23 de noviembre: Masas estallaron en indignación en todo Brasil después de que João Alberto Silveira Freitas, un soldador negro de 40 años, fuera asesinado a golpes por guardias blancos de seguridad en un supermercado Carrefour en Porto Alegre, Brasil, el 19 de noviembre. Un guardia lo golpeó repetidamente en la cara y la cabeza mientras el otro lo inmovilizaba con la rodilla en la espalda.
Un testigo dijo que mientras los guardias de seguridad lo golpeaban, Silveira Freitas “gritaba que no podía respirar”. Perdió el conocimiento y murió en el acto.
El video de esta brutal golpiza racista y asesinato se volvió viral. Desató la furia masiva en la víspera del Día de la Conciencia Negra, anteriormente llamado Día del Quilombo. Esta festividad conmemora el orgullo y la resistencia negra. La fecha marca la muerte en 1695 del héroe negro más histórico de Brasil, Zumbi dos Palmares, quien dirigió el mayor asentamiento de esclavos fugitivos (quilombo) del país en el siglo 17.
Masas de personas dieron más urgencia al día mientras protestaban en los supermercados Carrefour por todo Brasil. Un grupo grande gritaba: “¡Los verdaderos saqueadores son capitalistas!”
El presidente Jair Bolsonaro no habló, pero sí el vicepresidente, Antônio Hamilton Martins Mourão (que es negro). Se apresuró a decir que en Brasil “el racismo no existe, lo que existe es la desigualdad”. Otra forma poco sutil de decir discriminación.
Más de la mitad de las personas en Brasil son negras y, junto con los indígenas, han sufrido la mayor cantidad de muertes por el racismo y el coronavirus.
Las personas negras y mezcladas representan alrededor del 57% de la población de Brasil, pero constituyen el 74% de las víctimas de violencia letal, según el Foro Brasileño de Seguridad Pública. El porcentaje es aún mayor, 79%, de los asesinados por la policía.
Las masas han comparado este asesinato a sangre fría frente a testigos con el asesinato de George Floyd en los Estados Unidos.
Los dueños franceses de los supermercados despidieron a la empresa de seguridad. Los patrones temen la ira de las masas y están tratando de apaciguarlas.
Pero muchos miles han salido a protestar contra el racismo. Y la ira de los trabajadores va en aumento, manifestándose cada vez más. La pandemia del coronavirus ha dejado al descubierto la apestosa cloaca capitalista, pero los trabajadores ya no están dispuestos a aceptar sumisamente los ataques contra nuestra familia, la clase trabajadora.
Las condiciones están ahí, pero no debemos creer que podemos acabar con el racismo bajo el capitalismo. La esclavitud asalariada del capitalismo necesita el racismo para dividir a la clase trabajadora, para pagar menos a los trabajadores negros y utilizar el terror racista para tratar de evitar que nuestra clase se una para deshacerse de nuestros explotadores.
Necesitamos canalizar esa ira masiva luchando por el comunismo, construyendo el Partido Comunista Obrero Internacional. Somos la única alternativa para los trabajadores. Sabemos que quitarles el poder a los capitalistas y acabar con el racismo requerirá una revolución violenta que ponga fin de una vez por todas al sistema patronal de esclavitud asalariada.
Rebelión Chibata, Levantamiento de marineros, Brasil 1910
“En la revuelta de Chibata, hace 110 años, marineros y en su mayoría gente negra paralizaron por completo todo el país durante cinco días”, comentó un camarada en Brasil. “La rebelión se extendió como la pólvora. Hoy tenemos que ganar a los soldados para luchar por el comunismo”.
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