5 de junio: “Mi amigo en Sudán me preguntó cuál es la cantidad de muertos publicada actualmente (no tiene acceso a Internet debido al apagón)”, preguntó en el Internet un traductor sudanés en el extranjero. “Cuando le dije 40 personas, suspiró y dijo: ‘Eso no es ni la cuarta parte de la cantidad de personas asesinadas’”.
Hace dos días, las milicias del Consejo Militar de Transición de Sudán (CMT) abrieron fuego contra un plantón de varios meses frente al cuartel general del Ejército en la capital, Jartum. Quemaron las carpas, violaron a doctoras en el área médica y arrojaron cuerpos al río Nilo.
Desde entonces, las tropas han sitiado a Jartum. El CMT cerró el Internet, tratando de ocultar sus crímenes. Los expatriados y simpatizantes sudaneses han tenido o planeado mítines de solidaridad en Alemania, Inglaterra, Canadá y otros lugares.
Al momento de ir Bandera Roja a la imprenta, los sindicalistas sudaneses han anunciado que una huelga general ha paralizado a Jartum y a todas las ciudades y puertos importantes de Sudán.
Un movimiento pro democracia de millones de personas ha sacudido a Sudán desde diciembre. Es demasiado pronto para decir si la represión militar le pondrá fin. Lo que sí sabemos es que nada menos que la revolución comunista puede permitirnos a las masas ejercer un poder real sobre nuestras vidas.
Las negociaciones entre los líderes liberales de Sudán y sus gobernantes militares se rompieron en mayo. Una huelga general del 28 al 29 de mayo exigió un nuevo consejo gobernante compuesto mayormente de civiles.
El general al-Burhan, jefe del CMT, visitó a los dictadores capitalistas del vecino Egipto, de los Emiratos Árabes Unidos (EAU) y Arabia Saudita. Estos carniceros temen un resurgimiento de los levantamientos de la Primavera Árabe del 2011. Le dieron el visto bueno al asalto militar que comenzó unos días después.
Las Fuerzas de Apoyo Rápido que encabezaron este ataque asesino fueron conformadas de las milicias Janjaweed las cuales llevaron a cabo el genocidio en Darfur. Han combativo en la coalición del los saudíes en Yemen. Sin embargo, reciben apoyo material de la Unión Europea.
Estos mismos líderes europeos fueron al Consejo de Seguridad de la ONU el 4 de junio. Querían una resolución que llamara por el fin inmediato de la represión violenta.
China y Rusia bloquearon esa resolución. Junto con Egipto, Emiratos Árabes Unidos y Arabia Saudita, estos imperialistas están entre los principales socios comerciales de Sudán.
La confrontación en la ONU expone el conflicto interimperialista que pasa inadvertido debajo de la superficie de la crisis de Sudán.
Las principales voceros imperialistas de EE.UU., incluidos el Washington Post y el New York Times, reclaman una “transformación democrática” de Sudán. Realmente quieren transformarlo de un bastión chino a uno occidental. Eso es bastante improbable.
La agudización de la confrontación entre los imperialistas en competencia crea un “riesgo real”, como advierte el Grupo Soufan (consultoría de seguridad internacional) de que Sudán “podría caer en una guerra civil total, lo que afectaría significativamente toda la región”.
“Necesitamos urgentemente regresar a la mesa de negociaciones”, dijo ayer el embajador alemán Christoph Heusgen. “La legitimidad no puede salir del cañón de un arma”.
Pero ahí es siempre de donde viene el poder real, si no la “legitimidad”. Es por eso que los obreros y soldados en Sudán y en todas partes deben liderar a las masas en la lucha armada. Debemos destruir este sangriento sistema capitalista. Las elecciones democráticas y el gobierno civil no son la respuesta. El comunismo si lo es.