Hacía calor en la práctica de fútbol de la escuela secundaria local adonde ayudo. Los estudiantes compraron bebidas en un camión estacionado cerca. Noté que un estudiante no compró nada del camión. Me dijo que no tenía dinero.
Le dije que conocía a unos comunistas que decían que no necesitaríamos dinero en el comunismo. Él me preguntó: “¿Cómo va a funcionar eso?”
Mi primera respuesta fue decirle que necesitaríamos una revolución y que tendría que ser violenta, pero eso no satisfizo su curiosidad. Entonces, le dije que debería hablar con mis amigos en el Partido Comunista Obrero Internacional (PCOI) para ver los detalles.
Al día siguiente, estaba hablando con un camarada en el trabajo. Empecé a pensar en mi infancia en los proyectos de viviendas de Detroit. Si algunos de mis vecinos tuvieran hambre, los alimentaríamos. Todavía puedo probar el gulash que mi vecino hizo los viernes por la noche para todo el vecindario.
Nadie pensó en pedir dinero y nadie se moría de hambre. Muchos obtendrían lo deseado si llegara a ser cuestión de que si tienes dinero o no. La supervivencia colectiva era nuestra forma de vida. Compartimos todo, incluso las cucarachas.
Mis abuelos me contaron cómo llegaron al norte para trabajar en las plantas automotrices. Solo podían viajar de noche entre las 11:30 p.m. y las 5:00 a.m. Los voluntarios tenían casas para que se quedaran durante las horas peligrosas del día. No se intercambió dinero.
Cuando finalmente consiguieron trabajo en Ford, como eran negros no se les permitió trabajar durante el día o cambiar de turno. Trabajaban en las mismas horas nocturnas que viajaban por el sur.
El PCOI nunca tendrá tanto dinero como las corporaciones y los políticos que los sirven. Tenemos algo más grande: una visión comunista y un plan para construir una sociedad donde un niño reciba líquidos sin preocuparse por el dinero. Una sociedad donde no hay dinero, ayuda a nuestros compañeros de trabajo y estudiante.
Una sociedad sin dinero puede ser una gran motivadora. Mi camarada me pidió que le explicara esto al alumno, usando las historias de mi infancia y mis abuelos. A los estudiantes de secundaria no les gusta que les den conferencias, pero escucharán historias personales. Distribuyo docenas de Bandera Roja. Mi pregunta es: “¿Qué hago ahora para construir un movimiento para esta visión de una sociedad sin dinero con este estudiante y otros?”
-Obrero de Boeing y entrenador juvenil