EL SALVADOR—El 19 de septiembre, el gobierno puso en marcha un plan de despliegue de unidades del ejército en puntos “estratégicos” para combatir la criminalidad en San Salvador, la universidad es uno de estos y es el lugar que más tensión ha generado.
No es para menos, miles de estudiantes han sido desaparecidos, torturados o asesinados en la historia por las fuerzas represoras del Estado, entre ellas el ejército. En la actualidad, el ejército y la policía siguen acosando, abusando y criminalizando a jóvenes del país.
Este nuevo escenario ha generado una discusión más aguda entre amigos y miembros del partido sobre el papel de los soldados en el movimiento revolucionario y la necesidad de organizarles.
El 25 de septiembre más de 120 estudiantes universitarios salieron a la calle a protestar contra la militarización, el intento de privatizar la universidad y en contra de la criminalización de la pobreza. Está protesta abrió un espacio donde pudimos discutir todavía más sobre este tema. Quienes están en contra de la militarización argumentan que el gasto militar debe ser usado para mejorar la educación, que la presencia de los soldados significa acoso y violencia contra los jóvenes.
El gasto militar es indispensable para los Estados capitalistas, es necesario para la defensa de los intereses de la clase dominante. Si nuestro objetivo es eliminar la violencia y la explotación con la destrucción del capitalismo, es necesario movilizar a las masas por el comunismo.
En medio de la protesta le pregunté a un amigo, “¿A qué se refieren cuando dicen que hay que eliminar el ejército?”, respondió, “No se trata de que no exista más, si no de reconstruirlo, hacer uno nuevo”. Y tiene razón, pero ¿cómo lo lograremos? precisamente organizando dentro de los ejércitos burgueses. El movimiento revolucionario ha logrado incidir en las acciones de un ejército por confrontación armada directa y por la organización de sus soldados.
Los ejemplos de los bolcheviques y los soldados rusos siguen teniendo vigencia, pero solamente tenemos que retroceder unas décadas en El Salvador para darnos cuenta de que estas lecciones nos sirven en nuestro contexto. En la Ofensiva General de 1981, en el cuartel de Santa Ana, un grupo de soldados y un capitán se rebelaron en apoyo a la ofensiva guerrillera. Las masas, al ver la sublevación en el cuartel, se lanzaron con más determinación a la calle, esta ciudad fue la que más actividad insurreccional tuvo en todo el país durante esta fecha. Estos soldados no se diferencian en mucho con los soldados que vemos hoy en la calle, la posibilidad de ganarlos a las ideas comunistas sigue ahí.
Al entrar a la universidad, la marcha se encontró con un grupo de soldados y una humvee. Aproveche y me acerque a un soldado que estaba disperso. “Qué piensa de esto?” -le pregunté- “Yo no los entiendo, estamos aquí para cuidarlos, no para joderlos. ¿Por qué hacen esto? nosotros solo seguimos órdenes” me contestó. Trate de explicarle que en lo personal no entendía algunas acciones pero que la mayoría de estudiantes estábamos consciente de que el problema era quien les dan órdenes, no ellos. “Mira, si vos salís de clases y te encontrás con un pandillero en la calle, ¿no te sentís más seguro si estamos nosotros?” -preguntó el soldado- “Claro, yo sé que la cosa está jodida, pero ustedes también pueden preguntarse por qué hay tanta violencia”. Terminó la conversación. Romper con el miedo de hablar con los soldados ha sido nada más un paso, aunque esta conversación no fluye de la manera que esperaba, la disposición de los soldados a discutir muestra que hay una forma de llevar las ideas comunistas a ellos, incluso en las condiciones actuales del país.
Soldados, obreros y obreras, estudiantes, campesinos y campesinas tenemos más cosas en común que con la clase dominante. Los capitalistas tratan de que los soldados vean a los jóvenes y estudiantes como una amenaza, para lograr combatir estas ideas es necesario que trabajar políticamente con ellos y con la base del partido. Llevar Bandera Roja y el folleto militar del PCOI será clave para esta tarea. Los miembros y amigos del partido tienen que ser consciente de la necesidad de este trabajo, la mentalidad de los soldados no cambiará de la noche a la mañana, mucho menos cuando los tratan de separar del resto de la clase trabajadora. Cada miembro del partido debe reforzar su compromiso con el proyecto comunista, las cosas siguen cambiando y tenemos que estar listos para cumplir esta tarea.