Ahora es El Momento de Voltear las Armas aquí ♦ Construyendo Relaciones con Los Soldados aquí ♦
Ahora es El Momento de Voltear las Armas
Los trabajadores de todo el mundo reconocen que el poder de la fuerza y la unidad dentro de la comunidad de trabajadores es el combustible y la chispa para la revolución. En su codicia y su interés egoísta y miope, los patrones capitalistas han creado su propia pesadilla. No escatiman en gastos para apagar cualquier chispa de revolución. Controlan los sistemas educativos, la cobertura mediática y la actividad política. Temen que una masa crítica de trabajadores despierte ante la realidad de este sistema. Intentan adormecernos y hacernos sentir complacientes fomentando los subidones de dopamina de las redes sociales y la emoción de los precios bajísimos de baratijas de plástico y aparatos tecnológicos.
Estos son venenos azucarados, no solo para nuestro sentido de derecho, sino para nuestro propio planeta. Venden una vida cómoda a cambio de somnolencia en cuestiones de responsabilidad social. Esas recompensas materialistas e ilusiones de felicidad se nos ofrecen como pan y circo modernos. Al mismo tiempo, los aviones Boeing que construimos se utilizan para matar y mutilar a nuestros hermanos y hermanas de la clase trabajadora en muchas partes del mundo. Pero, como han escrito nuestros camaradas de todo el mundo, esta farsa ha terminado. Ahora es el momento de “voltear las armas”. ¡Estamos hartos hasta la coronilla!
La bestia capitalista está en peligro mortal ya que obreros industriales, soldados y marineros ven la verdad, se llenan de rabia y se unen para destruir a los opresores. Con celo atemperado con empatía, debemos advertirle esto a nuestros camaradas que aún duermen en las falsedades del capitalismo. Debemos protegernos unos a otros y a nuestras futuras generaciones a toda costa. Puede ser tentador sacudirlos para despertarlos, pero al hacerlo corremos el riesgo de incurrir en una ira mal dirigida. Escuchemos con urgencia y resolvamos construir desde un terreno común para fortalecer nuestra causa. No debemos dejar que nuestros camaradas globales luchen solos. El cambio puede ser aterrador. Pero a medida que nos mostramos mutuamente la verdad, el horror del capitalismo en contraste con la promesa de la verdadera paz, que sólo puede surgir de compartir la vida en una verdadera comunidad, convertirá ese miedo en la fuerza bruta necesaria para la revolución.
—Un amigo de Washington (EE.UU)
Construyendo Relaciones Con Los Soldados
EL SALVADOR—En 1970, hubo rumores de un resurgimiento de las luchas revolucionarias de obreros, maestros y campesinos. Miles de personas participaron en huelgas y grandes marchas por aumentos salariales, entre otras cosas.
Ese año, en la ciudad de San Miguel, fui reclutado para el ejército de la 3ª Brigada de Infantería. No se permitían visitas hasta que se completara la capacitación básica. Mi primera visita fue mi hermano mayor, líder del Sindicato de Obreros Textiles para el Mejoramiento Social.
Me dijo: “Aprende a manejar las armas porque las vamos a necesitar para la revolución”. Nunca había participado en ningún grupo político, pero sí entendí que pertenecía a la clase obrera oprimida. Durante las huelgas de los sindicatos textiles, a mi hermano menor y a mí nos enviaban a llevar comida a los trabajadores. Fue entonces cuando me di cuenta de quiénes son los enemigos de nuestra clase.
En el ejército no tenía ningún conocimiento político agudo o avanzado. Pero siempre estaba rodeado de amigos soldados y hablábamos de lo que estaba pasando en el país. Fui elegido para ascender. Era costumbre, al obtener un rango superior, maltratar a los demás de diversas maneras. Se suponía que debíamos volvernos déspotas con los subordinados y los civiles. Pero nunca cambié con mis amigos ni con los soldados de un rango inferior.
El subsargento de nuestra sección fue enviado a tomar un curso. El teniente de la sección informó a los soldados que yo estaría al mando. Aproveché esta oportunidad para hablar con los soldados sobre la importancia de tener relaciones de camaradería. En el ejército, la división de clases era muy evidente. Hubo mucho abuso de poder. Se utilizaban tanto el castigo corporal como el ejercicio extenuante. Algunos soldados se desmayaban.
En una ocasión, cuando los maestros se declararon en huelga, el teniente me dijo que preparara nuestra sección con equipo antidisturbios para romper la huelga. Reunimos nuestro equipo: máscaras antigás, bastones y esposas. Nos dieron órdenes de disparar si se resistían. Reuní a toda la sección y les conté el pedido que teníamos.
Sabía que mi hermano era líder sindical y que podía estar en huelga. Su posición política, al igual que la mía, era que estábamos a favor de la huelga de los maestros. Empecé a consultar con los soldados. ¿Qué pensaban? ¿Cómo debíamos actuar al llegar a la huelga? Algunos de mis amigos pensaron que debíamos ir a advertirles porque la orden era golpearlos y matarlos. Otros, que no tenían conocimientos políticos, decían que no había que advertirles, sino que rompiéramos la huelga con garrotazos o balazos porque eran revoltosos y querían arruinar el país. Nuestro deber como militares era defender la patria.
Luego me tocó el turno de hablar. “No somos soldados de carrera. Estamos en el ejército por diferentes razones. Pronto volveremos a ser civiles. Algunos de nosotros volveremos a trabajar en el campo, otros como obreros. Y es probable que algunos sean maestros que trabajen en las mismas malas condiciones. Están en huelga porque luchan por mejores condiciones de vida, ya que sus salarios son miserables. Por lo tanto, iremos a advertirles que se dispersen pacíficamente. No es nuestra intención hacerles daño. Si tenemos que disparar, lo haremos al aire, no a la gente. Recordemos que los maestros son nuestros hermanos de clase. Nos enseñaron a leer y escribir. Les debemos respeto y gratitud”.
A los pocos minutos nos ordenaron subir a los camiones para llevar a cabo nuestra misión. Pero en el camino recibimos la orden de cancelar la misión, ya que la huelga se había disuelto.
Una de las cosas más importantes que aprendí de estar en el ejército fue que si construyes relaciones sociales y políticas con los soldados, puedes ganarlos para tu posición revolucionaria.
—Camarada Ex-Soldado
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“Soldados, Marineros, Marines: Cruciales para la Revolución Comunista” Aquí