El pasado enero marcó el 50 aniversario de lo que se conoce en Gran Bretaña como el “Domingo Sangriento”. El 30 de enero de 1972, quince mil personas marcharon desarmadas por los derechos civiles en Derry, Irlanda del Norte. Terminó en una masacre por parte de las tropas británicas.
Los trabajadores de Derry se habían apoderado de parte de la ciudad, con autodefensa, una radio y ayuda mutua. Este autogobierno es un pequeño ejemplo de cómo los trabajadores pueden dirigir la sociedad sin los patrones capitalistas. Momentos como estos aterrorizan a la clase dominante y pueden inspirarnos a movilizar a las masas obreras por el comunismo. Para ello podemos y debemos romper las cadenas del nacionalismo y el sectarismo.
El norte de Irlanda estuvo, y aún está, bajo la ocupación colonial británica. En 1972 su sistema político corrupto favoreció esta ocupación. Los manifestantes de 1972 eran predominantemente de origen católico. Fueron perseguidos por el “Estado de Irlanda del Norte”, que estaba controlado por la secreta orden protestante Orange.
Los “leales” protestantes apoyaron el gobierno británico y los “nacionalistas” católicos buscaron unificar Irlanda del Norte con la República de Irlanda. Estas metas nacionalistas se enfrentaron entre sí para dividir a la clase trabajadora.
La ocupación inglesa de Irlanda se remonta a siglos atrás. Igual de antiguo es el uso de colonos protestantes de Escocia e Inglaterra para dividir y conquistar. Un movimiento nacionalista entre los católicos irlandeses condujo a la guerra civil de 1919 a 1921. Terminó con la división de Irlanda entre un estado irlandés independiente e Irlanda del Norte, un enclave del dominio británico.
Los comunistas de toda Irlanda respondieron a los ataques de la Gran Depresión de la década de 1930 organizando Los Grupos de Trabajadores Revolucionarios (GTR). En Irlanda del Norte, estos organizaron el Comité de Trabajadores de Ayuda al Aire Libre en julio de 1932, para oponerse a un esquema de trabajar por la ayuda pública. Cuando la policía y la “policía especial” atacaron a los trabajadores desempleados en huelga en Belfast, los trabajadores protestantes y católicos de toda la ciudad lucharon codo con codo en un motín con batallas campales que duraron varios días.
Esta unidad se mantuvo sólida. Los GTR movilizaron acciones en ambos lados de la frontera, que terminaron en la huelga ferroviaria de Ulster de 1933-34 que involucró a trabajadores católicos y protestantes. Pero en 1935, la clase dominante se había reagrupado. Nuevamente pudo incitar a los trabajadores protestantes a la violencia comunalista (sectaria), expulsando a los católicos de sus hogares y calles.
Estos hechos se repetirían 30 años después. Un movimiento de derechos civiles surgió en el norte de Irlanda. Fue inspirado por el movimiento de derechos civiles de los EE. UU. y la lucha de los trabajadores y campesinos vietnamitas contra el imperialismo estadounidense.
La violencia anticatólica continuó a lo largo de 1969 y las comunidades católicas de clase trabajadora comenzaron a contraatacar. Se desplegaron tropas británicas, aparentemente para “proteger” a los católicos, pero en realidad para proteger al estado de Orange contra la creciente combatividad de la juventud de la clase obrera.
Para 1972 los “Problemas” entre protestantes y católicos se habían convertido en una guerra civil. Hubo una oposición masiva a la ocupación británica. Las comunidades obreras comenzaron a resistir a los imperialistas británicos y su estado de Orange en una variedad de formas, particularmente en las urbanizaciones (viviendas para la clase trabajadora) de Creggan, Bogside y Turf Lodge.
Del 69 al 72, parte de Derry se convirtió en un área autónoma, resistiendo las patrullas de la Royal Ulster Constabulary (RUC), la fuerza policial y las tropas británicas. Durante una semana en el 69 y luego en el 71 fue una zona prohibida para la RUC y los militares. La clase obrera organizó sus propias formas de defensa, incluyendo “Radio Derry Libre”, ayuda mutua, barricadas, fábricas de bombas, puestos de primeros auxilios y ciudadanos voluntarios que se ocupaban del crimen y castigaban a los infractores.
Que una clase trabajadora urbana pudiera desarrollar tal autogobierno fue un logro notable. Es una razón clave por la que debemos conmemorar el Domingo Sangriento. Y fue un precedente peligroso que las fuerzas armadas del imperialismo británico no pudieron aceptar.
Una manifestación pacífica ese domingo estaba supuesta a salir de Creggan y marchar hacia el centro de Derry. Los militares tenían planes no anunciados para crear una confrontación cuando los manifestantes abandonaran la propiedad y aprovechar la confusión para retomar el área. En secreto, reemplazaron sus tropas regulares con una unidad de paracaidistas de primera. Su plan funcionó. En diez minutos, trece yacían muertos y quince estaban gravemente heridos. Los vehículos blindados salieron hacia Creggan.
La clase dominante británica y los llamados medios independientes han mentido sobre esto durante generaciones. Recordamos el Domingo Sangriento para honrar a nuestros héroes de la clase trabajadora y saludar los tremendos logros de las familias de la clase trabajadora en esos estados. Su capacidad para crear zonas prohibidas tan sofisticadas, bajo tal represión, demolió la noción corrosiva de que los trabajadores comunes no pueden dirigir la sociedad. ¡Podemos, y el comunismo puede funcionar!