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En 1960 hubo una hambruna en el norte de China. La sequía arruinó el grano en los campos. Los obreros rurales apenas sobrevivían con hierbas silvestres y hojas de los árboles, o se morían.
Pero en la aldea de Dazhai, los campos eran verdes y los cultivos florecían. La movilización colectiva de la fuerza laboral basada en principios comunistas, había mejorado e irrigado la tierra. Las puertas y ventanas en Dazhai no se cerraban con llave, porque el robo era prácticamente desconocido.
Mazorcas de maíz comenzaron a desaparecer de los campos. Una noche, los guardias de la cosecha atraparon a dos ladrones de condados vecinos. Cuando trajeron a los presos a las oficinas de la Brigada, el secretario del Partido Chen Yonggui intervino. “¿Han comido?” les preguntó a los presos, para consternación de los guardias que estaban listos a pegarles. “¿Por qué robaron nuestro maíz?”
“No podía soportar el hambre”, respondió uno.
Chen Yonggui les hizo traer comida. Metió la mano en sus bolsillos y les dio algunas monedas y cupones de racionamiento de grano. Uno de los prisioneros protestó: “Robé, Secretario, usted debe castigarme”.
“Esta es una nueva sociedad”, respondió Chen. “Nuestra gente atraviesa una situación difícil, por lo tanto ¿qué clase de argumento debiera usar para justificar que yo debo vivir y tu debes morir? Cuando regresen a sus hogares, me gustaría que trataran de encontrar como lidiar con los desastres naturales”.
Muchas personas en Dazhai estaban enojadas. Chen organizó una reunión de líderes claves y explicó su manera de pensar: “Estaríamos cometiendo un crimen si no salváramos [a la gente] cuando las vemos muriéndose. Y por el precio de una comida tienes la oportunidad de enseñarles”.
Durante la Revolución Cultural, Chen Yonggui y Dazhai fueron elogiados por su exitosa movilización de la producción. Sus contribuciones más grandes, sus esfuerzos conscientes para construir relaciones sociales comunistas, fueron ignorados. Estos esfuerzos se vieron limitados por las políticas socialistas del Partido Comunista de China. Y para 1980, Chen Yonggui y Dazhai fueron atacados, al Partido moverse abiertamente para consolidar el capitalismo.
La historia de los ladrones es un gran ejemplo de lo que podemos aprender de los primeros esfuerzos de Chen Yonggui para movilizar a las masas para el comunismo. Pone de cabeza las ideas de “justicia” que a todos se nos ha enseñado en la sociedad capitalista. En lugar de hacer cumplir las leyes, él luchó para satisfacer las necesidades de todos.
Es en este contexto que debemos ver el nuevo proyecto de la Justicia Restaurativa de la Ciudad de Los Ángeles. El fiscal está estableciendo “tribunales de barrio” en Sur Los Ángeles y Van Nuys para usar a “miembros entrenados de la comunidad” para lidiar con delitos menores como el grafito. Si un individuo acepta culpabilidad de una violación, el tribunal decidiría rápidamente cómo él o ella puede “hacer las paces con la comunidad, por ejemplo, pintando de nuevo la pared. No se le pondrían cargos criminales. Eso podría ayudarles a los patrones eliminar a lo barato el abarrotamiento en sus tribunales y cárceles.
Más importante aun, los gobernantes de L.A. están tratando de ganar a los trabajadores a la idea fascista de ayudar a imponer, contra sus vecinos, las leyes capitalistas de protección a la propiedad.
El individuo supuestamente recibirá los servicios sociales como entrenamiento para algún empleo. Pero el capitalismo no puede proporcionar trabajos significativos, incluso para aquellos con “empleos”. No puede proporcionar salidas constructivas para la energía y creatividad de nuestros jóvenes. No puede garantizar que todos tengan lo básico: alimentos nutritivos, vivienda adecuada, y un medio ambiente sano, aun cuando las mansiones y restaurantes lujosos florecen.
Como dijo Chen Yonggui, ¿no es eso un crimen?
Los tribunales vecinales de Los Ángeles deben supuestamente manejar asuntos de la “calidad de vida”. ¿Pero juzgarán estos tribunales a los dueños de edificios o de talleres de hambre por su explotación racista?
Si usted hace un desastre, uno debe ayudar a componerlo si es posible. Y la idea de “justicia” como “restaurativa” (hacer reparaciones) en lugar de punitiva (desquitarse) ciertamente parece atractiva.
Pero sigue siendo lo contrario del enfoque comunista a los ladrones de maíz. No fueron obligados a trabajar en los campos. Al contrario, se investigaron sus motivos, sus necesidades inmediatas fueron satisfechas, y se les animó a tomar el liderazgo en el futuro.
Cuando visualizamos la sociedad comunista, no debemos tener la ilusión que el comportamiento antisocial desaparecerá de inmediato. Pero no debemos planear tampoco mantener las nociones capitalistas de “leyes” o “justicia”. En cambio, debemos participar ahora en un amplio debate sobre cómo convertir acciones antisociales en oportunidades para movilizar a las masas para el comunismo.
Noveno Cielo a Noveno Infierno: La Historia de un Experimento Noble Chino (1995), por Qin Juailu, editado por William Hinton. Pp. 148-152.