¡LUCHEMOS POR EL COMUNISMO!Partido Comunista Obrero Internacional | |
Nuestras vidas giran en torno a cómo la
producción está organizada. Para transformar
como la producción está diseñada es
transformar la sociedad misma. Ésta simple,
pero verdad oculta, encapsula por qué
los obreros industriales son clave para
hacer y mantener la revolución comunista.
La clase obrera industrial es la fuerza
principal de la revolución. No son, y no
pueden ser, la única fuerza.
En primer lugar, no se puede pensar en
revolución sin masas de soldados rojos.
Profesores, estudiantes e intelectuales
juegan un papel vital, incluso indispensable.
A menudo echan a andar el proceso.
Pero si quieres terminar lo comenzado,
tienes que recurrir a la clase obrera.
La clase obrera industrial posee la estabilidad,
organización y relación con los
medios de producción necesarias para
movilizar a las masas para el comunismo.
Esta relación clave con los medios de producción
les da el poder para rápidamente
agudizar la lucha. Ilusiones pacifistas
sobre el sistema patronal no encontrarán
terreno fértil aquí.
El papel central de los obreros industriales
no termina después de la toma del
poder. Estarán a la vanguardia del rediseño
de fábricas y campos en torno al trabajo
colectivo.
La humanidad necesita la producción
para sobrevivir. Pero la forma en que producimos
ayuda a moldear nuestro propio
ser.
Desde que los niños comiencen a percibir
el mundo a su alrededor, verán que
bajo el comunismo los que ellos conocen
trabajan para el bien común. El trabajo no
será por un salario que pone comida en la
mesa de una familia individual. El colectivismo,
no el individualismo, será su primera
visión del comportamiento humano.
Conforme tengan la edad suficiente, visitarán
los centros industriales donde
obreros industriales rojos estarán entrenados
para enseñarles la ciencia, las matemáticas,
el lenguaje y la organización
política detrás de la producción
comunista. Desde temprana edad se acostumbrarán
a realizar trabajo útil, no explotador
Y cuando ya estén listos para entrar en la fábrica,
base de autobús, granja colectiva, o mina
ya tendrán una idea de cómo construir las colectivas
que necesitamos. Su aprendizaje continuará
conforme se muevan de trabajo en
trabajo, enseñando y produciendo.
El capitalismo crea sus propios sepultureros
en la clase obrera industrial. Los obreros industriales
están en una posición única para avanzar
la lucha: para cambiar la naturaleza de la producción,
de la sociedad y de la forma como
pensamos acerca del potencial humano.
Cada rebelión industrial tiene un
carácter político. A veces es implícito
como cuando se rechaza un soborno.
Otras veces es explícito como cuando
se ataca el poder armado del Estado en
Egipto, Brasil y Sudáfrica. Algunas
incluso bloquean las actividades
gubernamentales en lugares como
Grecia, Bangladesh y México.
Cada una hizo a un lado a los
sindicatos, ignorando contratos que
codifican la legitimidad sindical. La
bancarrota del reformismo capitalista
encarnada en la ideología sindical está
en las mentes de millones.
Cada una confirma el heroísmo
enorme de la clase obrera industrial.
Estos héroes han hecho añicos la idea
de que los obreros industriales no
pueden ser los agentes del cambio.
Y cada una atrae aliados nacionales e
internacionales, entre las amplias
masas, preparando el terreno para la
revolución comunista.
El tamaño de la clase obrera industrial mundial se
ha disparado. Su cantidad numérica no tiene precedentes.
Ahora más que nunca la clase obrera industrial
es clave para movilizar a las masas para el
comunismo.
La CIA estima que solo en manufactura, minería,
construcción y energía hay más de 750 millones de
trabajadores. Con éstos están los íntimamente relacionados
obreros del transporte, comunicaciones y
producción de alimentos.
Las cadenas de suministro industrial abarcan todo
el mundo. Millones han entrado a fábricas en países
apenas tocados anteriormente por la producción industrial.
La mano de obra migrante, a veces temporal,
sujeta a millones más a una horrible explotación
racista y sexista.
De hecho, el asesinato en masa de miles de trabajadores
migrantes en la construcción de los estadios
de la Copa Mundial de Qatar, fue demasiado
para los profesionales jugadores de fútbol. El futbolista
marroquí Abdeslam Ouaddou que jugó en
equipos Ingleses, franceses, e incluso de Qatar denunció
que "esta copa del mundo es de la vergüenza
y de la esclavitud." Él no estaba solo.
En Brasil, protestas a la Copa Mundial cunden por
doquier. Liderados por obreros del transporte y de la
basura, cuatro millones han salido a las calles en el
último año, paralizando ciudades enteras.
En medio de esta creciente rebelión contra la explotación
yacen los recursos para forjar un mundo
comunista. Uniendo a estos obreros con soldados,
nuestra estrategia partidaria de movilizar a las masas
para el comunismo se vuelve realidad.
Donde los comunistas vemos potencial, el capitalismo
responde con crisis económicas. La expandida
capacidad de producción ha hundido a este sistema
ilógico en una crisis mundial de sobreproducción.
Desde el comienzo de ésta, el empobrecimiento de
la clase obrera, predicha por Carlos Marx, la ha golpeado
salvajemente.
Los obreros eran inicialmente simples victimas.
Para 2010, estrategas de la clase dominante, como
Joe Quinian del Banco de America, comenzaron a
preguntarse, "¿Podría la economía mundial recuperarse
a tiempo para sofocar el creciente
descontento de millones de trabajadores que
se han volteado violentamente, en algunos
casos en contra del capitalismo?"
¡Demasiado tarde para eso! Ese barco ya
zarpó.
El año pasado, cientos de miles de mineros
sudafricanos atacaron lo que muchos pensaron
eran los instrumentos inexpugnables de la
dominación capitalista. Ni arrestos, ni torturas,
ni la muerte misma pudieron quebrantar la determinación de los obreros.
Lucharon contra el gobierno del
Congreso Nacional Africano
(CNA) y sus policías asesinos. Destrozaron
las sedes sindicales: sindicatos
que durante décadas
aprovecharon su popularidad por su
lucha contra el apartheid. Su valentía
desenmascaró la mentira de que
el capitalismo post-apartheid
sudafricano no es racista.
Su lucha y otras similares han inspirado
a millones alrededor del
mundo. "Las masas han despertado",
comentó un amigo en Boeing, un continente
distante, después al oír de esta rebelión.
Este sentimiento anticapitalista masivo nos inspira
a todos, pero no puede ser consolidado sin una alternativa
comunista. "Necesitamos un nuevo tipo de organización",
dijo un amigo en Sudáfrica. "Aquí no
existe una organización con este objetivo (de movilizar
para el comunismo)".
Un obrero metalúrgico y sus amigos respondieron
a esta deficiencia fatal fundando en Sudáfrica, el 1º
de Mayo 2014, una nueva rama del Partido Comunista
Obrero Internacional (PCOI).
Los Capitalistas No Se Rendirán Sin Pelear
Los patrones hacen lo imposible por políticamente
contener este maremoto de rebeliones industriales.
Su reinado tendrá sus días contados si más hacen lo
que hicieron nuestros camaradas sudafricanos: construir
al PCOI y la lucha a su lógica conclusión revolucionaria.
La recuperación económica rápida global que
Quinian esperaba que "sofocaría el creciente descontento"
no se asoma por ningún lado. Los patrones
han empobrecido a cientos de millones para aumentar
sus ganancias y fortalecer sus empresas. Sin embargo,
la crisis continúa.
El Consejo de Relaciones Exteriores, el principal
grupo teórico de la política exterior de EEUU, se preocupa
porque los gobiernos capitalistas y dueños corporativos
han "perdido legitimidad".
En un esfuerzo en vano por restaurar esta "legitimidad
perdida", los expertos capitalistas hablan de
reformas para reducir la desigualdad.
Sobre todo, los patrones quieren que revolucionarios potenciales crean que la clase obrera industrial no puede ser un agente de cambio, que a lo máximo que puede aspirar es a un pequeño aumento salarial. Piensan lograr esto con la ayuda de un ejército de reformistas, dirigentes sindicales, socialistas, liberales y otros falsos izquierdistas. En EEUU y otros países estos falsos líderes promueven un movimiento para aumentar el salario mínimo. Cuanta explotación es aceptable sustituye la lucha por acabar con la explotación. El capitalismo roba los frutos de nuestro trabajo. Los patrones son dueños de los medios de producción que nosotros creamos. Por eso, nos vemos obligados a mendigarles para que nos exploten. Trabajando por salarios nos esclaviza. En el comunismo, el trabajo colectivo reemplazará los empleos de explotación. Nuestro valor será medido no por la cantidad de dinero que ganemos, sino por nuestra contribución al bien común. El comunismo nos restituirá nuestra humanidad.
La Esclavitud Asalariada es la Base del Racismo y Sexismo
El sistema salarial también constituye la base material del racismo y sexismo. Eliminando los salarios nos permitiría montar una campaña par finalmente acabar con el racismo y sexismo.
Estas ideologías anti-obreras justifican los miles de millones en ganancias adicionales que los patrones obtienen de las diferencias salariales racistas y sexistas. El sistema capitalista tendría dificultades sobreviviendo sin esta superexplotación.
Movilizar exitosamente para el comunismo, ahora y en el futuro, requiere destruir estas ideologías venenosas. Debemos forjar lazos profundos con los obreros que los patrones quieren aislar.
La opresión racista y sexista le ha enseñado mucho a nuestros más oprimidos hermanos/as de clases. Ellos pueden potencialmente proveer el liderazgo revolucionario que todos necesitamos.
El sindicalismo es otra trampa política. El principal portavoz de la clase dominante de EEUU, el New York Times publicó un editorial diciendo que un movimiento sindical más robusto es la respuesta a la desigualdad. Sin embargo, en seguida demandan que los sindicatos sean "prácticos" y que trancen los centavos que los patrones nos permiten tener.
El Sindicato IAM en Boeing, por ejemplo, está más que dispuesto a acomodarse con los patrones. Centrado en la industria aeroespacial de EEUU. La cúpula sindical nacional se ha comprometido proveerles una mano de obra barata, encadenada a los contratos de explotación que prohíben huelgas.
En diciembre del año pasado, los obreros de Boeing del Sindicato IAM se rebelaron. Marcharon por las plantas cuando los dirigentes de la empresa y el sindicato les exigieron que sacrificar la próxima generación de obreros por un soborno de $10,000.00.
En pocos días, las redes de Bandera Roja distribuyeron miles de volantes titulados: "¡No a la Extorsión; Retomemos lo Que es Nuestro!" para movilizar para una revolución y producción comunista. Los obreros corrieron a los oficiales sindicales de las reuniones sindicales. Demandaron que la cúpula nacional abandonara la ciudad.
El sindicato nacional, sus amigotes ejecutivos, el gobernador del estado de Washington, y oficiales federales conspiraron su venganza. Programaron una segunda votación cuando miles de obreros estuvieran de vacaciones. Finalmente, revirtieron la derrota de 2 a 1 de la propuesta original del contrato.
Sólo el 6% de la fuerza laboral votó para elegir el nuevo presidente sindical poco después. La mayoría de estos fueron dirigentes y delegados sindicales a sueldo. Desde entonces, grupos pequeños de obreros de Boeing asisten constantemente a nuestras reuniones y eventos sociales para discutir una alternativa comunista al sindicalismo.
La ideología sindicalista dice que podemos sobrevivir y prosperar si nos unimos para reformar las condiciones laborales. Como cada ilusión generalizada, esta ideología contiene un elemento que es verdad. La unidad es esencial.
La unidad de clase obrera es la plataforma sobre la cual una sociedad comunista puede transformar la producción. La producción comunista hará que los frutos de nuestro trabajo sean nuestra propiedad colectiva, no la propiedad privada de los patrones. Esta crisis ha obligado a los patrones ha quitarse los guantes de seda. Han exprimido a nuestra clase para salvar sus empresas.
Ultimadamente, esto será incapaz de asegurarles sus imperios. Se verán obligados a atacar a sus competidores internacionales. Están perfectamente dispuestos a devorar toda una generación en sus fábricas y campos de batalla de la próxima guerra mundial.
Los obreros industriales -junto con los soldados están en una posición estratégica única para hacer que la próxima guerra patronal sea su última.
La Fuerza Motriz de la Revolución
Grupos de obreros industriales comunistas, como los que se nos unieron en El Salvador y Sudáfrica, pueden transformar las rebeliones en las que participan. En lugar de exigir un cambio en la dirigencia del Estado capitalista, pueden dirigir la ofensiva para acabar con el Estado capitalista. En lugar de exigir una indemnización más equitativa, pueden movilizar para eliminar las fábricas explotadoras. Adonde sea que los obreros industriales reclamen este manto, le darán peso a la movilización comunista. ¿Quién no querría fábricas que desencadenen el potencial creativo de la clase obrera?
¿Quién no querría centros de trabajo que fueran centros culturales y de aprendizaje para los trabajadores y sus hijos? ¿Quién no querría fábricas basadas en producir para satisfacer las necesidades de nuestra clase, y no en la explotación y las ganancias?
Estas unidades industriales comunistas construirían no sólo las cosas materiales que necesitamos, sino también los colectivos necesarios para construir un nuevo mundo comunista.
La crisis les ha hecho más difícil a los patrones y sus agentes ocultar la verdad desnuda de la explotación. El empobrecimiento de obreros industriales y de trabajadores en general es inherente al capitalismo.
La clase obrera industrial es más grande y más explotada que nunca en la historia. Las rebeliones que tratan de romper con las limitaciones del sindicalismo y el reformismo liberal abundan. Estas desafían los instrumentos tradicionales de la dominación capitalista. Ahora más que nunca, los obreros industriales pueden ser la fuerza de la revolución comunista.
Luchas de clases tumultuosas marcan el
mundo. Estas luchas giran en torno a los obreros
industriales tan necesarios para hacer una revolución.
Debemos responder concretamente. Como
mínimo debemos garantizar el crecimiento del
Partido Comunista Obrero Internacional (PCOI).
Las redes de Bandera Roja deben expandirse,
desarrollándose en colectivos organizadores
proveyendo soluciones revolucionarias. Nuestra
base puede ampliarse y profundizarse, política y
personalmente. Organizando huelgas políticas
ayuda. Lo que hacemos hoy sienta las bases para
el poder comunista de mañana.
Muchos trabajadores nos preguntan que es lo
que deben hacer para integrarse al PCOI.
Estos mismos trabajadores a menudo ponen a
prueba las ideas de Bandera Roja con sus compañeros
de trabajo, amigos y familiares. Discusiones
colectivas, críticas y autocríticas vendrán
conjuntamente al integrarse. Estas actividades
ayudarán a nuestros amigos a expandir la influencia
del periódico.
Cada recluta es un clavo más en el ataúd del
capitalismo. Cuando más grupos se integren podremos
convertir las rebeliones en revoluciones.
Nuevos miembros y amigos pueden
ampliar las redes de Bandera Roja,
circulándolo en las fábricas y en los
hogares obreros industriales y sus familias.
Estas redes se convertirán en
los centros organizativos.
Las redes deben organizar grupos
para estudiar las lecciones en las páginas
de Bandera Roja. Estos círculos
de estudio ayudarán a nuestra base a
movilizar sus compañeros de trabajo.
Nuestros amigos pueden entonces desarrollar
la confianza que necesitan
para ingresar al Partido.
Las redes sientan las bases para una
construcción de base más intensa. Las reuniones
sindicales, manifestaciones, huelgas y rebeliones
masivas claramente proporcionan oportunidades,
pero no olvidemos las actividades sociales, recreativas
e importantes fechas familiares. Cada aspecto
de la vida cuenta.
Todos los días nuestros compañeros trabajadores
son atacados de mil maneras. Los artículos
de Bandera Roja deben dar una respuesta comunista
a cada ataque, ya sea que afecten a un obrero
individual, a toda una industria o a las masas.
Hoy más que nunca somos una sola clase obrera
internacional. Cada rebelión industrial internacional
afecta la lucha "doméstica". Nuestro
periódico puede llevar las lecciones comunistas
de estas luchas a todos los lugares de trabajo, escuelas
y cuarteles.
Nuevos camaradas, una base más amplia y expandiendo
el uso de Bandera Roja como herramienta
organizativa sientan las bases para
huelgas políticas industriales. Estas huelgas
romperían las leyes patronales de no huelga. Tendrían
que confrontar las divisiones racistas y sexistas. Apuntan al corazón del capitalismo,
abriendo las puertas a la movilización masiva
para el comunismo.
Huelgas políticas se vuelven una posibilidad
real en medio del tumulto de las rebeliones industriales. Sin duda, muchas ideas políticas estarán
presentes al comienzo. Nuestro Partido,
base y periódico deben prepararse para ampliar
y profundizar estas acciones políticas: para movilizar
a los huelguistas inmediatos y a las masas
para el comunismo.
Este trabajo político ha comenzado a dar sus
frutos. Grupos de obreros industriales de las
luchas más agudas se nos han unido. Muchos
más seguirán.
Huelgas, incluso huelgas políticas, no son la
última arma de la clase obrera. La insurrección
armada es la única manera de tomar el poder Estatal.
La fabrica Putilov nos da un ejemplo histórico.
Era la fábrica más grande en San Petersburgo durante
la revolución socialista rusa de 1917.
Los imperialistas de 14 países terminaron la
Primera Guerra Mundial, para inmediatamente
atacar juntamente con el Ejército Blanco reaccionario
al nuevo gobierno revolucionario. Los
obreros rojos en Putilov produjeron armas para
que el Ejército Rojo defendiera la revolución.
Luego llevaron esas armas al frente para entrenar
en su uso, en plena batalla, a los nuevos soldados
del Ejército Rojo.
Lo que hacemos hoy nos entrena para ejercer
el poder mañana.
"Bienvenido de Nuevo," decía el globo que
ondeada desafiante atada a la caja de herramientas
del compañero mecánico de MTA que había
sido suspendido. Muchos mecánicos llegaron a
saludarlo. Entre fotos y bromas, mostraron una
actitud solidaria y camaderil.
Esta pequeña recepción reflejaba nuestra autocrítica.
Nosotros, como sus compañeros de trabajo,
no mostramos la suficiente solidaridad con
él. Debimos haberlo defendido más de los ataques
racistas de MTA.
Inconcientemente resentíamos el hecho de que
él no siguiera el programa de la gerencia de solo
reportar problemas mayores, sabíamos, sin embargo,
que su posición de inspeccionar correctamente
los autobuses era correcta.
Los patrones pregonan que la seguridad de pasajeros
es su más alto objetivo. En realidad, ellos
quieren los buses en las calles, no reparándose en
los talleres. Para impedir ser atacados, nos acomodamos
a su farsa: menos trabajo para nosotros
y menos buses en reparación para MTA.
Debido a la lucha de este mecánico y la campaña
política desplegada por Bandera Roja,
MTA comenzó a re-educar a los mecánicos inspectores
a nivel de compañía. Algunos mecánicos
en la base de autobuses del mecánico suspendido
les dijeron a los inspectores, "Suspendieron a un
compañero por poner en practica lo que Uds. enseñan.
Si es verdad lo que enseñan, entonces
MTA tiene que cambiar su actitud".
Al siguiente día el supervisor se
reunió con los mecánicos inspectores
y nos dijo que en lo sucesivo no nos
molestarían por seguir los lineamientos
más estrictos de inspección. Lo
único que querían era que entregáramos
los reportes a tiempo.
Muchos obreros consideran esto la
"victoria", pero nuestra verdadera
victoria es otra. Esta batalla ha avanzado
el entendimiento político comunista
del obrero suspendido y de
muchos en MTA. La confianza en
Bandera Roja y en PCOI también ha
crecido mucho. ¡Estas son nuestras
verdaderas victorias!
El enfrentamiento del PCOI a este ataque racista
tenía dos aspectos. Uno era forjar la unidad
anti-racista entre estos compañeros basándonos
en el entendimiento de que nuestra unidad es indispensable
para destruir el capitalismo y su esclavitud
asalariada. El otro aspecto era difundir
el análisis político de esta lucha, mostrando la naturaleza
inhumana del capitalismo y el comunismo
como la alternativa.
Bandera Roja y los miembros del Partido enfocaron
la lucha en torno a estas ideas comunistas,
no en demandar reformas de MTA.
Las concesiones de MTA fueron en respuesta
a la campaña masiva de Bandera Roja. Miles leyeron
nuestro periódico durante esta lucha. La
gerencia espera calmar la situación y frenar la difusión
de las ideas comunistas.
Creemos que así debemos participar en la
lucha de clases. No olvidemos nunca que estamos
trenzados en una guerra de clases con los capitalistas.
Nuestra meta es avanzar el entendimiento
político de las masas y reclutarlas al Partido para
que ayuden a movilizar a las masas para el comunismo.
Al crecer nuestras fuerzas, esta guerra de
clases estallará abiertamente en una revolución
armada.
Como el capitalismo no puede dejar de explotar
y atacarnos, nosotros no podemos dejar de luchar
por abolir su esclavitud salarial. Sus ataque
racistas y sexistas no terminarán hasta que no
acabemos con el capitalismo.
Hemos hecho un enorme esfuerzo dentro de
varias fábricas para construir el Partido Comunista
Obrero Internacional (PCOI).
"Obreras y obreros se nos han unido. Pasamos
nuestro periódico Bandera Roja a compañeros
de distintas fábricas. Estamos orgullosos de ser
trabajadores que luchan por el comunismo".
Por casi 4 años hemos luchado con mucha dedicación
dentro de las fábricas, para Movilizar a
las Masas para el Comunismo. A pesar de escuchar
mentiras sobre el comunismo, y los ataques
patronales y sindicales, las redes de Bandera
Roja se expanden cada día más.
Los artículos de obreros luchando por el comunismo
en otros países inspiran a nuestros amigos.
"Nos encanta y llena de mucha alegría saber
que hay camaradas en muchos lugares del
mundo, haciendo la lucha junto con nosotros",
comentó un joven obrero.
No Habrá Ataque sin Respuesta Comunista
Hace unos días una compañera, fue acusada
por el patrón y el sindicato, de una acción que ella
realizó defendiendo al mismo sindicato. Un
"juez" le impuso una multa de $180 dólares, su
salario de todo un mes.
Ella piensa que los patrones y sindicatos son
ratas del mismo piñal. Nuestra lucha con ella es
ingresar al PCOI y que luche por la revolución
comunista.
Recientemente, una supervisora insultó a
una obrera, lectora de Bandera Roja. Le ordenó
cambiar de línea de producción. Como
esclava asalariada tuvo que tragarse esta humillación
o perder su empleo.
Se levantó muy molesta y desapareció de
la vista de la supervisora por 3 horas. Un camarada
obrero preocupado fue a buscarla. La
encontró en el baño, con los ojos llenos de lágrimas.
La obrera le dijo, muy enojada, que molestaban
más a los trabajadores de la fábrica porque
él ya no era un líder sindical. Nuestro
camarada le explicó que él dejo de ser un líder
sindical para luchar directamente por el Comunismo.
El sindicalismo es un trampa mortal para
los trabajadores. Su meta ahora es reclutar trabajadores
al PCOI.
La defensa de los trabajadores y trabajadoras
no debe depender de un "líder" sindical, sino de
la colectiva de todos los trabajadores, actuando
como un solo puño en contra de los patrones.
Como vio la obrera multada, regularmente los
sindicatos son parte del problema.
Construir esta solidaridad debe ser parte de la
lucha de terminar con el capitalismo, el cuál, en
crisis necesita aterrorizar a los trabajadores para
poder explotarlos más.
Ser despedido puede ser una sentencia de
muerte. Si no tenemos un empleo para producir
ganancias para los patrones, nuestra familia no
come. Nuestra lucha debe ser por destruir el sistema
salarial que a diario amenaza a nuestras familias. La respuesta es construir un sistema
comunista, basado en producir para satisfacer las
necesidades de la clase trabajadora internacional.
En el comunismo no habrá patrones, ganancias
ni explotación. Los centros de producción serán
centros de lucha ideológica sobre solidaridad y
fraternidad comunista. Ningún obrero/a será maltratado.
Si alguien rompe ese principio, la colectiva
lo amonestará.
Tenemos un largo camino por delante, lleno de
muchas luchas, pero más están ingresando. Sabemos
que vamos por el camino correcto para construir
una sociedad comunista.
Crecí en la lucha por la liberación nacional,
pero hoy mis camaradas y yo movilizamos para
el comunismo. Tenemos excelentes noticias
desde el frente de Sudáfrica.
Recientemente me invitaron a una proyección
de la película Mineros Acribillados en el Cinturón
de Platino. A los hermanos y hermanas presentes
les presenté al Partido Comunista Obrero
Internacional (PCOI).
Estos jóvenes amigos odian a sus patrones y el
gobierno del Congreso Nacional Africano
(CNA). El CNA culpa a extranjeros y todo el
mundo, excepto a los patrones mineros, por las
recientes huelgas de platino, de meses de duración.
Nuestros amigos en Marikana, en el cinturón
de platino, ahora distribuyen Bandera Roja a los
mineros y sus familias. Están exigiendo que nos
reunamos pronto con ellos. Estos mineros
comenzaron las rebeliones que han estremecido
a Sudáfrica en los últimos dos años.
Estas oleadas combativas de huelgas en
Sudáfrica, Brasil y otros países son lamentablemente
reformistas. No buscan acabar con el capitalismo.
Buscan ganar algunas prestaciones que
sólo serán revertidas o erosionadas.
Toda una vida de experiencia me dice que los
obreros y pobres de todos los países deben luchar
por la revolución comunista. Nuestro objetivo
debe ser ponerle fin al capitalismo mundial.
Una Vida de Lucha Lleva al Camarada a
la Movilización Comunista
El levantamiento de Soweto en 1976 fue mi
primera experiencia de lucha. Las masas
lucharon para deshacerse de las clases de
Afrikaans (idioma) y el sistema de educación
bantú.
El gobierno del apartheid golpeó, detuvo,
asesino estudiantes y cerró las escuelas. Yo
soy de la misma edad de Héctor Peterson, una
de las primeras víctimas asesinadas por la
policía estatal.
La mayoría de los partidos políticos fueron
prohibidos en los 1960; sus líderes encarcelados
y exiliados. Después de un período de calma, las
comunidades emprendieron sus propias luchas,
mientras que los obreros combatieron a lo patrones
y el Estado apartheid mediante sus sindicatos.
La gigantesca federación sindical, Congreso de
Sindicatos de Sudáfrica surgió de esta lucha en
1985. Yo y otros camaradas jóvenes formaron el
Sindicato Industrial de Obreros Químicos donde
trabajábamos.
En 1988, ayudé a formar una organización estudiantil,
que más tarde se convirtió en el Congreso
Estudiantil Sudafricano. Para entonces yo
ya había sido detenido por organizar políticamente,
bajo la notoria ley de estado de emergencia,
que permitía detenciones sin juicio por
periodos más largos.
En los 1990, se les quitó la prohición a los partidos
políticos, los exiliados regresaron y los presos
políticos fueron puestos en libertad. La
mayoría de las organizaciones, después de mucho
debate, se disolvieron en favor del burgués CNA.
El CNA optó por las negociaciones y el resto es
historia.
Cinco sindicatos se unieron para formar el
Sindicato Nacional de Obreros Metalúrgicos de
Sudáfrica (NUMSA por sus siglas en inglés) en
1987. En 1997, me hice miembro de NUMSA y
su líder donde trabajaba.
Los años de activismo, lectura e investigación
me mostraron cuan traicionera puede ser la colaboración
clasista. Nos subordina a las burguesías
nacionales, prometiéndonos el socialismo
más tarde. Termina con los comunistas y el
movimiento comunista. La historia abunda con
ejemplos de esta traición.
El año pasado conocí a PCOI. El Partido moviliza
masas para el comunismo no el socialismo,
que es en toda instancia capitalismo de Estado.
El Partido aquí tiene una base sólida de miembros
jóvenes. Nos reunimos todos los domingos,
leyendo Bandera Roja y compartiendo nuestras
experiencias. Más se nos unen todos los días.
Ayer, pasé todo el día en el teléfono reclutando
del área donde viven los obreros automotrices.
Estos jóvenes están decididos y quieren reunirse
con nosotros inmediatamente. El lugar es un poco
lejos, requiriendo dos viajes en taxi. Esto no nos
detendrá. ¡Rujan, leones jóvenes del PCOI!