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Los medios de comunicación capitalistas nos bombardean con mentiras racistas y xenófobas. Tienen que impedir que los trabajadores blancos enajenados o los que nacieron en EE.UU. dirijan su ira en contra de la esclavitud asalariada que a todos nos explota. Pero la ira antirracista esta creciendo. Por lo tanto también necesitan pacificar a los obreros y jóvenes negros y separar a los “aliados blancos” de “gente de color”.
La clave para este llamado “antirracismo” es ocultar la base material del racismo, el capitalismo mismo, detrás de una cortina de humo llamada “privilegio blanco”.
Los capitalistas crearon el sistema racista de hoy sometiendo a algunos trabajadores (“negros”) a condiciones de superexplotación y superopresión. Otros (“blancos”) seguían explotados y oprimidos, pero en menor grado. Eso les permitió a los gobernantes racistas convencer a estos de que eran “diferentes” y “mejores”.
Los capitalistas llamaron a los pueblos indígenas “salvajes” para justificar el genocidio y la expropiación de las tierras donde vivían. Utilizaron miles de herramientas propagandistas, empezando por los libros para niños, para convencer a los obreros explotados en los países imperialistas que se identificaran con las guerras de conquista de sus gobernantes.
El capitalismo entonces inventó la idea de “raza” y la ideología que la justificaba, y con ella la teoría divisiva del “privilegio blanco”.
La revista Foreign Affairs, publicada por el poderoso Consejo de Relaciones Exteriores imperialista, dedicó su edición de marzo / abril de 2015 a “El Problema con la Raza.” El artículo principal era por Kwame Anthony Appiah. Él es un filósofo anglo-nigeriano importante en la Teoría Crítica de Raza, inventada en una conferencia en la Universidad de Wisconsin en 1989.
Appiah admitió que raza es “una construcción social” y no una categoría biológica válida. Pero él escondió sus raíces materiales históricas en la sociedad de clases.
En cambio, él afirmó que los seres humanos están biológicamente predispuestos al “esencialismo” y, por lo tanto, a crear categorías raciales. Así, dijo él, “se necesitaría un esfuerzo masivo y concentrado de educación, en las escuelas y la cultura pública, para entrar en un mundo post-racial. El sueño de un mundo más allá de razas, desgraciadamente, es probable que se aplace por mucho tiempo”.
Ese “sueño” será “aplazado” hasta que el comunismo haya acabado con la esclavitud asalariada, la base material del racismo capitalista. Después continuaremos movilizando masivamente y exitosamente no sólo atacando las ideas racistas, sino también destruyendo todos los restantes vestigios del racismo en la práctica. El mundo “post-racial” será un mundo comunista.
Pero Appiah tiene una meta diferente: “¿No sería mejor organizar nuestras solidaridades en torno a la ciudadanía y los compromisos compartidos que unen la sociedad política”? preguntó él.
En otras palabras: no dejes que el racismo se interponga en la construcción del nacionalismo y patriotismo, especialmente en un mundo cada vez más en guerra.
La Teoría Crítica de Raza se ha convertido en una teoría amplia de “la interseccionalidad y el privilegio” que se inculca sobre todo en las iglesias y universidades mayormente de blancos. Supuestamente cada uno de nosotros tiene muchas “identidades” en intersección. Incluso una obrera blanca con el salario mínimo, por ejemplo, se le dice que reconozca su “privilegio blanco” y su “privilegio heterosexual” y su “privilegio de ciudadana”, aunque ella no tiene “privilegios masculinos” o “privilegios clasistas”.
Según esta “teoría de identidad” casi todo el mundo es “privilegiado” de alguna manera. Nadie se describe como “explotado” o “oprimido”. Centra nuestra atención en “nuestro propio privilegio” en lugar de en la construcción de un sistema sin privilegios. Se segrega físicamente a la “gente blanca” y “gente de color” dentro del llamado “entrenamiento antirracista”.
La Teoría de la Identidad oculta la verdad de que todas las formas de prejuicio y superexplotación que conocemos hoy día, todos los “ismos” y “-fobias,” tienen sus raíces en la sociedad de clases. Cada clase dominante ha utilizado una combinación de ideología y fuerza armada para “dividir y conquistar” a las masas explotadas. Puede ser casta o tribu, género o raza, religión o nacionalidad, dis / capacidad o preferencia sexual, y por lo general una combinación.
Los teóricos del “Privilegio” aúllan que el comunismo “privilegia la clase sobre la raza y el género”. El comunismo en realidad dice que sólo una clase obrera unida, dirigida e inspirada por el comunismo, puede derrumbar la base de todas las estructuras de opresión.
El comunismo reconoce diferencias en su principio “de cada cual según su capacidad y compromiso, a cada uno según sus necesidades”. Pero también hace un llamado a todos los trabajadores oprimidos a que nos “identifiquemos” como parte de la clase obrera internacional. El comunismo abolirá las clases, creando la base material para que identifiquemos como parte de toda la humanidad.
A medida que movilizamos a las masas para el comunismo, comenzamos a cambiar nosotros mismos y los que nos rodean. Construimos conexiones y aprendemos de nuestra cada vez más diversa colectiva. Luchamos para superar las actitudes y los hábitos estereotipados. Y desarrollamos la confianza de que el comunismo triunfará.