Manifestantes furiosos, en su mayoría mujeres, protestaron contra el asesinato de Ingrid Escamilla, de 25 años, en la Ciudad de México. Un grupo se reunió frente al edificio donde fue asesinada. Marchas más grandes, más enardecidas, culparon al estado y a la prensa, que ha publicado horribles fotografías de su cadáver.
Otra mujer asesinada en México – con 1006 feminicidios documentados en 2019, y seguramente muchos más – y ¿cuántas asesinados de muchas maneras por el capitalismo en todo el mundo? Nosotros, la clase obrera internacional, no nos dejamos engañar por escuadrones policiales de solo mujeres controlando nuestras protestas o por las garantías de Nelly Montealegre Díaz de que este caso será investigado a fondo y sin descanso.
La violencia contra las mujeres es la forma más extrema del sexismo que es parte integra de las sociedades de clases. Los gobernantes no solo necesitan el sexismo para dividir a los trabajadores y trabajadoras, sino las mismas relaciones de producción y distribución de mercancías requieren relaciones de poder e ideas sexistas, racistas y clasistas que justifiquen esas relaciones.
Comenzamos ahora a construir las relaciones comunistas — combativas, cariñosas, relaciones de solidaridad y lucha entre las masas trabajadoras de todos los géneros — que nos permitirán ponerle fin a la sociedad capitalista. Estas relaciones son el embrión del nuevo mundo comunista que construiremos, donde trabajaremos juntos para construir una sociedad saludable donde nadie volverá a ser víctima del odio y la violencia.