2015 protestas contra los Escuadrones de la Muerte en Honduras
7 de septiembre – Los gobernantes capitalistas de Texas (EE. UU.) han intensificado su ataque fascista contra la clase trabajadora con algunas nuevas leyes mortales.
Una permite que cualquier persona al azar demande a cualquiera que ayude a alguien a abortar. Esto se aplica a las seis semanas, cuando un embrión ni siquiera es un feto todavía. El objetivo es llevar a la bancarrota a las clínicas de salud de mujeres para que las embarazadas desesperadas vuelvan a verse obligadas a someterse a peligrosos y sangrientos abortos clandestinos.
El objetivo más amplio es movilizar un movimiento fascista masivo que pueda trabajar mano a mano con el estado capitalista.
Otra pieza de esta estrategia es una nueva ley de votación que alienta a los “observadores electorales partidistas” a amenazar e intimidar a los votantes BIPOC (personas negras, indígenas, y de color). Esto en un Estado que acaba de legalizar el porte de pistolas sin requisitos de capacitación o licencia.
“Es vigilantismo”, dijo una amiga de Texas. “Son los talibanes estadounidenses”, comentó otro amigo. “Esto es como la Ley de Esclavos Fugitivos, donde autorizaron a cualquier persona blanca secuestrar a cualquier persona negra y la entregarla a su amo a cambio de una recompensa”, dijo otro.
La ley antiaborto es racista. Las mujeres indígenas, latinas y negras tienen menor acceso a la atención médica de cualquier tipo, incluida la salud reproductiva. Ataca principalmente a las mujeres de la clase obrera que no tienen los medios para abortar fuera del Estado o para mantener a una familia más numerosa. Trata a las mujeres como poco más que un medio para producir esclavos asalariados y carne de cañón para la clase capitalista.
Muchos están denunciando la ley de Texas, marchando airadamente o tratando de acabar con los sitios web de vigilantes contra el aborto. Saben que una sociedad que realmente valore la vida humana proporcionaría atención médica y todo lo demás que los bebés, niños y adultos necesitan para vivir.
Una sociedad así tendrá que ser comunista, no un capitalismo “más amable y gentil”. Tendrá que reemplazar los salarios, el dinero y los mercados con trabajo voluntario para producir y compartir lo que todos necesitan. El comunismo acabará finalmente con la sociedad de clases y, con ella, los cimientos del sexismo y el racismo.
En el comunismo, los niños serán criados en comunidad, no en forma aislada. El trabajo y la alegría se compartirán. A nadie se le impedirá tener un hijo ni se le obligará a tener uno no deseado. Esperamos que las decisiones sobre reproducción, como todas las demás, se tomen con la ayuda de un colectivo.
El comunismo no tendrá instituciones estatales (como policías y cárceles) para reprimir a las masas. En cambio, el Partido organizará a todos los que podamos en una red unificada de colectivos comunistas. Así es como tomaremos decisiones y resolveremos los problemas sociales. Apoyaremos a nuestros vecinos y camaradas, no los delataremos.
Este es el mensaje que debemos llevar a los que se movilizan contra el fascismo, a los trabajadores industriales y a los soldados: ¡Movilizar a las masas para el comunismo!
Es lo que tenemos que compartir con aquellos que confían en la Corte Suprema de los Estados Unidos para que declare inconstitucional la parte de la ley de Texas “que autoriza ciudadanos a aplicarla”. O que confían en Biden y el Partido Demócrata para “salvar el derecho al aborto” con una ley federal. ¡Estos no están del lado de la clase trabajadora! El enemigo de tu enemigo no siempre es tu amigo.
Los liberales lamentan el ascenso de vigilantes fascistas como los antiabortistas de Texas y los llamados “Proud Boys (Chicos Orgullosos)”. Pero muchos de ellos esperan en vano y suicidamente que los politiqueros, las leyes y los tribunales de los capitalistas los detengan.
Necesitamos aprender de la larga historia de colusión entre el Estado capitalista y los fascistas civiles.
Nuestro amigo mencionó los cazarrecompensas desatados contra los esclavos fugitivos. Después de la esclavitud, la policía arrestaba negros y los mantenía en la cárcel mientras alertaba al Ku Klux Klan para que organizara linchamientos. Los escuadrones de la muerte en América Central, Indonesia y muchos otros lugares eran o son fascistas civiles (a menudo entrenados por el imperialismo estadounidense) haciendo el trabajo sucio del Estado.
La ley de los capitalistas de Texas fue redactada precisamente para movilizar a los fascistas civiles. El propósito era evitar juicios contra el gobierno estatal y sus agentes oficiales. Los capitalistas y su Estado son los principales enemigos de las masas obreras. Utilizan vigilantes fascistas independientes cuando les sirve a sus intereses.
Nuestra clase debe prepararse para enfrentarlos a todos con la revolución comunista.