11 de noviembre—“Me gusta ese titular: ‘Elecciones Estadounidenses: mal contra mal’”, declaró un conductor de autobús de Los Ángeles. “Estoy cansado de votar por el ‘menos malo’”.
No es de extrañar que los demócratas hayan perdido. Hace tiempo que dejaron de pretender ser un “partido de los trabajadores” y están permitiendo el genocidio en Gaza. El gobierno de Obama deportó a tres millones de personas. La “Prohibición de Asilo” de Biden de 2023 impidió que la mayoría de los migrantes recibieran protección si cruzaron por otro país en su camino hacia la frontera sur de Estados Unidos.
Un gran número de personas no votó. Pero para cambiar las cosas, necesitamos una revolución comunista.
Para nuestra familia de la clase trabajadora en Gaza y en la frontera entre Estados Unidos y México, nada cambiará cuando Trump sea el presidente. Para los trabajadores de Estados Unidos, la represión fascista y la crisis económica se intensificarán. La lucha de clases se agudizará. Las oportunidades para movilizar a las masas para el comunismo aumentarán.
“Todos tenemos que apretarnos el cinturón”, proclamó el demócrata Jimmy Carter en 1979. Obama instó a los estadounidenses a “sacrificarse” en un vano intento de ganar la guerra en Afganistán.
No es ningún secreto que los imperialistas estadounidenses –los mayores capitalistas industriales y financieros– han estado enfrentado una competencia cada vez más férrea, por el control de los recursos energéticos, los mercados y la mano de obra más barata. Por la continuación del dólar como moneda de reserva mundial. Para frenar el declive en la tasa de ganancias y competir con el imperialismo chino, que está consolidando alianzas con un alfabeto de acrónimos.
Y, como ha informado Bandera Roja, están librando una batalla perdida. Incluso el dominio militar estadounidense está siendo desafiado. El imperialismo chino no solo tiene el ejército permanente más grande del mundo, pero también la armada más grande, seguido por Rusia y Corea del Norte.
Por lo tanto, en este periodo histórico, los gobernantes de EE. UU. necesitan imponer el fascismo. La presidencia de Trump les da la oportunidad de pretender que los votantes les dieron un “mandato”. Pero eso es una mentira. Claro, están apareciendo fascistas orgullosos y peligrosos, pero sólo alrededor de una cuarta parte de los votantes elegibles eligieron a Trump. Algunos de ellos “pasaron por alto” su racismo y misoginia repugnantes, al igual que algunos votantes de Harris “pasaron por alto” su papel en perpetuar el genocidio.
El fascismo significa que los capitalistas estadounidenses deben “apretarles el cinturón” a los trabajadores de EE. UU., ¡alrededor de sus cuellos! Deben imponer “austeridad” de la misma manera que el FMI la ha impuesto en Pakistán, Jordania, África subsahariana, México y gran parte de América del Sur.
Elon Musk, aliado de Trump, dijo exactamente eso. Dijo que los votantes deben esperar algunas “dificultades temporales” conforme el gobierno federal recorte drásticamente sus gastos. “Todos van a tener que aceptar recortes”, afirmó.
Exceptos estarán los multimillonarios como él que esperan obtener grandes ganancias de una enorme consolidación industrial: Tesla, IA, Neuralink, tecnología espacial/militar y – Musk espera que Boeing también. Todo a expensas de los trabajadores de Estados Unidos y de otros países.
Como admitió Musk, esto crea condiciones explosivas para la lucha de clases. De ahí los ataques cada vez más feroces y violentos, contra los inmigrantes, por parte de la chusma de Trump. Primero, para aterrorizar a los trabajadores inmigrantes, que son casi el 20% de la fuerza laboral estadounidense. Segundo, para desviar la ira de los trabajadores no inmigrantes de sus verdaderos enemigos capitalistas.
Habrá deportaciones. Habrá resistencia. Esto significa enormes oportunidades para movilizar para el comunismo y reclutar a muchos nuevos miembros al Partido, inmigrantes y nacidos en EE. UU. Especialmente en las fábricas y el ejército, sectores claves para la revolución, ambos llenos de trabajadores inmigrantes.
Debemos luchar contra el miedo y el cinismo. Debemos estar en el frente, planteando la revolución comunista como la única solución y ayudando a la gente a ver en la lucha el potencial para eso.
Y no solo en EE. UU. Los ataques racistas contra los trabajadores inmigrantes en EE. UU. agudizarán la lucha de clases y crearán condiciones revolucionarias en México y América Central. La ampliación de las guerras imperialistas creará condiciones revolucionarias en todo el mundo.
Nuestros camaradas en la India, El Salvador e Israel ya organizan para el comunismo bajo condiciones fascistas. Nuestros camaradas en Gaza organizan para el comunismo en medio de destrucción, hambre y miseria masivas. Lucharemos por el comunismo en todas partes, enfrentando los ataques de los gobernantes, y lo ganaremos.
Hay mucho que aprender de la historia de la lucha contra el fascismo. La principal conclusión es que no podemos confiar en los capitalistas liberales como los gobernadores demócratas que a viva voz dicen prepararse para “luchar contra el trumpismo”. No podemos confiar en elecciones futuras para “darle vuelta a la situación”. Debemos confiar en los trabajadores organizados para destruir el capitalismo.
Trabajadores que están motivados para construir una sociedad sin esclavitud asalariada, fronteras o naciones. Donde personas de todos los géneros y culturas trabajen juntas como camaradas para producir lo que las masas necesitan y distribuirlo según sea necesario.
ES DECIR: DERROTAREMOS AL FASCISMO GANANDO UN PARTIDO COMUNISTA