La política es mas importante que la economía!”, ella afirma.
Sin embargo, ella sabe que la política está amañada cuando el capital está concentrado en pocas manos. Ella se queda proponiendo actividades triviales en los márgenes de los poderosos  en elecciones y problemas locales.
La política de reformas pequeñas no impacta en nada. La política comunista, al contrario, puede transformar el mundo.

Un sistema vibrante, no un sistema moribundo
Nuestra política no sirve a un sistema moribundo, por lo tanto no pierde tiempo haciendo excusas por la desigualdad y el racismo. Es optimista y basada en el mundo material. Damos la bienvenida a la lucha para proveerles las necesidades de la vida a las masas.
La política comunista desarrolla la fuerza colectiva de la clase obrera. Nuestro Partido quiere fortalecer y expandir el poder comunista en todo el mundo. Está en sincronía con una economía basada en la producción colectiva. ¡No es un vano intento de reformar y no es trivial!
La desigualdad es inherente al capitalismo. Es, después de todo, una sociedad basada en la explotación. Para colmo de males, tomemos en cuenta la superexplotación racista. El capitalismo no podría sobrevivir sin ella.

 El comunismo terminará la explotación en todas sus formas haciendo posible una sociedad que satisfaga las necesidades de todos. Solamente para esto y nada mas debemos de movilizar