Protestas Cubanas, Racismo y Rivalidad Interimperialista

Los Rebeldes Cubanos Deben Elegir: ¿Revolución Comunista o Esclavitud Capitalista-Imperialista?

Rebeliones masivas estallaron en Cuba el 11 de julio. Jóvenes y trabajadores airados, muchos de ellos negros, protestaban el terror policial racista, el desempleo masivo y la falta de alimentos y medicinas. La pandemia empeoró aún más las condiciones de vida.

El gobierno, como todos los gobiernos capitalistas, atacó brutalmente a los manifestantes con gases lacrimógenos y munición viva, matando al menos a un trabajador.

Las condiciones comenzaron a deteriorarse para las masas cubanas en la década de 1960 debido al embargo impuesto por el imperialismo de EE.UU. que buscaba que las masas derrocaran al gobierno cubano anti-EE.UU.

Pero el principal problema de Cuba es interno: en 1961 Fidel Castro declaró a Cuba socialista. El socialismo es capitalismo de estado. Mantiene la esclavitud asalariada y la explotación de las masas para exprimirles ganancias.

Crea una nueva clase capitalista que obtiene ganancias explotando a las masas con la esclavitud asalariada y las esclaviza a los vaivenes del mercado mundial capitalista-imperialista.

Por lo tanto, para su supervivencia, Cuba depende de exportar azúcar, médicos y atraer turistas extranjeros. La crisis económica capitalista mundial y la pandemia han devastado su industria turística arrojando a millones de personas bajo una pobreza aplastante.

En los primeros años revolucionarios, los obreros cubanos se sintieron inspirados para trabajar colectivamente por el bien social. Castro llamó a esto hacer “trabajo comunista”.

Pero era solo un truco por Castro y la sección dominante del Partido Comunista Cubano para motivar a los obreros a trabajar más por menos, ya que Castro usaba también incentivos individuales y diferencias salariales. Los funcionarios gubernamentales mejor pagados se hicieron ricos.

Hoy, las masas cubanas, como cientos de millones de trabajadores mundialmente, están en movimiento contra los ataques racistas e inhumanos del capitalismo.

Las Rebeliones Obrera o Sirven a la Clase Trabajadora o a los Capitalistas-Imperialistas

Si las rebeliones obreras – espontáneas o no – no movilizan a las masas para el comunismo, terminan apoyando a uno u otro grupo de explotadores capitalistas-imperialistas.

Sin un partido comunista masivo que movilice a las masas para la revolución comunista, el descontento de las masas cubanas con el capitalismo se canaliza para apoyar ya sea a los imperialistas chinos-rusos o a los de EE.UU. en su lucha canina por el dominio mundial.

Ubicada estratégicamente, controlada por una potencia hostil, Cuba podría convertirse en una amenaza existencial para el imperialismo estadounidense. Conscientes de esto, en 1898 los gobernantes de EE.UU. hundieron su buque de guerra Maine en el puerto de La Habana, culparon a España e iniciaron la Guerra Hispanoamericana para arrancarle Cuba a España.

La posesión de Cuba le permitió a EE.UU. consolidar su control sobre el Caribe, su posición como potencia hemisférica dominante y, finalmente, ascender como la potencia imperialista dominante del mundo.

Cuba es de importancia geopolítica porque se encuentra cerca de la desembocadura del Golfo de México, la ruta de tránsito para grandes cantidades de exportaciones e importaciones estadounidenses, especialmente a Europa, el Caribe y América del Sur.

La armada de una potencia hostil en Cuba podría bloquear la entrada al Golfo de México restringiendo el acceso de Estados Unidos a estas áreas.

Podría cortar el comercio y el acceso al petróleo, metales y otros recursos naturales que son cruciales para la producción bélica, especialmente en tiempos de guerra.

Cuba podría ser para Estados Unidos lo que Taiwán es para China: un portaaviones insumergible

Los imperialistas chinos y rusos lo saben. Ambos están ampliando y consolidando sus vínculos económicos, políticos y militares con Cuba. Apoyan al gobierno cubano, que a su vez está presionando a sus ciudadanos a defender patrióticamente la “Revolución” de esas “rebeliones derechistas”.

La prensa imperialista de EE.UU. usa las rebeliones para fomentar el anticomunismo, gritando que “el comunismo no funciona”. Pero fue el socialismo o capitalismo de Estado lo que falló en Cuba, no el comunismo.

El gobierno de Biden está apoyando las rebeliones alentándolas a luchar por la “libertad y la democracia” capitalista. El objetivo es organizar una “revolución de color” para poner en el poder a un títere que alinearía a Cuba con el imperialismo estadounidense.

Por eso Biden aumenta las sanciones contra Cuba, a la vez que fomenta rebeliones contra el empeoramiento de las condiciones que EE.UU ayudó a crear. Esto muestra lo hipócrita que es EE.UU.

Ya sea que ganen los imperialistas rusos y chinos o los imperialistas de EE.UU., las masas obreras cubanas e internacionales pierden.

Los obreros cubanos, como los obreros de todas partes, necesitan una revolución comunista, no socialista. Solo acabando con el capitalismo-imperialismo, podremos los trabajadores producir y compartir el producto de nuestro trabajo para satisfacer las necesidades de las masas.

Muchos manifestantes airados en las calles aspiran a una vida diferente. Sus aspiraciones solo pueden ser satisfechas por una sociedad comunista. Solo el comunismo puede ofrecernos un mundo sin racismo, sexismo, esclavitud asalariada, terror policial, desempleo, rivalidad interimperialista y guerra.

Solo una sociedad comunista basada en la colectividad, sin dinero, mercados ni ganancias, sin privilegios especiales para nadie, puede hacer realidad la consigna “de cada cual, según su compromiso y capacidad, a cada cual según su necesidad”.

Esto requiere construir al Partido Comunista Obrero Internacional entre las enardecidas masas en movimiento para luchar por la revolución y el poder obrero comunista.

Racismo en Cuba: Enraizado en el Capitalismo

El racismo llegó a Cuba con la conquista española en el siglo 16. Primero, los gobernantes españoles se robaron la tierra de los indígenas taínos y guanahatabey. Destruyeron las sociedades indígenas igualitarias. Esclavizaron a la gente y la trabajaron hasta matarlos en las plantaciones para producir azúcar para vender en los mercados internacionales. Luego esclavizaron a millones de personas de África Occidental y sus descendientes para seguir aumentando sus ganancias.

El capitalismo fue la raíz del racismo en Cuba. Reconstruyó el racismo anti-negro después de que la esclavitud legal finalmente terminara en la década de 1880. Los propietarios de plantaciones como el padre de Fidel y Raúl Castro trajeron más trabajadores negros de Haití y de otros lugares para mantener el flujo de las ganancias del azúcar hasta el siglo 20.

La revolución de 1959 prometió acabar con este racismo oficial, ganando el apoyo de muchos afrocubanos. Y en 1962 Fidel Castro lo pronunció terminado.

Pero no fue así. No pudo ser, porque la revolución cubana no acabó con el sistema capitalista de dinero, salarios y mercados. (Ver artículo) Ese sistema siguió siendo la base material del racismo, como lo es en todas partes.

La “liberalización” de Raúl Castro (2007-2013) intensificó el racismo. “Las nuevas políticas producen perdedores, porque su principal preocupación es el crecimiento económico”, comentó un analista estadounidense. “Ninguna de estas políticas está definida racialmente, pero producen nuevas formas de desigualdad social [que] tienden a ser racializadas rápidamente”.

Hoy en día, los afrocubanos tienen muchas menos probabilidades que los cubanos blancos de recibir remesas en dólares de familiares en el extranjero. El cincuenta por ciento de los blancos, pero solo el 11% de los cubanos negros, tienen cuentas bancarias. Los blancos controlan el 98 por ciento de las empresas privadas. La piel oscura se considera en general un riesgo social.

Casi todos los cubanos negros son esclavos asalariados, si logran encontrar empleo. La gran industria del turismo contrata preferentemente a blancos. Pocos afrocubanos tienen trabajos profesionales. Los hombres negros urbanos a menudo no encuentran forma de ganarse la vida excepto en el mercado clandestino ilegal, que los somete al acoso policial.

La policía cubana “detiene y registra” a los jóvenes negros y mestizos con mucha más frecuencia que a los blancos. Se refieren a ellos con el término racista, “ciudadanos con características”. Las tasas de encarcelamiento son pequeñas en comparación con las de Estados Unidos, pero los negros también están representados de manera desproporcionada en las cárceles cubanas. Así que no es sorprendente que una de las causas de la rebelión del 11 de julio fuera el asesinato policial el 24 de junio de Hansel Hernández, de 27 años, un hombre negro desarmado al que le dispararon por la espalda.

Para acabar con el racismo, las masas cubanas, como los trabajadores y los jóvenes en todas partes, deben movilizar para una verdadera revolución comunista. Es la única forma de arrancar el racismo de raíz.

Primera página de esta edición

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