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Artículos anteriores describieron las luchas internas del movimiento comunista sobre el nacionalismo y las alianzas con los capitalistas “nacionales”. Este artículo final de la serie describe cómo PCOI llegó a la conclusión de que el nacionalismo siempre es dañino para la clase obrera, y que los obreros siempre pierden cuando tratan de aliarse con los capitalistas.
En la parte IV (aquí), vimos que hasta el Séptimo Congreso de la Internacional Comunista (IC) en 1935, los comunistas de China, la India y otros países subdesarrollados o coloniales lucharon contra sus burguesías. Después del Congreso, el movimiento comunista mundial viró bruscamente hacia la derecha, se alió con los capitalistas y abandonó la meta de la dictadura de la clase obrera y de las masas rurales.
En 1943 la IC fue disuelta. Después de la 2ª Guerra Mundial, los comunistas franceses e italianos participaron en los gobiernos capitalistas hasta que fueron expulsados. En la década de los 1950, los dirigentes soviéticos rechazaron la dictadura de la clase obrera. Afirmaron que la revolución ya no era necesaria y que el socialismo podía convivir pacíficamente con el imperialismo.
A pesar de esta completa traición al movimiento comunista por parte de la URSS, se dieron dos acontecimientos muy importantes en las décadas posteriores a los 1950: el auge de los movimientos de “liberación nacional” en las antiguas colonias y una profunda división ideológica entre la URSS y el Partido Comunista de China (PCCH).
Desde los años 50, se dieron decenas de guerras contra la dominación imperialista en África, Asia y América Latina. Los comunistas tomaron parte en estas luchas, y a veces las lideraron. Todas forjaron alianzas con los capitalistas locales de las colonias o semicoloniales. Algunas de estas luchas ganaron apoyo mundial e inspiraron a millones, como fue el caso de Vietnam.
En todos estos movimientos, sin embargo, los capitalistas eventualmente triunfaron de una manera u otra. En la India, que no tuvo lucha armada, los británicos dividieron su colonia y la entregaron a los capitalistas locales. En Indonesia, los comunistas se aliaron con el líder capitalista Sukarno, pero los capitalistas indonesios recurrieron al fascismo y asesinaron a cientos de miles de comunistas y sus partidarios. Luchas sangrientas largas en muchos países africanos llevaron allí solamente a los capitalistas al poder. Las guerras civiles en América Central dejaron a los capitalistas en el poder.
La única excepción aparente a este patrón fue China, donde el movimiento comunista derrotó y expulsó al nacionalista Kuomintang y declaró la República Popular China (RPC) en 1949. Este movimiento fue una alianza de clases, justificada por el nacionalismo. Incluía obreros, campesinos, pequeñas empresas y la “burguesía nacional”, capitalistas chinos que se decía que eran independientes de los capitalistas extranjeros. Estos capitalistas desempeñaron un papel importante en la producción en los primeros años de la RPC. Eventualmente, el gobierno los compró, pero todavía siguieron recibiendo ganancias de sus viejos negocios. A finales de la década de los 1950, estos capitalistas, aliados con campesinos ricos, líderes del PCCH altamente pagados y técnicos expertos, e incluso algunos ex terratenientes, eran los mandamases de la nueva China. Lejos del comunismo, la nueva China puso en práctica el programa capitalista de Sun Yatsen, el fundador del Kuomintang: independencia nacional, reforma agraria y los inicios del desarrollo industrial.
En 1962, Mao advirtió que las fuerzas pro-capitalistas dentro del partido estaban luchando para impedir cualquier avance más allá del capitalismo: “Hemos heredado la burguesía nacional y sus intelectuales, así como los hijos e hijas de los terratenientes... Se mantienen ocultos hasta que las oportunidades maduran, luego las aprovechan”. Advirtió que los “revisionistas”, fuerzas pro-capitalistas que pretenden ser comunistas, “querían derrocarnos, si no prestamos atención y no llevamos a cabo ninguna lucha, China se convertiría en una dictadura fascista en unos pocos años o pocas docenas de años...”
Durante toda la década de los 1960, el PCCh peleó la lucha de clases contra el revisionismo soviético y chino. Esta lucha inspiró a muchos nuevos partidos comunistas en todo el mundo. Estos partidos rechazaron el revisionismo soviético pero copiaron el enfoque nacionalista del PCCh. Cuando Mao finalmente lanzó la Revolución Cultural, las líneas políticas equivocadas que el PCCh había seguido por años causaron estragos. Estos errores incluían la promoción del nacionalismo y un sistema de salarios socialistas que contraponía a obreros contra obreros. La clase obrera china dividida fue derrotada y los elementos capitalistas estaban totalmente al mando en 1980, como lo había predicho Mao.
Las victorias capitalistas en todas las luchas de “liberación nacional” y la lucha masiva contra el revisionismo en China nos permitieron aprender dos lecciones críticas. La primera era que el nacionalismo siempre es enemigo del movimiento comunista, y los capitalistas siempre salen ganando en los movimientos nacionalistas. La segunda es que los comunistas deben rechazar el socialismo y su sistema salarial y luchar directamente por el comunismo.
En el PCOI luchamos diariamente por el comunismo y contra todas las formas de nacionalismo, racismo y sexismo. ¡Únete a nosotros! Tenemos un mundo que ganar.