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5 de noviembre--Cientos de miles inundaron la semana pasada las calles de Uagadugú (pronunciado Wagadugu), la capital de Burkina Faso, un pequeño pero estratégico país de 17 millones de habitantes en África Occidental. El gentío a veces superó la cifra del millón.
Tratando en vano de detener a las masas enfurecidas, la policía y militares las atacaron con saña, matando a varias personas e hiriendo a muchas. Las masas respondieron desatando su furia, asaltando e incendiando el parlamento y coches gubernamentales.
Su furia y determinación implacables obligaron la dimisión del presidente Blaise Compaoré, abandonando sus intentos de extender sus 27 años de gobierno. Al conocer la noticia el viernes 31 de octubre, las masas celebraron jubilosamente su “victoria” en las calles.
Este momento, sin embargo, fue de corta duración. El domingo 2 de noviembre, cientos de miles una vez más se volcaron a las calles, enfurecidos por el anuncio de los militares de que estaban tomando control del país.
Muchos manifestantes se sintieron traicionados. Pensaban que luchaban por algo diferente. Un manifestante lo manifestó así, “Todo mundo está decepcionado. Ellos quieren conservar el mismo sistema y nosotros estamos hartos, todos los jóvenes están hartos. Nosotros no sólo queremos que el presidente se vaya sino todo su sistema. “(Le Monde, 01/11/2014).
Muchos de los manifestantes, especialmente los jóvenes, están siendo influenciados por las ideas antiimperialistas, nacionalistas y socialistas de Thomas Sankara.
El legado de Thomas Sankara no es el futuro de los obreros burkineses, sudafricanos o
de obrero alguno
Tomas Sankara, un capitán militar, gobernó Burkina Faso desde 1983 hasta 1987, cuando, a los 37 años, fue asesinado en un golpe de estado orquestado por su ministro, el ahora derrocado presidente Compaoré. Su legado atraviesa por un renacimiento en África donde muchos lo idolatran, especialmente los jóvenes, como el “Che Guevara africano”.
Le Balai Citoyen (“la escoba de los ciudadanos’”), una organización que representa el espíritu de Sankara fue parte del movimiento que derrocó a Compaoré. Fue fundado por Samsk Le Jah, un popular locutor de radio y cantante de reggae, conocido como el “portavoz de los jóvenes de Burkina”.
También en Sudáfrica, Julio Malema, fundador del Partido de la Libertad Económica (PLE), y sus partidarios, portan boinas rojas en memoria de Sankara. Afirman defender el ideal de Sankara “que el poder político puede y debe ser utilizado para el bien común”.
También, en el espíritu nacionalista y populista de Sankara apoyan la nacionalización parcial de la minería y agricultura sudafricanas, y afirman que el PLE es “la nueva voz de los sudafricanos pobres sin voz.”
Pero, la nacionalización nunca ha beneficiado a ningún obrero. Es el ardid de los capitalistas criollos para obligar a sus amos imperialistas a darles una tajada más grande del botín de la explotación de su clase obrera. Nuestros camaradas en Sudáfrica han rechazado esta ideología y luchan contra ella dentro de las masas obreras.
El socialismo error fatal del viejo movimiento internacional comunista
Sankara fue influenciado por los escritos de Marx y Lenin. Por esto y su populismo muchos los consideran socialista. Sin embargo, nunca se declaró comunista.
Era anti-imperialista occidental pero estaba dispuesto a tratar con los imperialistas rusos y chinos. Esta fue su perdición, ya que esto amenazaba el control de los imperialistas franceses y estadounidenses sobre África Occidental.
La historia ha comprobado que el socialismo no es ninguna transición al comunismo. Es capitalismo de Estado: mantiene el dinero, mercado, y la esclavitud asalariada capitalista. Los comunistas se hicieron capitalistas y los países socialistas, como China y Rusia, se transformaron en países capitalistas de mercado libre y en imperialistas.
Este error fatal del viejo movimiento comunista le ha costado caro a la clase obrera internacional. No debe repetirse.
Las masas burkineses no lograron “Victoria” alguna, ni hicieron una “Revolución”
Sustituyendo un carnicero capitalista por otro – sea este civil o militar – no es victoria para la clase obrera. No importa quién gobierne, mientras exista el capitalismo-imperialismo habrá siempre racismo, sexismo, explotación, pobreza, esclavitud asalariada y guerras genocidas. Victoria para nuestra clase es avanzar el movimiento comunista revolucionario necesario para destruir el capitalismo-imperialismo para siempre.
Hoy día eso significa leer, distribuir y escribir para Bandera Roja. Significa ingresar al Partido Comunista Obrero Internacional (PCOI) y reclutar compañeros obreros y soldados, estudiantes, amigos y familiares. Significa contribuir económicamente con lo poco o mucho que podamos para garantizar que el PCOI y Bandera Roja puedan expandir sus esfuerzos de Movilizar a las Masas Para el Comunismo.
Estos pequeños cambios incrementales son pasos indispensables para forjar a nuestra clase en una fuerza imparable que cambiará la historia a favor de nuestros intereses. Nuestros camaradas de Sudáfrica están abriendo el camino. ¡Sigamos su ejemplo!