Batallas Filipinas: Como los Soldados Comunistas Pueden Destruir el Poderío Militar de los Imperialistas aquí ♦ La Insurgencia Huk Filipina y la Fallida Estrategia del «Frente Unido” aquí ♦
El sargento del ejército estadounidense George Black se dirige a las tropas estadounidenses frente a la embajada de EE.UU. en París, Francia, en enero de 1946, en medio de masivas protestas mundiales contra las operaciones de contrainsurgencia en las Filipinas.
Batallas Filipinas: Cómo Soldados Comunistas Pueden Destruir el Poderío Armado de los Imperialistas
La guerra entre EEUU y Filipinas (1899-1902) borró cualquier duda sobre las ambiciones imperialistas de EEUU. El presidente McKinley prometió independencia, pero traicionó a los filipinos que se habían puesto del lado de EEUU para derrotar a los imperialistas españoles. Su administración estaba decidida a dominar las islas a cualquier precio.
Esta sangrienta guerra, que anunció la era del imperialismo estadounidense, costó la vida a 250,000 filipinos y la década de lucha contra España otros 600.000. «Equivalía a un genocidio», dijo un veterano de la marina estadounidense que organizó entre las tropas estadounidenses durante la Guerra de Vietnam.
«El conflicto entre estas dos potencias mundiales, y la agitación social en Europa, preparan el escenario para una guerra por las colonias a nivel mundial. Cuando esto ocurre, se presenta la oportunidad para que los comunistas que se han preparado cuidadosamente a través de su trabajo en el ejército organicen a los trabajadores para tomar el control.
«Podría ocurrir fácilmente ahora, preparando el camino para la revolución comunista», concluyó.
Vulnerabilidad Interna de los Ejércitos Imperialistas
El ejército estadounidense llevó a Filipinas algo más que armas avanzadas y 125,000 soldados. También llevó un racismo virulento.
Mientras la guerra rugía en Filipinas, los asesinatos racistas se disparaban en Estados Unidos. El 22 de abril de 1899, una turba de blancos torturó y colgó a Sam Hose, un trabajador negro, en Georgia.
Los siete mil soldados negros que combatieron en la guerra entre Estados Unidos y Filipinas sabían lo de Sam Hose. La propaganda racista dirigida a los filipinos, para justificar el imperialismo estadounidense, era similar a las mentiras racistas utilizadas para justificar la tortura y el asesinato de gente negra en EE.UU.
El soldado negro David Fagen estaba harto. Desertó y se unió al ejército filipino de liberación, dirigiendo ataques de guerrilla contra los imperialistas estadounidenses. Tenía muchos simpatizantes entre los soldados negros estacionados en Filipinas. Sus acciones fueron objeto de acalorados debates en todo Estados Unidos, sobre todo en la prensa socialista y negra. Muchos soldados y trabajadores blancos también estaban indignados por la guerra racista del gobierno estadounidense.
Incluso antes de que la revolución bolchevique en Rusia desencadenara el crecimiento masivo de los partidos comunistas en todo el mundo, el racismo que acompañaba al imperialismo era el punto más vulnerable de los ejércitos capitalistas/imperialistas.
Los Comunistas Lideran Luchas Multi-Raciales Contra los Planes Imperialistas
Después de la Segunda Guerra Mundial, la cúpula del ejército estadounidense – bendecida por las administraciones Roosevelt/Truman – se preparó para atacar de nuevo a sus aliados filipinos. La meta de EE.UU. era acabar el ejército filipino Hukbalahap (Huks), dirigido por los comunistas, que había luchado contra el imperialismo japonés. (Ver recuadro) Pero esta vez no pudieron movilizar las tropas para hacerlo.
Más de 20,000 soldados estadounidenses marcharon en Manila, exigiendo volver a casa. Otros 20,000 se manifestaron en Honolulu. Tres mil se unieron a ellos en Corea, y 5000 en Calcuta, la India. En Guam, 3,500 soldados de las Fuerzas Aéreas hicieron una huelga de hambre.
Las fuerzas armadas estadounidenses seguían segregadas. Los 250 miembros del 823º Batallón de Aviación de Ingenieros, compuesto exclusivamente por negros, escribieron al presidente Truman para decirle que estaban «disgustados con la política exterior estadounidense» y que no querían «entrar en combate aliados con gobernantes que estaban en contra de las revueltas por la libertad de los pueblos oprimidos».
Erwin Marquit, un marinero comunista blanco, relató con orgullo en sus memorias cómo «Los comunistas y aquellos aliados con ellos ayudaron a guiar el estallido de los soldados en un movimiento poderoso y bien organizado.» Su objetivo era resistir «las ambiciones abiertamente imperialistas latentes en el nuevo papel de EEUU en el mundo de la posguerra.»
Toby Schwartz, otro comunista, recordaba dos manifestaciones en Manila. Durante la primera, fue elegido miembro de una pequeña delegación que presentó las demandas de los soldados. El pliego le decía al estado mayor que las tropas estadounidenses no lucharían contra sus aliados filipinos. El estado mayor amenazó con acusar a toda la delegación de amotinarse.
Los soldados respondieron con otra manifestación. Esta vez trajeron sus tanques. El Estado Mayor abandonó las amenazas y los planes de aplastar a los Huks.
Voltear las Armas
El PCOI rechaza las campañas reformistas que piden «traer las tropas a casa». Nuestro objetivo es construir una base comunista en todos los ejércitos capitalistas. La historia nos ha enseñado que no puede haber revolución comunista sin ganar a los soldados.
Los ejércitos imperialistas aparentan ser todopoderosos. Activistas filipinos y veteranos del ejército y de los marines de EEUU, miembros o amigos del PCOI, debatieron si esto es cierto. Todos habíamos aceptado previamente la propaganda de que las armas y el dinero determinan quién ganará militarmente. Después, cambiamos de opinión. Las contradicciones internas de las fuerzas armadas -como el racismo frente al antirracismo- son las que determinan principalmente quién gana las guerras.
Los ejércitos capitalistas/imperialistas no son monolitos invencibles. La lucha de la clase comunista contra el racismo, el sexismo, el nacionalismo y el casticismo abre la puerta a nuestro objetivo de voltear las armas. El PCOI ha organizado y seguirá organizando en las fuerzas armadas patronales. Esta vez no nos conformaremos con nada menos que el comunismo global.
La Insurgencia Huk Filipina y la Fallida Estrategia del «Frente Unido”
El Hukbalahap se organizó en Filipinas en 1942 para luchar contra el invasor imperialismo japonés. Este ejército guerrillero tenía bastiones en Luzón, basados en movimientos campesinos anteriores. Lucharon, a veces con y a veces contra, unidades guerrilleras antijaponesas organizadas por el ejército estadounidense y las fuerzas armadas coloniales filipinas.
Esta era la estrategia general del movimiento comunista internacional: el Frente Unido contra el Fascismo. Los comunistas de las colonias ocupadas por Japón, como Vietnam, Indonesia, Malasia y China, formaron ejércitos de resistencia de frente unido. Detuvieron la lucha de clases en el campo durante la lucha contra la ocupación japonesa. Los comunistas se aliaron con la supuesta «burguesía nacional progresista» y con los imperialistas «menos malos». Después de la guerra, decían, los ejércitos guerrilleros encabezarían revoluciones para luchar por el poder.
El Partido Comunista de Filipinas (PKP) siguió esta estrategia. Después de la guerra, sin embargo, los líderes del PKP continuaron con el frente unido, participando en las elecciones nacionales, mientras que las unidades campesinas huk continuaron la guerra de clases contra los terratenientes.
La resistencia masiva de las tropas estadounidenses impidió temporalmente que el gobierno aplastara a los huks. Pero el gobierno estadounidense coordinó la contrainsurgencia con el gobierno colonial filipino y, después de 1946, con el gobierno filipino respaldado por Estados Unidos.
Para 1949, el PKP había abandonado las elecciones y se había lanzado a la insurgencia armada. En menos de un año, quince mil huks armados combatían en una guerra civil.
En 1950, el presidente estadounidense Truman ordenó una ayuda militar y financiera total a la campaña contrainsurgencia del ejército filipino. Para finales de 1954, la lucha armada de los huks había terminado.
Ganar una lucha de liberación nacional no significa una victoria para las masas. Los comunistas de Vietnam, por ejemplo, pospusieron la lucha por el comunismo para luchar contra los japoneses, los franceses y, finalmente, contra Estados Unidos. Para entonces, ya no estaban comprometidos con la lucha por el comunismo. Vietnam es ahora un paraíso capitalista donde masas de trabajadores producen ropa y otras mercancías para el mercado mundial.
Incluso cuando los movimientos de liberación nacional «ganan» una batalla, pierden la guerra por la liberación de la clase obrera.
Lea nuestro folleto:
«Soldados, Marineros, Marines: Cruciales para una Revolución Comunista»
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