SEATTLE (EE. UU.) – «Vez, somos perfectamente capaces de cuidarnos nosotros mismos», dijo una camarada en Boeing mientras escaneaba los cinco mil manifestantes. Este mitin y marcha antirracista y multirracial se desarrolló sin problemas en el Valle Rainier, un vecindario que la prensa patronal dice tener la más alta tasa de criminalidad. Todo, desde el control del tráfico hasta la hidratación y la distribución masiva de máscaras, estaba garantizado por las masas. ¡No había policía racista alguno a la vista!
Nuestra camarada en Boeing dijo una verdad simple que solo podría ser una realidad social cotidiana en el comunismo. La necesidad de una fuerza policial se desvanecerá en el comunismo. El Partido liderará masas movilizadas, incluido un Ejército Rojo cuando sea necesario, para garantizar lo mejor para toda la sociedad,
Detonadas por el asesinato racista de George Floyd, millones han salido a las calles. Las demandas: quitarles los fondos a la policía, abolir ICE (“La Migra”) y abolir la policía resuenan en todo el mundo. Varios sindicatos y ONGs globales han respondido al llamado. Algunos manifestantes incluso culpan al capitalismo y piden algún tipo de «atención colectiva para la gente común».
Desafortunadamente, estas demandas reformistas permiten o incluso extienden la vida del capitalismo. Han sido probadas antes y han fallado. La prueba sombría radica en los crecientes asesinatos de trabajadores negros y latinx.
Policías racistas no son únicamente un fenómeno estadounidense, aunque la clase dominante estadounidense ha hecho todo lo posible para exportar este horror particular en todo el mundo. Toda nación capitalista lo crea.
El capitalismo requiere policías. Los capitalistas inventaron la vigilancia policiaca, de hecho toda la jurisprudencia, para asegurar su capacidad continua de explotar a los trabajadores. El racismo juega un papel político y económico clave para garantizar esta explotación. El racismo divide a la clase trabajadora y proporciona billones de ganancias extras mediante la súper explotación. La policía proporciona el poder armado para aterrorizar a los trabajadores. La brutalidad policial racista tiene que continuar para que el sistema de los patrones sobreviva.
Cada año, las fuerzas policiales capitalistas se vuelven más racistas, militarizadas, brutales y mortales. En los Estados Unidos, surgieron de las patrullas para aterrorizar a los esclavos, la necesidad burguesa de controlar las «clases peligrosas» y la matanza militar imperialista. La «clase peligrosa» es un código para clase trabajadora, especialmente aquellos sometidos a la súper explotación racista. Los policías racistas están codificados en el ADN del capitalismo.
Los Angeles, EEUU: No es la «justicia» capitalista sino la revolución comunista que pondrá fin al terror policial racista.
Camden, Nueva Jersey, es mencionada a menudo como un modelo para abolir la policía. Hace siete años, esta otrora ciudad industrial con el 90 por ciento de los residentes negros y latinos disolvió su fuerza policial. Lo que se anunció como una nueva fuerza policial “más amable y generosa” surgió en su lugar.
Resultó ser un espejismo. Muchos residentes no están impresionados por este cambio de marca policial. Por ejemplo, la fuerza policial «no ha cambiado mucho,» Sharim Anaya, una residente de largo tiempo, dijo a los periodistas. Edwin y Katrina Ramos declararon que los policías tratan a Camden «como una zona de guerra».
«¿Pero el comunismo realmente acabará con el racismo?» preguntó un escéptico joven obrero de Boeing.
¡Si! En marcado contraste con el capitalismo, el comunismo depende de la producción colectiva para satisfacer nuestras necesidades colectivas. El motivo capitalista para dividir a la clase trabajadora y extraer superganancias de la superexplotación racista terminará. Y junto con esto, la necesidad de una policía racista.
Terminar con la necesidad de esta atrocidad es el primer paso. Sin la carga de la necesidad del capitalismo de explotarnos, aterrorizarnos y dividirnos, el Partido Comunista Obrero Internacional organizará campañas masivas que eliminarán el racismo. Esta gran tarea requerirá el liderazgo de un partido internacional de masas. ¡Te invitamos a unirternos ahora!
La revolución comunista destruirá todos los aspectos del poder estatal capitalista, incluida la policía. No más llamadas vagas para un futuro más justo bajo el capitalismo. Ayúdanos a hacer realidad la simple verdad de que podemos cuidarnos nosotros mismos.
A Medida que el Capitalismo Estadounidense Se Desarrollaba, También lo Hacia la Política Racista y Xenófoba
Las necesidades de los capitalistas estadounidenses dictarían como se desarrollarían las fuerzas policiales del país. La policía moderna surgió de las patrullas para aterrorizar a los esclavos, la supresión de la clase obrera y la matanza militar imperialista. Cada una correspondió a los requisitos del capitalismo durante un período histórico específico.
En su infancia, el capitalismo de EE.UU. se basó en la explotación de trabajadores negros esclavizados para acumular grandes cantidades de capital. Se instituyeron códigos de esclavos en todo el país para intimidar a cualquiera que se atreviera a rebelarse. Las aterrorizar a los esclavos fugitivos enforzaron estas leyes.
Estos códigos no se limitaron al sur del país. Los códigos de esclavos del estado de Nueva York prohibieron a los esclavos salir una hora después del atardecer sin una linterna o reunirse en grupos de más de tres.
Cuando se abolió la esclavitud – de personas como propiedad privada – después de la Guerra Civil de EE. UU., y la Reconstrucción fue derrotada en 1877, la policía hizo cumplir las leyes de Jim Crow. Estas leyes exigían la segregación racial. Llenaban las cárceles con obreros negros condenados a largos años de trabajo forzado esclavista.
A mediados del siglo 19, se establecieron fuerzas policiales estatales para proteger las ganancias industriales de los patrones. Las fuerzas policiales estatales en Nevada, Colorado y Oregón empezaron como fuerzas paramilitares privadas de los industriales. Su objetivo principal era atacar trabajadores inmigrantes nuevos como húngaros, italianos y judíos. Los patrones de Pensilvania establecieron la Policía del Hierro y el Carbón para aplastar huelgas.
Los trabajadores Latinos constituían una gran parte de la fuerza laboral agrícola en EE. UU. Entre 1840 y 1920, los vigilantes y oficiales de la ley lincharon a más de quinientos mexicanos y mexicoamericanos y mataron a miles más por otros medios. Los notorios Rangers de Texas lideraron la carga.
En 1909, el jefe de policía de Berkeley, California, August Vollmer, introdujo el concepto de policías científicos al servicio del racismo y profesionalizó la policía estadounidense. “Durante años, desde [mis] días de guerra hispanoamericanos, he [usado] tácticas militares con buenos resultados”, explicó. “Estamos llevando a cabo una guerra… contra los enemigos de la sociedad”. Incluyó agitadores socialistas, huelguistas, organizadores sindicales, inmigrantes y personas negras entre estos enemigos.
En 1965, el presidente Johnson (un demócrata) declaró por primera vez la “guerra contra el crimen”. Propuso legislación para proporcionarle a la policía local armas de grado militar como las utilizadas en la guerra imperialista en Vietnam. Después de la rebelión de los Watts en Los Ángeles ese verano, el jefe de policía de Los Ángeles dijo que luchar contra las masas antirracistas era “muy parecido combatir contra el Viet Cong”.
Mientras tanto, las fuerzas policiales armadas de EE. UU. están en al menos 52 países. Ha entrenado policías de al menos 80 países. La famosa Escuela de las Américas en Fort Benning, Georgia, proporcionó gran parte de este entrenamiento. Con razón se conoce como la Escuela de Asesinos. Fue clave para que las campañas anticomunistas de EE.UU. suprimieran revoluciones.
En 1982, Joe Biden, el actual candidato presidencial del Partido Demócrata, hizo eco de este sentimiento. “Corres igual peligro en las calles aquí que por un misil soviético”, dijo al Senado. Durante una década, introdujo leyes que protegían a los policías asesinos racistas.
Hoy, el nuevo Jim Crow y la criminalización de la inmigración han empeorado aun más la situación. El capitalismo estadounidense y los policías racistas y xenófobos son uña y carne. El legado de las patrullas para aterrorizar a los esclavos, la supresión de la clase trabajadora y las tácticas militares imperialistas están incrustados en la policía estadounidense. Reformar o quitarles fondos a la policía están destinados al fracaso, como sucedido por siglos. La revolución comunista es el único desarrollo que nos permitirá deshacernos de los policías asesinos racistas.
La Rebelión por Floyd se extendió rápidamente a Francia. Muerte por Asfixia a Manos de Policías Racistas.
En julio de 2016 Paris Adama Traoré, de ascendencia africana, fue perseguido por la policía y arrestado. Tres policías lo arrojaron en su camioneta y se le tiraron encima. Según la autopsia independiente encargada por su familia, fue asfixiado.
Los tres policías quedaron en libertad. La autopsia oficial dijo que sufrió un paro cardíaco – otra, porque fumaba mariguana. O cualquier cosa inventada. No solamente quedaron en libertad, sino que fueron elogiados por ayudar más tarde a reprimir las protestas contra el (casi seguro) asesinato.
Adama no era el primero en ser asfixiado por policías racistas. En 2007, Lamine Dieng murió de asfixia en una camioneta policiaca. En 2008, Hakim Ajimi perdió la vida después de que dos policías lo estrangularon y le comprimieron el pecho. En 2015, Amadou Koume murió de asfixia después de ser arrestado en un bar. Como se puede ver por sus nombres, todos eran de ascendencia africana (negra o árabe), como Adama.
Cuando la noticia del asesinato de George Floyd llegó a Francia, la familia Traoré y sus partidarios convocaron a una manifestación para protestar por su muerte y la de Adama. Llegaron domo 60,000 personas.
Esto no debiera sorprendernos, dada la historia del racismo policial en Francia. Este racismo empezó con el imperio colonial que Francia comenzó a armar en el siglo 16. Estas colonias incluyeron a Haití, Argelia, África Occidental e Indochina (Vietnam, Camboya, Laos). Como la policía colonial en todas partes, utilizaron informadores, tortura y asesinato para preservar estos regímenes lucrativos.
Cuando los colonizados (y los capitalistas locales) se rebelaron, los imperialistas franceses recurrieron a matanzas sin restricciones. Solamente en su guerra en Argelia, mataron a aproximadamente un millón de personas, principalmente por el ejército, pero la policía también participó entusiastamente.
En un incidente famoso (en el Medio Oriente) ataron a una joven argelina (Zuleikha Al-Shayeb) a un jeep y la arrastraron por las calles de Argel, mientras que por un altavoz advirtieron que esto era lo que le esperaba a cualquiera que se rebelara contra Francia. Luego la torturaron durante diez días y la arrojaron desde un helicóptero.
En la Segunda Guerra Mundial, los alemanes derrotaron a Francia y los colaboradores establecieron un gobierno pro-alemán en Vichy, en el sur de Francia. Un ambicioso colaborador llamado Maurice Papón ayudó a René Bousquet, el principal policía de Vichy, a organizar a la policía de Vichy para que capturara a los judíos franceses y enviarlos a los campos de exterminio. Los alemanes ni siquiera tuvieron que pedirle a la policía de Vichy que hiciera esto, y los policías antisemitas franceses incluso les entregaron 4.000 niños.
Veinte años después, Papón es amigo del presidente De Gaulle. Se convierte en ministro de su gabinete y, durante la guerra de Argelia, jefe de la policía de París. El 17 de octubre de 1961, unos 30,000 francoargelinos se manifestaron pacíficamente por la independencia de Argelia. Papón ordena a sus policías racistas que ataquen. Más de 11,000 son arrestados y literalmente cientos son golpeados, torturados e incluso arrojados al río Sena. Quizás 200 (¡doscientos!) fueron ahogados. Los cuerpos aparecían flotando durante semanas después.
Como en los Estados Unidos, algunas personas bien intencionadas (y otras no tanto) están pidiendo una reforma policial. Castener, el ministro de justicia Frances, anunció la prohibición de los estrangulamientos. Pero los policías se opusieron y, unos días después, rescindió la orden. ¡Tanto por las reformas!