“Trataron de enterrarnos, pero no sabían que éramos semillas”. – Proverbio mexicano.
Las huelgas y protestas políticas masivas en Argentina, Brasil, Honduras y otros lugares están demostrando que la represión de los gobernantes capitalistas no puede detener la lucha de clases.
Pero la lucha de clases por reformas no puede detener los ataques cada vez más feroces del capitalismo contra la clase obrera. Sólo la revolución comunista puede hacer eso.
Argentina: una huelga general el 29 de mayo detuvo aviones, autobuses y trenes y cerró los principales puertos de granos. Cerró bancos, tribunales, escuelas y servicios hospitalarios de no emergencia.
Los sindicatos protestaban los despidos masivos y los recortes a los subsidios, lo cual aumentaba el costo del transporte y los servicios públicos. Las políticas pro capitalistas del presidente Macri han reducido el presupuesto de los trabajadores con una inflación altísima.
Brasil: Miles de residentes de las favelas y simpatizantes se reunieron en Río de Janeiro el 26 de mayo para exigir “Parem de nos matar”: ¡Dejen de matarnos! Están desafiando al presidente Bolsonaro y a la policía racista que él desató para acribillar las favelas (en su mayoría barrios negros). También desafiaron los mítines fascistas masivos de partidarios de Bolsonaro.
Diez días antes, estudiantes y maestros de cientos de universidades y escuelas secundarias realizaron una huelga nacional contra los principales recortes presupuestarios del gobierno.
Honduras: decenas de miles han marchado contra la privatización de los servicios de educación y salud pública. El 30 de abril, la policía hondureña atacó a maestros, doctores y estudiantes en huelga en las calles de Tegucigalpa. Los huelguistas fueron amenazados con despidos masivos. Pero las protestas continuaron y crecieron.
El 4 de junio, el presidente Juan Orlando Hernández revocó los decretos de privatización. Pero aún así continúan las protestas.
El capitalismo mundial está en una crisis creada por su propia naturaleza. Está impulsado por la necesidad de maximizar las ganancias para atraer inversiones de capital. Eso significa reducir los costos laborales mediante la mecanización y la represión. Pero la mecanización disminuye la tasa de ganancia. La pobreza y la represión, tarde o temprano, impulsan a las masas a rebelarse
Trataron de enterrarnos. Pero somos semillas.
Necesitamos ser semillas de la revolución comunista.
El comunismo nos liberará de la tiranía de la esclavitud asalariada. Ya no tendremos que vendernos por hora, para comprar viviendas, alimentos de subsidencia y otras necesidades básicas.
El comunismo nos liberará de la violenta dictadura capitalista. No más policías racistas y militares fascistas para aterrorizar a nuestras hermanas y hermanos de clase más oprimidos y combativos.
El comunismo acabará con la división entre el trabajo “mental” y el “manual” la cual surgió con la sociedad de clases, y las escuelas y universidades que la perpetúan.
El comunismo nos permitirá una participación masiva directa en la toma de decisiones que afectan nuestras vidas comunes. No más elecciones que (en el mejor de los casos) nos dan la “oportunidad” de elegir qué capitalistas nos gobernarán.
Las masas en todo el mundo estamos luchando por nuestras vidas. Muchos están valientemente dando su todo a la lucha. Que esta sea la lucha de nuestras vidas: la lucha por el mundo comunista que necesitamos.