Huelga Ferroviaria en EE.UU.: Obrerxs Deben Destruir el Poder Estatal Capitalista

Los Obreros Ferroviarios Estadounidenses Enfrentan al Estado Capitalista. Movilicemos a la Poderosa Clase Obrera Industrial para la Revolución Comunista

EE.UU., 7 de diciembre- El presidente Biden y los demócratas en el Congreso utilizaron una ley centenaria para aplastar una huelga nacional de ferrocarrileros fijada para el viernes 9 de diciembre, prohibiéndoles a los obreros irse en huelga, la cual sería por unos míseros siete días de enfermedad pagados por año. Estados Unidos es el único país industrializado que no garantiza ninguna ausencia por enfermedad pagada.

Esto es cuánto vale las hipócritas afirmaciones de los demócratas de ser “pro-obreros” y “pro-cuidado sanitario”. Incluso la mayoría de los demócratas “progresistas” (incluida la mayor parte del grupo de Ocasio-Cortez) votaron a favor de imponer un contrato que los obreros ya habían rechazado. “Tenemos que proteger la economía” (¡no a los trabajadores!), se quejaron. Esta es su democracia en acción.

Un dirigente sindical se quejó de que esto “nos quita la fuerza y la capacidad que tenemos”. Eso es porque los sindicatos se arrodillan ante el Estado capitalista y sus leyes. Los comunistas organizan para aplastar ambos.

Al cierre de esta edición, no estaba claro si algún grupo de ferrocarrileros haría una huelga ilegal (sin la aprobación del sindicato). Si lo hacen, ¡aplaudimos su valentía! Pero las huelgas no pueden romper el dominio del capitalismo financiero sobre el gobierno de EEUU y nuestras vidas. Sólo la revolución comunista puede hacer eso.

Si los huelguistas se opusieran abiertamente a la esclavitud asalariada capitalista, si llamaran por un mundo comunista sin dinero, fronteras ni naciones, inspirarían a la clase obrera internacional. Los camaradas industriales del PCOI deben trabajar para organizar acciones como esa para construir el Partido a nivel nacional y acercar más la revolución que necesitamos.

El Capital Financiero Obliga a los Ferrocarriles a Maximizar sus Ganancias a Costa de los Obreros

Después de que en 1980 el Congreso desregulara parcialmente el sector del transporte de mercancías por ferrocarril, la competencia entre las compañías ferroviarias aumentó. Las empresas pagaron menos por enviar sus mercancías y el ferrocarril empezó a recuperar parte del mercado cedido al transporte por camión. Pero la ley del capitalismo es “comer o ser comido”. Los treinta y tres grandes ferrocarriles que existían en 1980 se han fusionado ahora en sólo siete que controlan el 80% del mercado.

La industria ferroviaria registró ganancias récord en 2021 y se espera que este año sean aún mayores. Siete días por enfermedad pagados al año apenas harían mella. Eso no es lo principal en juego para los dueños del ferrocarril. Necesitan maximizar sus ganancias para satisfacer las demandas de los capitalistas financieros (Wall Street y los fondos de cobertura) que los tienen en sus bolsillos.

Wall Street presiona a los ferrocarriles para que den prioridad a la reducción de costes sobre la inversión y crecimiento. Por eso ha desaparecido una tercera parte de los empleos ferroviarios: para darles a los accionistas 191 mil millones de dólares entre 2011 y 2021.

Los obreros restantes están sometidos a un nuevo sistema de reglas de trabajo básicas llamado Precisión Scheduled Railroading. Tener menos personal es parte del plan y es la razón por la cual los patrones se oponen a dar días de enfermedad pagados. Prefieren subir los salarios y hacer otras concesiones para mantener su modelo de negocio “ultradelgado” y “ultra flexible”.

Ese es el modelo que impone el Congreso. Como explicaba un trabajador, “ahora, de repente, te pueden llamar de la nada para que dentro de quince minutos vayas a trabajar porque necesitan a alguien para llenar un tren.”

Capitalismo monopolista – Capitalismo financiero – Imperialismo. A eso se enfrentan los ferroviarios y todos nosotros. Por eso necesitamos la revolución comunista.

En el comunismo, los trabajadores (organizados como un Partido Comunista Obrero Internacional masivo) tomaremos colectivamente todas las decisiones relacionadas con nuestro trabajo. A veces (mientras seguimos luchando por el poder, y durante las emergencias) trabajaremos voluntariamente largas y arduas horas. Pero será en beneficio de las masas, no para las ganancias de los patrones, y respetará las necesidades individuales.

A medida que el comunismo global se desarrolle plenamente, todos tendremos un trabajo significativo, oportunidades para aprender y crecer, y los recursos que necesitamos para llevar una vida productiva y saludable.

“La Gran Huelga– El Sexto Regimiento de Maryland peleando su paso por Baltimore”.

En el verano de 1877, una huelga nacional paralizó los Estados Unidos. Ochenta mil obreros del ferrocarril se declararon en huelga. Cientos de miles de obreros se les unieron en solidaridad, furiosos por la miseria de una depresión de cuatro años. La policía, la milicia estatal y las tropas federales se enfrentaron a los huelguistas en docenas de ciudades y pueblos. Mataron a más de cien e hirieron a miles.

Los trabajadores, inspirados por la Comuna de París de 1871 y recuperándose de una devastadora Guerra Civil, atacaron a los ferrocarriles y al propio capitalismo. “El capital ha anulado la Constitución”, dijo un obrero de San Luis. “El capital ha cambiado la libertad por la servidumbre, y debemos luchar o morir”.

El presidente Rutherford B. Hayes, ex general de división de la Guerra Civil y líder del Partido Republicano procapitalista, era amigo de los dueños de los ferrocarriles. Hayes acababa de llegar a la presidencia en marzo por medio de un ardid: compró los votos electorales de tres estados sureños a cambio de retirar las tropas federales del Sur. Este trato puso fin a la Reconstrucción y abrió las compuertas del terror racista en el Sur después de la Guerra Civil.

Ahora envió tropas federales para romper la huelga ferroviaria. La acción de Hayes mostró el dominio desnudo del capital sobre la clase obrera trabajo y sentó un precedente para futuras huelgas: las tropas federales y las órdenes judiciales se convirtieron en armas poderosas de la clase capitalista.

Primera página de esta edición

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