La revolución rusa de 1917 lanzo chispas por todo el mundo. En 1919, dos de esas chispas aterrizaron en Seattle, EE. UU. y Winnipeg, Canadá. Decenas de miles de trabajadores se fueron a huelgas generales que amenazaron a la burguesía, pero al mismo tiempo demostraron que el sindicalismo no es sustituto para la revolución.
Seattle y el noroeste del Pacífico habían sido por mucho tiempo focos de sindicalismo y política izquierdista. El anarcosindicalista IWW publicó su periódico “Trabajador Industrial” en su sede de Spokane (Estado de Washington). En 1918, el Concilio Laboral de Seattle comenzó a publicar el Registro de la Unión, el primer periódico laboral de EE.UU. Era el único diario en imprimir el discurso de Lenin de abril de 1918 al Congreso de los Soviets. Veinte mil ejemplares fueron distribuidos en Seattle.
El 21 de enero de 1919, 35,000 obreros de los astilleros de Seattle abandonaron el trabajo y 14,000 más en Tacoma. Su sindicato había firmado un acuerdo de no aumento salarial y no huelga durante la 1ª Guerra Mundial y tenían terreno que recuperar. Más tarde ese año, estos mismos obreros se negarían a cargar armas destinadas a las fuerzas contrarrevolucionarias en Rusia.
El 2 de febrero, los representantes sindicales se reunieron para planificar una huelga general en solidaridad con los astilleros. El Registro de la Unión publicó un editorial de Anna Louise Strong anunciando la huelga para el 6 de febrero. Prometió que los sindicatos no simplemente cerrarían a Seattle, sino que lo manejarían también. Strong concluyó que “nadie” sabía a dónde llevaría esto. ¡Hubiera sido mucho mejor si las masas tuvieran la idea de que conduciría a la revolución comunista!
Alrededor de 100,000 obreros se fueron a la huelga, incluyendo 40,000 obreros no sindicalizados. Los obreros japoneses de hoteles/restaurantes se unieron a pesar de haber sido rechazados por los líderes racistas de la Federación Americana del Trabajo (AFL, por sus siglas en inglés).
Los huelguistas establecieron su propio cuidado de niños, y cocinas que servían 30,000 comidas diarias. Organizaron servicios esenciales como la recolección de basura y la lavandería del hospital. Trescientos veteranos de la Primera Guerra Mundial formaron una fuerza de seguridad sin armas.
Los huelguistas, en un par de días, mostraron que los obreros podían dirigir la sociedad y proporcionar necesidades básicas sin los capitalistas y sin burocracia. Los obreros que hicieron esto no recibieron salarios. Esto ayudó a que muchos obreros vieran que la sociedad podía existir sin dinero y salarios.
La huelga duró solo cinco días. La dirigencia nacional reaccionaria de la AFL presionó a los líderes locales para que la suspendieran. El alcalde de Seattle trajo a cientos de policías, militares y vigilantes armados. Esto fue más oposición de lo que esperaban los huelguistas. Los trabajadores del astillero siguieron su huelga hasta el 11 de marzo.
Mientras tanto, las mismas fuerzas trabajaban en Winnipeg: años de penurias durante la 1ª Guerra Mundial. Promesas rotas de prosperidad de posguerra. Una historia de activismo sindical y socialista estimulado por la revolución en Rusia. Y los capitalistas aterrorizados que la revolución se extendiera.
Los obreros de la construcción de edificios se fueron a huelga el Primero de Mayo de 1919. Dos semanas después, treinta mil se unieron a ellos en una huelga general. Quinientas operadoras telefónicas fueron las primeras en unirse a la huelga. Como en Seattle, los huelguistas garantizaron servicios esenciales. Los veteranos jugaron un papel importante en apoyar la huelga: 10,000 se congregaron en la legislatura. Estibadores en Londres, Inglaterra y Sydney, Australia, rehusaron cargar buques canadienses en solidaridad.
Luego, los capitalistas empezaron su represión. El 21 de junio, la RCMP (policía nacional) atacó una manifestación de huelguistas y veteranos, matando a dos y hiriendo a 30. Los manifestantes que huyeron fueron golpeados por cientos de vigilantes anti-huelga. La RCMP y los militares patrullaban las calles con ametralladoras. Los huelguistas de Winnipeg no estaban preparados para este nivel de violencia. Unos días más tarde terminaban la huelga.
Las huelgas de Seattle y Winnipeg a menudo son interpretadas como derrotas para el sindicalismo, especialmente la estrategia de “un gran sindicato” del IWW. Ciertamente mostraron que el sindicalismo, por combativo que sea, no puede hacer frente al poder estatal de los capitalistas. Para vencer a los capitalistas, necesitamos un partido comunista revolucionario masivo con un ejército rojo.
En el comunismo, no habrá capitalistas ni sus policías. El Ejército Rojo defenderá la revolución y le ayudará a la clase obrera proporcionarles a las masas lo que necesitan. Las masas, movilizadas por el partido, se encargarán rápidamente de los reaccionarios armados.
Miles de trabajadores aprendieron una lección importante de las huelgas de 1919. En EE.UU. ingresaron al recién formado Partido Comunista de EE. UU., formado pocos meses después de la huelga general de Seattle. Los mejores líderes del IWW, incluida Anna Louise Strong, rechazaron el anarcosindicalismo y abrazaron el comunismo. El partido comunista canadiense se fundó dos años después. ¡Hoy entendemos la necesidad del Partido Comunista Obrero Internacional!
Y debemos ver aún más claramente que no es suficiente resistir al capitalismo o intentar revertir sus ataques. Tenemos que destruir el capitalismo para siempre con la revolución comunista.