El viernes 20 de diciembre de 2019 fue como ningún otro día en la historia de Bangalore, India.
Varios grupos antifascistas habían pedido masivamente que la gente se reuniera frente a la mezquita más grande de la ciudad. Los organizadores esperaban que un lakh (100,000 personas) salieran a manifestarse contra las leyes fascistas y xenófobas aprobadas por el gobierno en India.
Bangalore es la capital del estado de Karnataka, controlado por el gobernante partido fascista BJP de Modi. Las autoridades pusieron todos los obstáculos posibles. Suspendieron los servicios del metro y cerraron las carreteras principales. Utilizando una ley de la era colonial, declararon la ley marcial militar desplegando a miles de policías virulentos y racistas.
Con días de anticipación, nuestros camaradas técnicos de la informática habían creado mensajes para “publicarse y luego eliminarse” en micro grupos de redes sociales. Estos decían que solo la revolución comunista, sin fronteras ni dinero, puede derrotar al capitalismo y al fascismo. Estos mensajes fueron vueltos a publicar, leídos por miles.
Un grupo de miembros del PCOI, en su mayoría mujeres obreras de las maquilas de costura, sus vecinas y amigas, se unieron a la marcha. Inmediatamente entonamos consignas comunistas.
Una consigna popular en las protestas callejeras es la siguiente: una persona grita: “¡De hambre y hambrunas!”, Y la multitud contesta, “¡Azadi!” (La palabra farsi o iraní para libertad). “De la intolerancia religiosa” y la multitud responde: “¡Azadi!” Y sigue y sigue, denunciando a la policía, los ataques contra las mujeres, la violación, el racismo: “¡Azadi!”
Nuestros camaradas comenzaron a responder “¡Revolución comunista!” Muchos – hindúes, musulmanes, dalit, personas seculares, mujeres y hombres, obreros/as de la costura y profesionales de la informática – levantaron los puños al unísono de los fuertes cánticos de “¡Revolución comunista!”
Desde un lakh (100 mil) inicialmente, la marcha comenzó a aumentar en número y combatividad. La abrumadora presencia tanto de no musulmanes como de mujeres, y su enojo contra las leyes fascistas, nos mostraron que estaban abiertos al comunismo.
¡Pronto la marcha había crecido a un millón de personas! Nuestro contingente trató de permanecer unido pero fue imposible. Pero dondequiera que estuvimos, tratamos de introducir la política comunista.
Regresamos a nuestro vecindario después de marchar y corear consignas por más de 10 horas. Estábamos agotados pero llenos de energía, hablando, charlando y cantando canciones comunistas.
Nuestra experiencia se traducirá en reclutar más miembros al PCOI. Difundiremos nuestra literatura y mensajes más vigorosamente en las fábricas, escuelas y vecindarios.
Colectivo del Partido en Bangalore, India