¡Luchemos por el Comunismo! |
|
Partido Comunista Obrero Internacional | |
Contactar con PCOI: icwp@anonymousspeech.com | |
Los mercados laborales deben ser eliminados. La lucha contra el racismo lo exige; para ponerle fin a la miseria de la clase obrera debemos destruirlos. Sólo el comunismo puede lograrlo.
La reforma migratoria está al frente este Primero de Mayo. Toda ley y orden ejecutiva es con el fin de intensificar la explotación de la mano de obra de los inmigrantes. En lugar de eso ingresa al PCOI para movilizar para el comunismo para que podamos acabar con la compra y venta de nuestra fuerza de trabajo.
Los comunistas sabemos que el trabajo tiene un valor social útil, pero para los capitalistas nuestra fuerza laboral es una mercancía con un precio. Nuestra fuerza laboral es lo máximo en cuanto a mercancías: la única que puede crearle más valor y ganancias para los patrones.
Las características únicas de nuestra fuerza de trabajo obligan a los patrones a segregar a la clase obrera para crear grupos fácilmente identificables vulnerable a más explotación. La superexplotación racista es la opción codiciada, fue utilizada en el siglo 19 para acumular capital para alimentar las industrias emergentes y se utiliza actualmente para reconstruir el poderío industrial y enfrentar la competencia internacional.
La Historia Racista de los Mercados
Laborales de los Patrones
La industria estadounidense fue construida superexplotando a los esclavos negros, intensificando así la explotación a niveles sin precedentes para todos los trabajadores.
La guerra civil de EE.UU. no terminó la esclavitud negra. Continuó por décadas después de la guerra. Una amplia red laboral de presos esclavizó a cientos de miles.
Las empresas siderúrgicas explotaron sin piedad la mano de obra de los presos para financiar su ascenso a la escena mundial. En particular, la US Steel golpeó, azotó, hambreó y asesinó a miles de esclavos.
Los patrones literalmente hicieron trabajar a los presos hasta matarlos. Enterraron a cientos en tumbas sin nombre en los bosques alrededor de Birmingham, Alabama. Muchos cuerpos fueron incinerados cobardemente en hornos de coque.
Los Estados sureños promulgaron leyes extrañas para engrosar las filas del trabajo de prisioneros, algunas con similitudes espeluznantes a la reforma migratoria. Alabama, Carolina del Norte y La Florida criminalizaron que hombres negros cambiaran de empleador sin permiso.
Cuando se hacían y la escala de las detenciones seguían los altos y bajos de la necesidad de mano de obra barata, no los actos de delincuencia.
Las empresas utilizaron tanto fuerza laboral de convictos como la de obreros “libres”. Las empresas de Pittsburgh y otros lugares a propósito reclutaban obreros (polacos, checos, húngaros, etc.) que hablaban diferentes idiomas esperando que no pudieran comunicarse entre sí. El presidente de la división de Birmingham de US Steel admitió: “El principal incentivo para la contratación de presos era la certeza del suministro de carbón para nuestras operaciones manufactureras en caso de problemas laborales.”
La huelga de 1908 del Sindicato de Mineros Unidos estaba en su mente. Siete mil huelguistas negros y blancos de Alabama cercaron las minas ese verano amenazando liberar a los obreros prisioneros.
La compañía rompió la huelga trabajando a los convictos más allá de su capacidad física. Sus agentes laborales merodeaban las áreas rurales buscando más convictos, incitando a los alguaciles locales a arrestar y vender tantos hombres como les fuera posible.
Separar el Trabajo de la Explotación
La política migratoria de EE.UU. enforza la nueva esclavitud hoy día. A los obreros inmigrantes les pagan salarios más bajos, les niegan días por enfermedad, vacaciones pagadas y seguro médico. Las deportaciones y detenciones aterrorizan a los obreros inmigrantes y sus familias. La reforma migratoria propuesta los condenará a esclavizarse a una empresa por más de una década o ser deportados.
El debate en el congreso de EE.UU. es acerca de cual es la mejor manera de explotar la mano de obra de los inmigrantes y cómo, como dijera Gates, cuando era Ministro de Defensa: “ampliar la fuente del reclutamiento militar.”
Los patrones siempre inventan nuevas formas de sobreexplotar para reducir el costo de la mano de obra. Para colmo de males, los politiqueros acorralan a los jóvenes inmigrantes hacia el ejército para defender el imperio mundial de superexplotación de los patrones de EE.UU.
La superexplotación y la nueva esclavitud nunca detuvieron a la clase obrera. Liderados por comunistas afroamericanos, los trabajadores en Birmingham lucharon contra sus opresores por décadas -- con armas cuando era necesario. Pudieron habernos dirigido a la revolución comunista, pero, como el líder comunista Oseas Hudson lamentó, “todo mundo fue absorbido por el sindicato.” Nosotros no cometeremos ese mismo error.
Esta vez le pondremos fin a los mercados laborales de los patrones, separando el trabajo de la explotación. Cuando el comunismo separe el trabajo de la necesidad de intensificar la explotación, podremos organizar las clases de campañas que terminen con las divisiones racistas en el trabajo y la sociedad.
Vamos a derrotar el racismo, en parte, desatando el potencial y la creatividad de cada trabajador. Nadie hará solamente el trabajo manual más duro. Más bien los torneros serán ingenieros y educadores. La juventud inundará las fábricas, molinos e instalaciones de transporte, al los lugares de trabajo convertirse en centros de aprendizaje.
El trabajo colectivo reemplazará los empleos y salarios estratificados. Trabajadores donarán su trabajo en lugar de verse obligados a venderlo en el mercado. Nuestras necesidades serán satisfechas, por lo tanto la pregunta será: “¿Cómo puedo contribuir?” El trabajo se convertirá verdaderamente en “trabajo por amor.”