¡Marchemos el Primero de Mayo por la Revolución Comunista!
21 de abril – El presidente de Estados Unidos, Trump, declaró a la élite Guardia Nacional iraní una “organización terrorista”. Una semana más tarde, el parlamento iraní declara “terroristas” a todas las tropas estadounidenses en el Medio Oriente. Irán ahora amenaza con cerrar el estrecho de Ormuz.
El “califato” de ISIS se ha derrumbado. Las fuerzas estadounidenses e iraníes y sus representantes están compitiendo por la influencia en Siria e Irak. En este contexto, la guerra de palabras aumenta el riesgo de una guerra real.
Lo mismo ocurre con la reelección de Netanyahu en Israel. Lo nuevo no es su racismo sino su alianza con tres partidos ultraderechistas. Los palestinos, incluidos los cristianos, y los árabes israelíes enfrentan una nueva ola de ataques racistas. Israel probablemente anexará los territorios ocupados.
Trump ayudó a Netanyahu al trasladar la embajada de Estados Unidos a Jerusalén. Apoyó la anexión israelí de los Altos del Golán (anteriormente parte de Siria). Y aumentó la presión sobre la unidad militar más confiable de los gobernantes iraníes.
Israel y Arabia Saudita han sido durante mucho tiempo estados clientes del imperialismo de Estados Unidos. Estados Unidos ha dependido en ellos para controlar el Medio Oriente rico en petróleo. Ambos países ven a Irán como su principal rival regional.
Trump acaba de endosar al hombre fuerte militar libio Hifter, que está tratando de derrocar al reconocido internacionalmente gobierno de Libia. Los principales patrocinadores de Hifter son Egipto, los Emiratos Árabes Unidos y Arabia Saudita.
Algunos ven las políticas de Trump como parte de su candidatura presidencial de 2020 o un esfuerzo por expandir su imperio empresarial. Pero esa no es toda la historia.
Estas continúan una política exterior estadounidense de mucho tiempo, sin ninguna pretensión de preocuparse por los palestinos. Pero el ambiente está cambiando rápidamente:
- Rusia y China están vendiendo armas a los estados del Golfo Pérsico que una vez dependieron de los Estados Unidos y Europa. Arabia Saudita compró recientemente $3,500 millones de dólares en armamento ruso.
- El comercio anual de China con los estados del Consejo de Cooperación del Golfo aumentó de $10 mil millones a $150 mil millones entre 2000 y 2017. Sus inversiones en la infraestructura y parques industriales están creciendo.
- El declive global del imperialismo estadounidense ha envalentonado a las potencias regionales. Todos los aliados de EE.UU. en la región, incluido Israel, están buscando acuerdos paralelos. Irak acaba de organizar una reunión de alto nivel con líderes de Arabia Saudita, Irán, Turquía, Kuwait, Siria y Jordania.
Las políticas de Trump en Medio Oriente dejan la impresión de que EE. UU. ya no lidera, sino que sigue a sus antiguos títeres. Algunos estrategas imperialistas de Estados Unidos ven estas políticas de Trump como una desviación de la tarea principal de ellos de prepararse para enfrentar a China en Asia-Pacífico. De cualquier manera, el mundo se está volviendo rápidamente más peligroso.
Las guerras de los gobernantes son letales para los trabajadores y nuestros hijos. Pero también pueden ser letales para los mismos gobernantes si los soldados y marineros aprovechan las crecientes oportunidades para voltear las armas y movilizarse para la revolución comunista.
Fascismo, Religión y un Mundo en Crisis.
La intensificación de las rivalidades en el Medio Oriente proviene de la crisis general del capitalismo. Con menos oportunidades de inversión rentable, la competencia se agudiza. El capitalismo solo puede resolver estas contradicciones mediante la destrucción masiva.
El comunismo las resolverá aboliendo el dinero, los mercados, las naciones, las fronteras y cualquier otro aspecto de la vida bajo el capitalismo.
Pero la clase obrera aún no ha luchado y conquistado el comunismo. Seguimos sumidos en el putrefacto capitalismo en declive. El fascismo es su forma política.
Fascismo significa gobernar abiertamente usando el terror, reforzado con el racismo, nacionalismo y sexismo más extremos. El fascismo es totalmente consistente con la democracia electoral como vemos en Brasil, los Estados Unidos, Israel, India, Hungría y otros países.
El fascismo del siglo XX desdeñaba la religión. Pero el fascismo del siglo XXI lo abraza. Cuando los gobernantes se justifican con la religión se llama “teocracia”.
Arabia Saudita, Irán y otros estados son teocracias musulmanas. Bajo Netanyahu, Israel es abiertamente una teocracia judía. Bolsonaro quiere hacer de Brasil una teocracia cristiana.
Demasiados trabajadores siguen a los líderes religiosos que les urgen a votar e incluso matar para los fascistas que los oprimen. Algunas de las comunidades judías más pobres en Israel, por ejemplo, apoyaron más firmemente a Netanyahu.
No estamos de acuerdo con algunos liberales que culpan a los “votantes” por el aumento del fascismo. Pero no debemos dejar que el racismo, el nacionalismo o la religión nos cieguen a ver quienes somos: miembros de una clase obrera internacional.
Por supuesto, muchas personas religiosas apoyan a los politiquearos “menos malos” en vez de los abiertamente fascistas. Muchos encuentran inspiración en su religión para luchar contra la injusticia y la desigualdad.
Algunos incluso, por sus puntos de vista religiosos, han sido movidos a luchar por alguna forma de comunismo. Les damos la bienvenida como miembros del Partido Comunista Obrero Internacional.
Pero el comunismo acabará con la base material de la religión: la sociedad de clases.
¡No más gobernantes que se benefician de prometerles a las masas una vida mejor después de la muerte a cambio de obedecer y sufrir aquí y ahora! ¡No más guerreadores cínicos enfrentándonos unos contra otros en nombre de dios(es)!
Más allá de eso, pensamos que el comunismo desarrolla confianza en nuestro poder colectivo para determinar nuestras vidas y nuestro destino.
Absorbe nuestras fallas humanas, errores y pérdidas en colectivos solidarios que nos ayudan a convertirnos en nuestro mejor yo.
Muestra que todos estamos interconectados a través de vínculos sociales concretos y la realidad material del universo.
La creciente conciencia comunista internacional reducirá y eventualmente pondrá fin al atractivo de la religión y otras formas de tribalismo.
¡Enarbolemos la Bandera Roja de la revolución comunista este 1º de Mayo y durante todo el año!