Sudoeste Asiático: Capitalistas Pelean por el Control de Recursos Energéticos

Guerra Armenia-Azerbaiyán: Capitalistas Globales y Regionales Sacrifican Vidas Obreras por Sus Ganancias y Poderío

3 de noviembre – Miles de trabajadores mueren en el conflicto de Nagorno-Karabaj entre Armenia y Azerbaiyán. En esta región, los grupos étnicos nacionales se entremezclan y sus territorios se superponen. Las tensiones étnicas están siendo exacerbadas y explotadas por poderes externos. Los trabajadores necesitan urgentemente convertir las guerras por ganancias de los patrones en una revolución comunista.

Esta guerra es un salto cualitativo en el constante conflicto entre Armenia y Azerbaiyán. Es parte de una lucha más amplia por el control de los estratégicos recursos energéticos, así como un cambio en el desarrollo del poder global. Los capitalistas franceses, turcos y rusos compiten por el control de los oleoductos y compiten para llenar el vacío imperialista dejado por el declive absoluto de la potencia estadounidense.

El Nuevo Gasoducto Transcaspio

El sur del Cáucaso es una arteria crucial para el gas y el petróleo que fluyen desde Azerbaiyán hacia Turquía y hacia Europa y otros mercados mundiales.

Los oleoductos existentes van desde Bakú, la capital azerí en el Mar Caspio, hasta Georgia y Ceyhan en la costa mediterránea de Turquía. Estos oleoductos son cruciales para Azerbaiyán y estratégicamente importantes para Estados Unidos y Europa. Compiten directamente con Rusia por el mercado europeo del gas natural.

Los planes recientes para un oleoducto submarino de Turkmenistán a Bakú realzarían la importancia estratégica de los oleoductos azeríes. También les permitirían a Europa y Turquía acceder a los recursos energéticos de los gigantescos campos de gas de Turkmenistán. Turkmenistán actualmente solo vende ese gas a China y Rusia. El Gasoducto Trans-Caspio fortalecería la influencia de Turquía en la región y disminuiría la influencia de China y Rusia en Asia Central.

Turquía y Rusia: Unidad y Competencia

Turquía ha armado y alentado agresivamente a los patrones azeríes. La artillería rusa con base en Armenia está destruyendo los drones de fabricación turca desplegados por el ejército azerí. Pero Rusia ha vendido armas a ambos lados. Su apoyo a Armenia es limitado. Su acuerdo de defensa mutua con Armenia no incluye a Nagorno-Karabaj, que, según el derecho internacional, es parte de Azerbaiyán.

Bandera Roja informó, hace un año, sobre la retirada de las tropas estadounidenses del norte de Siria y la paz inestable negociada entre Rusia y Turquía a lo largo de la frontera entre Turquía y Siria. Estados Unidos ya era cada vez más irrelevante en la región, al tiempo que giraba estratégicamente hacia Asia.

Ahora la irrelevancia de EE.UU. es aún más clara. Un acuerdo de paz negociado por EE.UU. el 26 de octubre, que Trump afirmó que fue “algo fácil” de lograr, duró apenas una hora.

Tanto Armenia como Azerbaiyán fueron repúblicas soviéticas hasta 1991. Han permanecido dentro de la esfera de influencia rusa. Rusia copreside el Grupo de Minsk, con Francia y EE.UU., creado en 1994 para resolver las disputas territoriales entre Armenia y Azerbaijan.

Turquía, excluida de esa discusión, ha impulsado cada vez más su influencia regional. Respalda a los gobernantes azeríes, diplomática y militarmente. Turquía está enviando combatientes sirios del lado de Azerbaiyán, los mismos que ha desplegado en el noreste de Siria.

En Libia, los ingresos del petróleo también son un factor importante en la participación de Rusia y Turquía en lados opuestos de la guerra civil Libia. El presidente turco Erdogan juega un papel importante en sostener el Gobierno de Acuerdo Nacional (GAN) en Libia. Este gobierno está en un conflicto continuo con la insurgencia respaldada por Rusia conocida como el Grupo Wagner. La lucha en Libia corre el riesgo de involucrar a Egipto y a otros estados del norte de África.

En noviembre de 2019, Turquía firmó un acuerdo de perforación petrolera con GNA que atraviesa los bloques de perforación de Grecia y Chipre en el Mediterráneo oriental. Turquía se ha arriesgado a recibir sanciones de la Unión Europea al enviar a aguas griegas y chipriotas barcos de exploración respaldados por barcos militares.

Si bien Turquía y Rusia compiten por la influencia, no están en un camino hacia una inevitable guerra total. Este verano, Turquía acordó comprar un segundo envío de misiles de defensa S-400 de Rusia. Este acuerdo de armas de 2017 creó una crisis en las relaciones entre Estados Unidos y Turquía, pero Turquía no se sometió a la presión de Estados Unidos.

El declive absoluto del imperialismo estadounidense ha desestabilizado a gran parte del mundo.

El grupo de Minsk, especialmente sin las potencias regionales Irán y Turquía, tiene perspectivas limitadas de negociar una paz estable.

Las potencias imperialistas y regionales continúan sacrificando las vidas de los trabajadores en Armenia, Azerbaiyán, Libia, Siria y otros lugares en aras de recursos energéticos lucrativos y estratégicos. Las guerras más grandes son el futuro.

Pero la clase trabajadora no permitirá ser sacrificada para siempre. Debemos hablar de su desilusión con el socialismo proyectando una visión clara del comunismo. Cuando los gobernantes capitalistas-imperialistas movilizan a las masas para sus guerras, crean más oportunidades para la revolución comunista que tanto necesitamos.

Primera página de esta edición

 

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