EE.UU. – En los años 60 y 70, algunos de nosotros participamos en un grupo de teatro callejero llamado Tropa de Artes Radical (TAR). No era teatro comunista, pero fue una maravillosa experiencia política educativa. Hablar de esto con compañeros y amigos nos ha ayudado a pensar sobre cómo el cine y el teatro podrían ayudar a movilizar a las masas para el comunismo.
Nuestras obras duraban solamente 10-15 minutos. Las repetimos varias veces al día, para nuevas audiencias. Eran divertidas y tenían música, pero también eran serias. Hicieron puntos políticos importantes (como exponer el papel de las universidades en la guerra de Vietnam).
No hubo un productor todopoderoso. Hubo un líder del partido, no un jefe. Tomamos decisiones por consenso.
No teníamos estrellas. Siempre hubo héroes y villanos, pero nos turnamos. Nos aseguramos de que ningún actor tuviera demasiado tiempo en el escenario.
No tuvimos audiciones. Cualquiera que le gustara nuestra política podría unirse. Todos contribuían de la manera que pudieran, o estuvieran dispuestos a hacer. Nadie fue rechazado.
Abandonamos el casting por raza y género. Las mujeres podían jugar los roles de los hombres y viceversa. Ni siquiera teníamos roles de hombres y mujeres. Excepto tal vez para figuras públicas como Nixon, que aún podría ser interpretada por una mujer.
No recordamos ningún hostigamiento, aunque nunca se sabe lo que sucede en privado. De lo que estamos seguros es de que la TAR no le dio a nadie el poder de coaccionar a nadie más, prometiendo o negando los papeles protagónicos. No hubo roles protagónicos en primer lugar.
Aprendimos mucho, tanto individual como colectivamente, en el transcurso de un par de años. Nuestra primera obra llevó semanas en producirse. Los escritores produjeron un guión detallado y luego los actores lo ensayaron muchas veces.
Después de una larga experiencia, dejamos de tener “escritores” y “guiones”. Cuando necesitábamos una nueva obra, un subgrupo auto seleccionado trabajaba las ideas básicas y las bromas. Luego, alentamos la improvisación durante los ensayos (e incluso, con moderación, durante las actuaciones). Eventualmente, podíamos crear una obra de teatro por la tarde y realizarla al día siguiente si fuera necesario.
Aprendimos a minimizar el diálogo y confiar en grandes accesorios coloridos, música alta, efectos de sonido y gestos exagerados. No había lugar para cejas sutilmente levantadas o lenguaje simbólicamente ambiguo.
Algunas veces otros activistas en nuestro grupo político en la universidad no nos tomaron en serio. Pensaron que folletos largos y prolijos, llenos de análisis penetrantes, eran más efectivos que nuestras obras “tontas”. Ellos estaban equivocados. Muchos nos dijeron que realmente no entendían ningún problema hasta que vieron nuestra obra.
La mayor fortaleza de nuestro teatro de calle fue que era una excelente manera de involucrar a las personas. Una cosa es leer un análisis y estar de acuerdo con él. Puede ser aún más efectivo representarlo literalmente en la lucha por ganar a otros.
Teatro comunista: ahora y en el futuro
Pero, ¿era TAR el teatro comunista? En aspectos de la forma en que fue organizado, sí. Fue un colectivo en el que todos contribuyeron de acuerdo con su capacidad y compromiso.
Pero en términos de contenido, no. Como su nombre lo indica, era “radical”, no comunista. Nunca mostramos el derrocamiento del capitalismo o el establecimiento del comunismo. Las teorías de la época decían que TAR tenía que ser radical, no comunista. Pensamos que necesitábamos grupos de fachada; que la lucha militante y radical producirá comunistas espontáneamente.
Hoy, podemos hacerlo mucho mejor. Nuestras obras de teatro pueden abogar por el comunismo y explicar en forma visual cómo funcionará nuestra sociedad futura.
Y no tenemos que esperar hasta después de la revolución. Por ejemplo, podemos organizar sketches comunistas para nuestra cena del Primero de Mayo de este año que incluyan actores de todas las edades.
¿Cómo serán el teatro y el cine, la música y otras artes en la sociedad comunista? ¿Cómo movilizaremos a las masas para que participen, no solo para ser “entretenidas”? ¿Cómo pueden las artes comunistas ayudar a eliminar el sexismo y el racismo y construir una conciencia comunista masiva? ¡Dinos lo qué piensas!
La revolución Rusa y China crearon el nacimiento a una historia rica de entretenimiento comunista masivo. Cientos de miles de la clase trabajadora particiapron. Artículos futuros sacaran lecciones de esos esfuerzos.
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