Más Cartas a Bandera Roja

Fecha de Vencimiento de Un Chofer de MTA  aquí ♦ Empujando Muros y Cambiando en El Proceso aquí ♦ Somos Una Clase Obrera Internacional aquí ♦

23 Años de Servicio: Fecha de Vencimiento de Un Chofer de MTA

A las empresas en general no les gustan los trabajadores. Después de la década de 1980, se ha producido en todo Estados Unidos un cambio negativo contra los trabajadores.

Dependiendo del tiempo que lleves en la empresa, fácilmente notarás los paulatinos cambios negativos y ataques al trabajador.

La agencia de tránsito del gobierno de Los Ángeles, MTA (que funciona gracias a los impuestos) es sólo una fachada. Somos los instrumentos que utilizan para generar ganancias para sus negocios llevando a los trabajadores a sus trabajos y a la gente a comprar en sus tiendas. Aunque nosotros, como conductores, brindamos un servicio tan vital a la economía, no se nos trata ni se nos recompensa como deberíamos serlo.

Si la empresa te contrata cuando tienes entre 20 y 30 años, saben que cumplirás sus 23 años de servicio antes de los 65 años. No se trata de la edad que tendrás cuando te jubiles. Es que tu cuerpo, después de 23 años de desgaste, se convierte en una carga para ellos. Para la empresa, 23 años de servicio es la fecha de caducidad de tu cuerpo como conductor. Nos usan y luego nos tiran.

¿Crees que el ambiente laboral hostil es sólo una coincidencia? No, la gerencia de la MTA quiere mantenerte bajo presión. Te acosan constantemente porque necesitan que te vayas apenas que cumplas 23 años de servicio. Incluso, antes es mejor para ellos si te obligan a renunciar o te despiden. ¡De esa manera se quedarán con tú pensión! ¡Así funciona el sistema para ti!

La realidad es que hay muchos conductores que no pueden o no podrán jubilarse por problemas médicos. Se verán obligados a trabajar más allá de los 23 años de servicio “prometidos”.

Para que algunos de estos operadores se jubilen, la compañía ofrece algunos incentivos médicos (sobornos) según la edad de jubilación. Si uno se jubila antes de los 55 años, no tendrá ningún seguro médico pagado por la empresa. A los 55 pagan el 50%; a los 58 el 75%, y a los 62 el 100%.

La parte que la compañía no entiende, o no le interesa, es que conducir para el público es una tarea desalentadora. Si proporcionan un mejor ambiente de trabajo para el conductor e incentivos para el público, el resultado sería menos tráfico y menos desgaste de la vida y la salud de los conductores. ¡Pero la MTA y el sistema capitalista no trabajan por el bien estar de los trabajadores ni de la población!

—Operador de autobuses retirado de MTA, Los Ángeles (EE. UU.)

Empujando Muros y Cambiando en El Proceso

“Si empujo una silla, se mueve… debido a la presión externa real que aplico. … pero terminar aquí sería materialismo mecánico”, dijo un camarada en un informe reciente sobre el materialismo dialéctico.

“La razón principal por la cual la silla se mueve es por su composición orgánica y no tanto por la presión que le aplico. El materialismo dialéctico considera tanto lo interno como lo externo cuando se analiza el cambio, pero lo interno es primario. Si aplicaras la misma cantidad de presión a una pared o a un árbol, no se moverían ni un poco”.

La física demuestra que, si ejerzo fuerza sobre una silla o una pared, ese objeto también ejerce una fuerza igual y opuesta sobre mí. El movimiento resultante (o no) también depende de la composición interna de la persona que empuja el objeto. Si están sentados en una excavadora, por ejemplo, pueden mover o incluso destruir el muro. Muchos en Gaza y la India lo saben de primera mano.

He aquí por qué esto es importante. Más de cien personas aquí en Pasadena han estado protestando semanalmente. Están presionando a la representante Judy Chu para que firme una resolución de alto el fuego en Gaza. Es como empujar una pared.

“Sí, estamos empujando una pared con la mano y no se mueve”, comentó un activista. “Pero esta analogía falla porque las manos nunca cambian. Aquí la “mano” está cambiando y la gente se está radicalizando”.

Continuó: “Cuando intentamos que Chu avanzara hacia un alto el fuego, ella no lo hizo, y ese es el muro inamovible de las instituciones estadounidenses. Pero nosotros (los organizadores) fuimos cambiados por el curso de los acontecimientos. A pesar de la lluvia, la tormenta o el frío, hemos estado protestando todas las semanas y hemos encontrado una comunidad genuina.

“Para completar la analogía, necesitamos ver realmente qué ha cambiado entre la gente. Hay más conciencia. Hay organización entre edades. A menudo los estudiantes son muy radicales y los trabajadores mayores no aparecen en escena. Pero ahora tenemos gente de Pasadena City College y Caltech organizándose con gente de iglesias y mezquitas. La gente viene con sus familias. Creo que ese sería el análisis materialista de lo que ha sucedido hasta ahora en la conciencia de las personas que están desafiando este genocidio.

“Pero en lo fundamental no se han modificado las relaciones. En este momento estamos expresando desacuerdo y todavía nos queda camino por recorrer para construir poder entre ‘el pueblo’”.

El “muro” (Chu) está inamoviblemente comprometida con el Partido Demócrata y su proyecto imperialista. Centrarse en eso podría conducir al cinismo y la pasividad.

Pero, si miramos la “mano” (los manifestantes), sí vemos cambios. Hay conversaciones sobre si el movimiento debiese ser nacionalista, internacionalista, reformista o revolucionario. ¿Cuál es el objetivo a largo plazo? ¿Cómo tendría que cambiar el movimiento para destruir las relaciones de clase del imperialismo?

Muchos han leído nuestras respuestas en Bandera Roja. Algunos preguntan por la nueva edición. Algunos dicen: “nosotros también somos comunistas”. Estamos desarrollando relaciones en las reuniones semanales y más allá.

Las fuerzas opuestas son dos lados de una contradicción dialéctica. Nuestra práctica comunista se centra en resolver las contradicciones internas de nuestro lado. Así es como crearemos una fuerza capaz de destruir el “muro” capitalista y construir el mundo comunista que necesitamos.

—Camarada en Pasadena (EE. UU.)

Somos Una Clase Obrera Internacional

“Ya ni siquiera quiero llamarme judía”, dijo una amiga terriblemente molesta porque nació en Israel.

“Naciste en una familia judía, pero también naciste en la clase trabajadora”, respondí. “Principalmente eres una trabajadora y deberías pensar de ti misma de esa manera”.

“Eso es lo que siempre decían mis padres”, recordó.

Cada uno de nosotros tiene una identidad personal con muchos aspectos. Pero todos somos trabajadores o aliados de la clase trabajadora. Cada vez más de nosotros nos identificamos principalmente como comunistas.

Ser trabajador (incluso un trabajador comunista) no hace que desaparezcan otros aspectos de nuestra identidad. Significa que son secundarios, aunque a menudo nos cueste recordarlo.

Dónde crecimos, qué idiomas hablamos, dónde vivimos, nuestras experiencias de vida, todo ayuda a dar forma a nuestra identidad personal. Podemos considerarnos culturalmente judíos o musulmanes, cristianos o hindúes, incluso si no practicamos esa religión.

Podemos identificarnos con otras personas que comparten un conjunto de habilidades (surfistas, poetas, electricistas, enfermeras). O una pasión (fans de Mihlali, Taylor Swift, Shah Rukh Khan, Lionel Messi, Manchester United). La mayoría de nosotros no permitimos que esas cosas nos dividan del resto de la clase trabajadora.

Otras cosas son más difíciles. Sabemos que la “raza”, el género y la nacionalidad se construyen socialmente. Eso significa que son cajas que la sociedad capitalista inventó para clasificarnos, con el propósito de dividirnos. Son parte de la realidad material del sistema salarial.

Entonces, no podemos simplemente decirle a alguien: “No eres negro (ni palestino, ni gay, ni mujer), eres un trabajador”. Experimentamos la opresión y la explotación capitalistas de manera diferente, según en qué cajas nos hayan metido. No podemos derrotar la ideología divisiva de la “política de identidad” negando esta realidad.

Lo que podemos y debemos decir es que la única manera de poner fin a la opresión que cada uno de nosotros experimenta es unirnos como clase trabajadora y destruir el capitalismo. Movilizarnos por el comunismo y desarraigar el sistema salarial.

Luchar, como clase trabajadora unida, contra todos los “ismos” que nos dividen. Identificarnos primero y principalmente como trabajadores. Como le dijeron los padres israelíes de mi amiga, hace cincuenta años.

—Una Camarada

POR FAVOR, ENVÍE SUS CARTAS, RESPUESTAS Y SUGERENCIAS A icwpredflag@NYM.HUSH.COM

Primera página de esta edición