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¿Qué es “La Línea del Partido”?
Una camarada docente dijo: “Los camaradas más jóvenes tienen un miedo real de ser sancionados por sus artículos”. Temen, explicó, que su contribución pueda ser rechazada si no sigue “la línea”.
“La línea” es nuestra comprensión colectiva del panorama político, económico y social en el que actualmente vivimos. Y lo que hemos acordado colectivamente hacer al respecto en este momento.
Esto está basado en mucho pensar y lucha: en los aportes de miles de camaradas basados en décadas de experiencia y estudio a lo largo de muchas generaciones. La línea no cambia por capricho.
Sin embargo, todos debemos saber que la línea no está escrita en piedra. Es una plataforma desde la cual lanzar ideas comunistas para ponerlas a prueba en la lucha práctica. Puede y debe ser cambiada por nuevos camaradas e ideas, a medida que el mundo cambia a nuestro alrededor.
Miles de millones de personas de la clase obrera tienen sus propias experiencias y aportes que dar. Si pensamos que lo tenemos todo resuelto, entonces no reconocemos las contribuciones que ellos podrían hacer a la línea, si se unen a la lucha comunista revolucionaria.
A algunos con mucho que aportar, la sociedad capitalista les ha dicho que sus experiencias y conocimientos como trabajadores no son importantes. Por lo tanto, carecen de la confianza para expresar sus ideas y sugerencias en un foro aparentemente «académico» como Bandera Roja, o incluso en un grupo de estudio. Tenemos que trabajar activamente contra este sentimiento anti-clase obrera escuchando con respeto e interés. Debemos reconocer sus contribuciones a nuestras discusiones y, en última instancia, a la línea.
Debemos tener esto en cuenta cuando luchamos con aquellos que están dispuestos a participar, pero no están de acuerdo con partes de la línea. Reconozcamos que no lo sabemos todo y que podemos cometer errores. Eso no significa que hayamos «perdido el argumento» o que nos hayamos «dado por vencidos ante ideas capitalistas».
Demuestra que creemos que la clase obrera aprende y crece a través de la lucha. Que respetamos las experiencias e ideas que las personas con las cuales hablamos pueden aportar a nuestra comprensión colectiva. Nuestra reacción instintiva no puede ser «defender la línea a toda costa». Debemos pensar muy cuidadosamente sobre lo que dicen y reconocer cómo puede eso ayudarnos a crecer.
La línea no es un dogma sino una guía para la acción. El estudio del materialismo dialéctico revela que incluso la contradicción principal en el mundo cambia con el tiempo. Lo mismo ocurre con las contradicciones secundarias. La idea de que no cambiaríamos nuestra línea en un mundo en constante cambio no es dialéctica.
Incluso en el comunismo, el trabajo colectivo para cubrir nuestras necesidades colectivas puede desarrollar una visión diferente de la “naturaleza humana”.
El materialismo dialéctico enseña que todo conocimiento comienza con la práctica colectiva. Cuando participamos en luchas del mundo real como huelgas y acciones laborales, nuestro trabajo comunista entre las masas abre la puerta a la modificación de nuestra línea. Y, a veces, a diferentes ideas de cómo será el comunismo. Estas luchas nutren las relaciones políticas y sociales y ponen a prueba la solidez de nuestras ideas revolucionarias.
Debemos dar con entusiasmo la bienvenida a estos cambios.
—Maestra comunista
Lenin, ¿Qué hacer?
«Cuando los albañiles colocan ladrillos en diversos lugares de una enorme estructura de un tamaño sin precedentes, ¿es ‘trabajo de papel’ utilizar una línea para ayudarlos a encontrar el lugar correcto para la colocación de los ladrillos; indicarles el objetivo final del trabajo común; permitirles utilizar, no sólo cada ladrillo, sino incluso cada trozo de ladrillo que, pegado a los ladrillos colocados antes y después, forma una línea continua terminada?»
Estar Ahí El Uno Para El Otro—Y Para La Clase Trabajadora Internacional
Es una conversación que tengo con muchas personas. Un amigo está de acuerdo en que ayudar a aquellos con necesidades apremiantes (por ejemplo, con comida), no es suficiente. Que todos los diferentes problemas (el hambre, el cambio climático, la desigualdad, la guerra) están interconectados. Que el capitalismo es la raíz. Que necesitamos un cambio de sistema, incluso una revolución. A todos les gusta la idea del comunismo.
Pero les preocupa que a algunos “revolucionarios” parece no importarles la gente que sufre ahora. (“Tú no”, uno agregó rápidamente). Como todo está conectado, preferirían trabajar en una sola pieza.
“Creo que la clave es cómo conectamos lo que parece ser dos tipos diferentes de trabajo”, respondí en una conversación reciente. “La solidaridad material, por un lado, la organización para la revolución comunista por el otro”. Ofrecí varios ejemplos del trabajo de nuestro Partido.
En El Salvador, durante lo peor de COVID, las fábricas cerraron. Los trabajadores, incluidos los camaradas del PCOI, estaban aislados y con hambre. “Por lo tanto el Partido organizó para proveerle una bolsa de comida a cada miembrx afectadx por la pandemia y este sistema”, lo reportaron en Bandera Roja (BR).
“Explicamos que esto era gracias a un grupo colectivo internacional que nos mostró la práctica del comunismo”. Cuando lxs obrerxs tuvieron que regresar a las fábricas que aún no eran seguras, BR explicó cuidadosamente cómo el Covid expuso las contradicciones entre los trabajadores y los patrones que los explotan.
En la India, por la misma época, los camaradas en tres ciudades distribuyeron un cartel (en varios idiomas) “Rompamos la cadena de Pandemias, Ganancias, Guerra, Sexismo, Casteísmo, Fascismo”. Les pedía a los trabajadores ingresar al PCOI. El reverso del cartel mostraba técnicas básicas para mejorar los niveles de oxígeno.
“Practicamos técnicas de respiración con las familias”, informaron los camaradas en BR. “También dijimos que, cuando fuera posible, deberíamos apoderarnos de los tanques de oxígeno y ponerlos a disposición de las personas necesitadas. Brindamos consuelo y apoyo a muchas familias que visitamos diariamente.
“La respuesta de nuestros vecinos fue abrumadora”, continuaron. “Uno dijo, con una voz apenas audible, ‘Puede que me esté muriendo, pero quiero ver a estos especuladores enterrados vivos’. Pasamos tiempo de calidad con los vecinos. Algunas personas estaban desconsoladas. Estuvimos allí para ellos”.
“Estar allí” para nosotros y para los trabajadores del mundo—ese es el núcleo de cómo se organizará el comunismo. Todos trabajaremos, según nuestros deseos y capacidades, para producir para cubrir las necesidades de las masas. No por un salario, sino para estar allí para los demás. Y otros estarán allí para nosotros, brindándonos lo que necesitamos para una vida plena y satisfactoria. Ya no experimentaremos el “ayudar a los necesitados” como algo opuesto (o incluso diferente) a realizar un trabajo revolucionario.
Mientras tanto, yo (y mi colectivo de partido) tenemos mucho que aprender de ejemplos como estos sobre cómo vivir nuestras vidas como comunistas. Estoy segura de que otros camaradas también los tienen. Compartir nuestras historias en BR nos ayudará a todos a hacer eso.
—Camarada mayor en EE. UU.