¡Luchemos por el Comunismo! |
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“Las mujeres desempeñan un papel activo en diversos tipos de trabajo en el Campo Petrolero Taching”, la líder Hsin Hua escribió en 1977 con orgullo. “No hay prácticamente ninguna ama de casa en Taching hoy día que no esté empleada productivamente, excepto por las ancianas, enfermas o discapacitadas”. Este trabajo asalariado, argumentó el Parido Comunista Chino, era la base material para la emancipación de las mujeres.
Casi todas las mujeres chinas estaban mucho mejor en 1977 que sus madres o abuelas lo habían estado antes de la revolución. Pero, como explicó el artículo anterior, las mujeres todavía llevaban en sus familias cargas más pesadas que los hombres porque el socialismo mantuvo el sistema salarial.
Hoy luchamos directamente por el comunismo. Destruyendo inmediatamente el sistema salarial destruirá la verdadera base material del sexismo.
William Hinton registró en 1971 una discusión entre cuadros comunistas acerca de las peleas constantes en familia campesina pobre de la Pequeña Lin. El veterano Wang creía que la cuestión económica (salarios bajos) era la contradicción principal. El Juez Kao respondió que la contradicción principal era entre las ideas viejas y nuevas acerca de la igualdad de la mujer.
La posición de Kao aparentemente suena “izquierdista” porque dijo que “la política es primordial”. Pero Wang estaba más cerca de la verdad. Afirmó que “con ingresos más altos todavía habría contradicciones económicas... y contradicciones también en las formas de pensar “, aunque en “una etapa nueva”.
El sexismo no podía desaparecer, siempre y cuando las familias dependieran de salarios (“ingresos”).
En la década de 1970, el Partido Comunista de China encabezó una serie de campañas atacando el sexismo tradicional del confucianismo, más tarde asociado con Lin Biao. Su tema central rechazaba la idea de que el trabajo de las mujeres se debiera limitar al trabajo doméstico no remunerado. A las mujeres se les dijo que renunciaran a sus “sentimientos de inferioridad” y que participaran en el trabajo asalariado.
Las facciones de Liu Shao-Chi y Mao debatían si las mujeres debieran o no recibir “salario igual por trabajo igual”. Estuvieron de acuerdo, sin embargo, que el objetivo principal era aumentar la producción.
Ninguna facción propugnó por relaciones sociales comunistas, incluyendo la unidad camaraderil de mujeres y hombres, como lo hacemos hoy día. Ambas hicieron hincapié en cambiar las actitudes de las mujeres, no las condiciones materiales de sus vidas o incluso no las actitudes de los hombres hacia ellas.
Las mujeres fueron presionadas para que fueran “buenas amas de casa” y al mismo tiempo hacerse trabajadoras asalariadas - una doble carga. Se suponía que serian “frugales” para que los salarios se pudieran mantener bajos para todo el mundo, aumentando la acumulación de capital del estado.
Hinton le preguntó a la líder de la Asociación de Mujeres de Arco Largo por qué no había una guardería infantil de tiempo completo. “No es realmente necesaria”, respondió ella. Excepto durante la temporada pico “las mujeres con niños se quedan en casa, cocinan y confeccionan la ropa.”
Y, dijo, “Cuando otros cuidan a sus hijos tienen que darles puntos de trabajo. La mayoría de la gente no cree que valga la pena. Si los abuelos y ancianos lo hacen temporalmente es una cosa. Pero para dar puntos de trabajo, es otra cosa”.
Eso significaba que “Siempre y cuando el valor social del trabajo no fuera discutido en China, y el trabajo siguiera siendo evaluado de acuerdo a la producción de la plusvalía, es decir, siempre y cuando la economía de mercancías se mantuviera, las mujeres seguirían atadas a sus papeles menospreciados tradicionalmente “, como dos investigadores escandinavos concluyeron en 1984. “En otras palabras, las mujeres no son liberadas”.
La doble carga de las mujeres ni siquiera fue descrita como “transicional” lo cual de por si seria bastante malo. En cambio “se hizo una virtud de la necesidad y fue convertida en un ideal socialista para que todas las mujeres la emularan y probaran que eran revolucionarias”. El trabajo principal de la Federación de Mujeres, dirigida por el Partido Comunista de China, fue la lucha ideológica para lograr que las mujeres aceptaran la doble carga del sexismo.
Nuestra conclusión es positiva:
Cuando la producción de mercancías sea sustituida con el comunismo, el trabajo será evaluado en términos de satisfacer las necesidades humanas. Serán eliminadas las distinciones entre el trabajo fuera y dentro del hogar. Entonces podremos acabar con la división sexual del trabajo y las ideas sexistas podrán ser derrotadas. El trabajo de todos los camaradas, mujeres y hombres, será respetado y apreciado. Las mujeres y los hombres finalmente nos liberaremos de las cadenas de la sociedad de clases.
FUENTES: Vibeke Hemmel y Pia Sindbjerg, Las Mujeres en la China Rural (1984); William Hinton, Shenfan (1983)