Carta: Cuba: ¿Socialismo o Comunismo?


El tabaco es uno de los principales productos básicos de Cuba, producido principalmente para la exportación.

Durante décadas, Cuba ha sido presentada como la gran “figura maestra” del socialismo en América. Pero ¿qué significa eso para los trabajadores cubanos hoy? Sus condiciones son desesperadas. La mayoría de la población vive en la pobreza extrema. Las viviendas se están desmoronando. Los apagones que duran horas e incluso días son comunes porque el gobierno no puede proporcionar suficiente electricidad. Este no es el futuro que queremos para los trabajadores en ninguna parte.

Los defensores del socialismo cubano afirman que la pobreza en sí no es el problema, ya que muchos países de la región —El Salvador, Honduras, Haití— también son extremadamente pobres. Señalan que el imperialismo es la causa, lo cual, por supuesto, es cierto.

Al principio, esta respuesta me pareció desconcertante. ¿No se supone que el socialismo ofrece una vida mejor a los trabajadores, no el mismo nivel de miseria que sus vecinos?

Argumentan que ningún país pequeño podría resistir el enorme poder de los imperialistas. Pero esto no es lo importante. Somos comunistas, no socialistas. La verdadera pregunta no es si el socialismo puede sobrevivir, sino si el comunismo puede. ¿Cómo sería una Cuba comunista, liderada por el PCOI? ¿Podría una Cuba comunista plantar cara al imperialismo?

Creo que la respuesta es sí, aunque no sería fácil. La raíz de la desesperación de la Cuba socialista reside en que, desde hace mucho tiempo, se comprometió a operar dentro del mercado capitalista mundial. Importa más del 70 % de sus alimentos y los financia con la venta de azúcar, ron, tabaco y turismo. También debe comprar gasolina, que escasea constantemente. Cuando se acaba la gasolina, se corta la electricidad, los tractores no funcionan y se produce menos azúcar, alimentando así un círculo vicioso de dependencia.

Una Cuba comunista podría romper este círculo rechazando por completo el mercado mundial. El imperialismo impondría un embargo estricto de todos modos. El único camino real hacia adelante sería la autosuficiencia: producir sus propios alimentos, construir sus propias viviendas y crear sus propias fuentes de energía. Al principio, las condiciones podrían ser primitivas, pero movilizando a las masas, Cuba podría garantizar que todos tengan alimento, vivienda y ropa. Sus suelos fértiles, bosques y yacimientos petrolíferos marinos son recursos que una sociedad comunista podría aprovechar.

En sus inicios, los revolucionarios cubanos quisieron diversificar la agricultura y ser autosuficientes, pero abandonaron esa idea para aliarse con la URSS socialista.

Una Cuba verdaderamente comunista sería un faro de esperanza. Demostraría que la clase trabajadora puede enfrentarse al imperialismo, no retrocediendo hacia el socialismo, sino avanzando con audacia hacia el comunismo. Inspiraría a millones de personas en América y el mundo a rechazar las ilusiones y luchar por la única solución real: la revolución comunista.

—Camarada en Canadá

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