El gobierno de los Estados Unidos está librando una brutal guerra de clases. Tiene muchos frentes y, como todas las guerras, la propaganda racista y nacionalista que produce es tan peligrosa como las balas que descarga. En un frente en 2017, según el diario Washington Post, los policías mataron a unas 987 personas (principalmente hombres).
Es una guerra de clases brutal, pero se nos ha ocultado todo su alcance. La tarea de Bandera Roja no es solo proyectar un futuro comunista, sino también enfrentar las mentiras que hoy nos dividen y debilitan. Debemos presentar un entendimiento materialista del mundo: la sociedad capitalista está basada en la explotación de las masas. La minoría (los capitalistas) necesita la opresión para explotar continuamente a las masas. El racismo, sexismo y nacionalismo son herramientas claves de esa opresión.
Ya sea el gobierno, las universidades o los medios de comunicación tradicionales, las voces liberales de Estados Unidos capitalista cantan la misma canción: “Políticas de identidad”. Para ellos, la sociedad es una mezcla de grupos raciales o étnicos que a veces compiten, a veces cooperan. De esta manera, ocultan su explotación y marginan la necesidad de conciencia de clases.
Los argumentos que nos engañan peligrosamente provienen de liberales como George Soros. Ven las cifras (como las del artículo del Washington Post) y señalan que mientras los negros representan aproximadamente el 12% de la población de EE. UU., representan el 23% de las víctimas balas policiales. Los hispanos son el 18% de la población, pero representan el 21% de las víctimas. Los blancos, señalan ellos, representan aproximadamente el 61% de la población, pero representan solo el 48% de los asesinatos.
Esta diferencia entre las víctimas blancas y negras muestra el carácter racista de la fuerza policial. Dado que las balas policiales matan mayormente a hombres negros, la lucha contra estos asesinatos ha sido llevada a cabo principalmente por la comunidad negra. Sin embargo, si los obreros negros (12% de la población) piensan que están solos, pensarán que no es posible unirse a otros obreros para luchar por soluciones revolucionarias. Al contrario, buscarán aliados para lucha por cámaras corporales, entrenamientos de sensibilidad, más reclutamiento de policías no-blancos y cosas por así.
El racismo no es principalmente una expresión cultural como sostiene la política de identidad. Es el producto necesario del capitalismo. Una sociedad donde una minoría ((los capitalistas) explota a la mayoría (los obreros) tiene que dividir esa mayoría para poder gobernar. Históricamente, en EE.UU., el racismo juega ese papel divisorio. Las relaciones de producción capitalistas (una minoría explotando a la mayoría) son la base material del racismo.
Y el racismo es fundamental para EE.UU. No importa si Donald Trump lo plantee crudamente o lo haga un liberal refinado como Soros, el racismo es fundamental para la supervivencia del capitalismo estadounidense.
Todo lo cual nos trae de vuelta a las 987 personas que mató la policía de EE.UU. en 2017. Todos los asesinatos tuvieron lugar en barrios de clase obrera.
$52,218 por año es la cifra clave. No importa si eres blanco, negro o hispano, $ 52,218 es la estadística más importante. Si eres hombre y vives en un vecindario donde el ingreso medio por hogar es de $ 52,218 o menos, entonces vives en un área donde los policías te disparan y te matan. Si en tu vecindario ese ingreso está arriba de $52,218, entonces vives donde no hay asesinatos policiales.
Cerca de 92 millones de personas, más de una cuarta parte de la población de EE. UU., viven en vecindarios de menos de $52,218. Cerca de 41 millones, (44%) son blancos, 17 millones (19%) son negros y 24 millones (27%) son hispanos. El racismo hace que las familias negras e hispanas estén sobre representadas en estos barrios más oprimidos. Ese mismo racismo también tiende a separar geográficamente estos barrios. Los negros se concentran en el interior de las ciudades, mientras que los blancos más pobres se concentran en pequeños pueblos rurales y los hispanos en ambos barrios rurales y urbanos.
Todas las 987 víctimas del articulo del Washington Post vivían en el “otro” EE.UU. Usando este análisis de clases, vemos que la tasa de blancos asesinados es de 1.2 por 100,000; los negros tienen una tasa de 1.4 y los hispanos una tasa de 0.9. Los negros aún son asesinados a una tasa más alta que los blancos, pero la disparidad es mucho menos marcada en comparación con la división por ingresos: ¡de 0 en los barrios más ricos a 987 en los barrios más pobres!
Tiene tan poco sentido que los obreros blancos no se unan o lideren protestas contra los asesinatos policiales de sus hermanos y hermanas negros o hispanos, como que los obreros negros o hispanos no se unan a las protestas, o lideren, contra los asesinatos de obreros blancos por la policía. De hecho, construir tal conciencia de clases es un paso necesario para construir el mundo revolucionario comunista que necesitamos.
Pie de foto: 18 de abril – Los estudiantes de la universidad estatal de San Diego protestaron por los recientes incidentes racistas, incluido el vandalismo del Centro de Recursos Negros. Exigen que la Universidad mejore la seguridad y contrate más profesores y personal negros y latinos.
Reformas como “seguridad” pueden fácilmente convertirse en intimidación policiaca. En lugar de eso los estudiantes deben aliarse con los obreros, soldados, marineros para luchar por una sociedad comunista que pueda derrotar el racismo.