LOS ANGELES, EEUU, 1979—“Afuera está la Migra, hay que cerrar las puertas”, gritó un obrero, avisándole a los demás. Este era el aviso para poner en marcha un plan ya previsto desde hacía un par de meses. De inmediato varios obreros corrieron a cerrar las tres grandes puertas de la planta. Se escuchó cómo las maquinas dejaban de rugir y los grupos en diferentes secciones se reunían en espera de la acción. Había nerviosismo, ansiedad, pero mucha dedicación a no dejarse arrestar sin antes dar la batalla.
En esos años había muchas luchas espontáneas en contra de las redadas de la Migra y la explotación, principalmente en los talleres de costura y otras industrias. Los obreros y obreras inmigrantes daban liderato en la construcción de un movimiento revolucionario.
En esta fábrica mencionada arriba trabajábamos un promedio de 1,200 obreros y obreras produciendo zapatos para Fun-Strider, la gran mayoría indocumentados. Ese año, un grupo recién creado (célula) de comunistas distribuían 100 periódicos internamente y se repartía de vez en cuando junto a volantes frente a la fábrica. Las huelgas, paros, discusiones políticas y actividades sociales masivas eran constantes.
Cada año, era costumbre que en verano la Migra llegaba y “vaciaba” la fábrica de trabajadores sin documentos legales. Cuando se acercaba el tiempo de la redada racista, empezamos a discutir con los trabajadores qué hacer y publicamos por medio de volantes cuál sería el plan: Cuando la Migra llegue, cerraremos las puertas, y si logran entrar por las puertas de las oficinas patronales, todos saldremos marchando como un solo bloque hacia la calle principal, sin dejarnos arrestar. En la mayoría no había temor, sino odio contra las redadas de la Migra.
Los autobuses, vans, carros, decenas de agentes de la Migra y policía, estaban frente a la fábrica. Se dieron cuenta que los obreros/obreras se habían encerrado y quizás que había un plan de enfrentarse a ellos.
Dentro de la fábrica, el grupo de comunistas y otros amigos, hablábamos con los obreros y obreras de diferentes secciones y tratábamos de mantener el plan listo. Muchos obreros caminaban dentro de la fábrica con sus herramientas en la mano, martillos, tijeras y algunos con palos.
Después de una hora de espera, llegó muy nervioso el dueño de la fábrica donde estaba el grupo principal del liderato comunista y dijo, “No se preocupen la Migra no va a entrar”, él sabía que la batalla podía ser violenta, y el llegar con nosotros era un acto de sumisión.
Después de dos horas de espera, algunos vecinos, familiares de obreros, nos avisaron que la Migra se había ido. Algunos aplaudieron, otros sonreían. Nosotros sabíamos que había sido una pequeña, pero valiosa victoria de organización. Esto creó mucho respeto por los comunistas, y los nuevos camaradas obreros estaban muy contentos. Ese verano organizamos una fiesta en lo que eran las oficinas del partido, donde participaron cientos de obreros y obreras. Llevamos un grupo grande a la marcha del 1º de Mayo, y otras cosas más.
En esa época nuestra meta era luchar por el socialismo (capitalismo de Estado), y nuestra práctica era reformista con el lema de “Trabajo si, Migra No”. Hoy nuestra visión es movilizar a las masas para el comunismo. No basta solo desenmascarar el capitalismo, si no lo más importante es dar una visión de un nuevo mundo sin fronteras, ni dinero, ni patrones. Donde las masas trabajadoras ya no nos preocuparemos de las redadas si no de la producción colectiva para satisfacer las necesidades de la humanidad. Únete a nuestra lucha.