Capitalismo, Covid-19 y las Escuelas

COVID-19 Expone las Contradicciones en la Educación Capitalista

¿Qué clase de padre juega con la salud de sus hijos? ¿Volver al trabajo como maestro o custodio es una sentencia de muerte? Estas son preguntas que te despiertan en medio de la noche. Cuándo y cómo reabrir las escuelas es un tema candente.

Trump y su secretaria de educación, Betsy DeVos, insisten que las escuelas deben volver a abrirse. Eso sucederá en algunos lugares, especialmente en las escuelas privadas, chárteres y religiosas. Pero Trump y Devos son ricos, y el COVID-19 está matando gente obrera.

Algunos distritos escolares están probando un plan híbrido con una mitad de jóvenes en casa y la otra en las aulas, siempre con distanciamiento social y uso de máscaras. Muchos distritos de ciudades grandes y estados con grandes centros urbanos han ordenado cierre de escuelas hasta que bajen las tasas de COVID-19. A menos que el virus esté bajo control, incluso los distritos que planean abrir se verán obligados a dar clases por el Internet.

Los maestros en Florida (EE. UU.) protestan por la reapertura imprudente de las escuelas a medida que los casos de Covid-19 se disparan.

Pero las familias obreras están casi en quiebra, en quiebra o muy en quiebra. El capitalismo no nos permite alimentar o albergar a nuestros hijos a menos que trabajemos. Eso también despierta a uno por la noche.

La mayoría de nosotros hemos pasado tiempo en la escuela, generalmente al menos una década en las escuelas capitalistas. Sabemos, o al menos sentimos, que las escuelas son el sitio de una gran contradicción social. Ahora también son sitios de contradicciones de vida o muerte.

Como instituciones capitalistas, las escuelas enseñan racismo y otras ideas capitalistas. Las primarias públicas surgieron para entrenar a los niños a ser esclavos puntuales y obedientes con habilidades que las fábricas requerían. Mundialmente, todo niño escolar absorbe el patriotismo mientras aprende a cantar el himno nacional.

Las escuelas diferencian las clases sociales. Los de extracción obrera aprenden a realizar el trabajo asignado. Algunos, principalmente de familias acomodadas, aprenden a internalizar los valores y administrar el sistema. Los jóvenes de clase dominante aprenden a esperar los privilegios de innovar y aprovechar el trabajo de otros. En el proceso, las escuelas perpetúan el racismo sistémico y la división capitalista del trabajo en “mental” y “manual”.

Pero los niños también aprenden valores sociales importantes en la escuela. Incluso en el jardín de infantes, comienzan a verse como parte de la sociedad. Aprenden a turnarse, a escucharse, a jugar bien y a no correr con tijeras. Como señaló el educador soviético Makarenko, nuestros lazos con los compañeros de escuela pueden convertirse en nuestros lazos sociales más fuertes.

La mayoría de los jóvenes no pueden articular las contradicciones del sistema escolar. Pero dicen cosas como: extraño a mis amigos pero no extraño los matones. Echo de menos los proyectos de ciencias, pero no echo de menos la tarea y las pruebas. Extraño al Sr. X, pero no extraño a los maestros racistas ni a los policías escolares.

La revolución comunista destruirá la sociedad de clases y sus escuelas.

Relaciones sociales camaderiles entre los jóvenes serán primarias. Sin patrones y explotación, la educación será rehecha. Criaremos a los niños para que trabajen de manera cooperativa para satisfacer las necesidades de la sociedad, en lugar de competir por trabajos asalariados. El comunismo reconocerá que todo trabajo significativo requiere pensar y hacer, trabajo “mental” y “manual”. Los jóvenes y los adultos respetarán el trabajo y aprenderán unos de otros.

Los trabajadores más vulnerables, principalmente trabajadores industriales y agrícolas negros y negros y latinos, son los más propensos a morir del COVID-19. Sus hijos tienen menores opciones. Los padres de extracción obrera que necesitan un trabajo para pagar sus cuentas, comprar alimentos y tener un seguro médico, quieren que los niños estén seguros en la escuela mientras ellos trabajan. Pero también saben, que durante una pandemia, las escuelas no son seguras para nadie.

Los maestros quieren mantenerse a salvo, pero anhelan estar en sus aulas para compartir lo que han aprendido con sus alumnos: las relaciones sociales, las habilidades y el conocimiento. No siempre están conscientes de que también comparten la ideología y relaciones sociales capitalistas.

La crítica reformista al “aprendizaje a distancia” durante la pandemia se ha centrado en el acceso desigual al tiempo, a los dispositivos y as Internet. Obviamente, los jóvenes de clase obrera y sus familias tuvieron estas dificultades durante la primavera, y las cosas parecen ser similar para el otoño.

La mayoría de maestros cree en lo que se les ha enseñado: que las escuelas son 100% buenas. La mayoría no cuestiona la base capitalista de la educación. La mayoría de los activistas docentes están ganados al reformismo: clases más pequeñas, mejores edificios, equipos y suministros, un plan de estudios más “relevante”, así como mejores salarios y condiciones laborales.

El capitalismo No Tiene Solución Buena Alguna

¿Cómo luchamos por la reapertura de las escuelas cuando eso signifique la muerte de jóvenes, maestros, conductores de autobuses y custodios?

¿Cómo luchamos para que las escuelas permanezcan cerradas cuando eso significará que los jóvenes están cada vez más aislados y que muchas familias se ven obligadas a situaciones de cuidado infantil inseguras?

La pandemia de COVID-19 expone las contradicciones más profundas del capitalismo, incluidas las escuelas. No podemos tener espacios seguros para los jóvenes hasta que toda la sociedad esté segura, y el capitalismo esté expuesto como un espacio cada vez más mortal para todos nosotros.

Primera página de esta edición

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