«No, No Pueden Cosecharlas, Déjenlas Que Se Pudran”.
Hace unos 40 años, un grupo de nosotros estábamos en el Valle de San Joaquín visitando a campesinos (obreros agrícolas) y ofreciéndoles un periódico comunista. En una casa, una señora tercera edad nos dijo: “Después de deportar a un grupo de campesinos, no había nadie para cosechar lo cultivado en una granja cerca de nosotros. Había papas en un campo listas a cosechar. Fui a preguntarle al granjero si mis amigos y yo podíamos cosecharlas y dárselas a personas necesitadas. Él dijo, ‘No déjalas que se pudran’».
Esa era la lógica asesina del capitalismo. Todavía sigue siendo.
Recolectores de arándanos del estado de Washington, 1 de abril
Capitalismo: bien vendido o bien podrido
Hoy en EE.UU., los restaurantes y las escuelas están cerrados debido al coronavirus. Como resultado, se producen alimentos que no se venden. La cooperativa lechera más grande de la nación, Dairy Farmers of America, estima que los granjeros están tirando diariamente unos 3.7 millones de galones de leche. Una granja agropecuaria destruye semanalmente unos 750 mi huevos sin incubar.
Sin embargo, en todo el país, las personas hacen fila en bancos de comida que están vacíos o casi vacíos. En Los Ángeles miles hacen cola en un banco de comida. 10,000 esperaban en San Antonio, Texas, otros miles en una cola de millas de larga en Pittsburg, Pensilvania. Otros, buscando asilo, se apiñan al otro lado de la frontera en México.
Cientos de miles de bocas hambrientas que carecen de una cosa: ¡dinero! Y los capitalistas de hoy en día les dicen rehecho lo que dijeron hace 40 años: «¡Que se pudran!»
Es mundial. En las bellas islas griegas, los refugiados sirios metidos en amontonados campamentos abarrotados padecen hambre porque los capitalistas europeos dicen de hecho: «Déjenlos que se pudran”.
En India, hay almacenes (Godowns) llenos de granos propiedad del gobierno, mientras millones padecen hambre en las calles. Y el gobierno de Modi les da la espalda.
En un Godown en Delhi, hay 73 mil toneladas de granos – suficiente para alimentar a Delhi durante diez meses, pero solo aquellos con tarjetas de racionamiento pueden obtenerlas. Miles no califican.
Los capitalistas producen para sacar ganancias, no para satisfacer las necesidades humanas. Prefieren arar la comida o tirar la leche antes que regalarla y abaratar su producto. Arar bajo tierra los alimentos no vendidos es legal. Tomarlos para alimentar a una familia hambrienta es un acto criminal. Los policías, los tribunales y las cárceles defienden la propiedad privada y las ganancias.
Las cosas, o mercancías, los mercados capitalistas tienen dos lados. Un lado es su valor de cambio, o el precio que cuestan. El otro lado es su valor de uso, o lo útiles que son para nosotros. Para el agricultor capitalista, el precio o ganancia (valor de cambio) es lo único que importa. Para los campesinos, la comida y la alimentación de su familia y otras personas (el valor de uso) es su principal preocupación.
En el Comunismo Produciremos para Satisfacer las Necesidades de las Masas.
El comunismo rechaza las ideas de intercambio y de valor de cambio. Podemos construir una sociedad donde distribuimos y compartimos cosas porque otras personas los necesitan o pueden usarlas. Después de una revolución comunista no habrá dinero, ganancias o propiedad privada. Las masas determinarán los alimentos más útiles y los producirán y distribuirán. Nuestra motivación, la motivación de nuestras sociedades, será satisfacer nuestras necesidades colectivas.
Para los capitalistas es una idea peligrosa. La mera idea del comunismo incluso los persigue hoy día. Supongamos que las personas que padecen hambre comienzan a leer Bandera Roja y están de acuerdo que producir cosas por valor de cambio (precio o ganancia) es inhumano y antisocial. Supongamos que organizan o apoyan a aquellos que organizan ir a las granjas y agarrar y distribuyendo directamente los alimentos a quienes los necesitan. Alimentos que de otra forma serían destruidos.
Esa misma idea puede entusiasmar a aquellos en las líneas de alimentos. Esa idea muy comunista es una pesadilla para los capitalistas. Saben que las ideas, una vez tomadas por las masas, se convierten en una fuerza material. Estarán gritando y llorando al solo pensar en la caída de sus ganancias. Y nosotros, las masas, construiremos colectivos comunistas del PCOI; levantaremos la Bandera Roja y responderemos: “¿Ganancias? ¡Que se pudran!