Carbón, Comunistas y el Archi-Traidor de John L. Lewis
El Partido Comunista de EE.UU. estuvo en las minas de carbón casi desde su fundación en 1919. Desde ese primer día, el presidente del sindicato Obreros Mineros Unidos de EE.UU. (UMW, siglas en ingles), John L. Lewis, se dedicó a expulsarlos de allí.
La principal estrategia de los comunistas desde fines de la década de los 1920 hasta mediados de la década de los 1930 fue construir un sindicato rojo, Este sindicato “revolucionario” era una mezcla de reformas combativas y llamados para un EE.UU. soviético.
Primero, Lewis y sus secuaces atacaron directamente a los organizadores comunistas. Mataron a varios camaradas valientes en esta batalla que duró una década. El UMW firmó acuerdos vendidos con los propietarios de minas para socavar las huelgas dirigidas por los comunistas.
En la huelga de 1931 en el oeste de Pensilvania, el NMU sacó más de 40,000 mineros en huelga, incluyendo un gran número de obreros negros. Poco después, se unieron a la famosa huelga del Condado de Harlan.
Los obreros negros constituían el núcleo de los organizadores de NMU y de los líderes del Partido en los alrededores de Birmingham, Alabama. Más tarde, mineros del carbón mexicano-estadounidenses dirigieron la carga contra las armas, bayonetas y macanas durante la famosa huelga de la mina Gallup de Nuevo México.
En cada una de estas huelgas, el Partido hizo hincapié en “revolucionar a los obreros en huelga, no sólo en obtener mejoras materiales”. De acuerdo con este objetivo, “lo primero que el Partido consideraba era [reclutamiento]”.
Los comunistas lanzaron campañas educativas por todas partes en las áreas mineras. Muchos mineros no sabían leer. En los círculos de estudio, aquellos que podían leían en voz alta todo, desde El Manifiesto Comunista hasta el periódico Daily Worker del Partido Comunista de EE.UU. Miles ingresaron al Partido.
Durante todo este tiempo, Lewis y el UMW afirmaron que lucharían contra “la propaganda comunista en el movimiento sindical estadounidense tan brutalmente como combatían a las minas rompehuelgas no sindicalizadas”. ¡En la práctica, lo hicieron aun más!
El periódico del Partido Comunista publicó una foto de Lewis en primera plana con un pie de foto tildándolo de “Archi-Traidor”.
Lewis y sus secuaces no pudieron detener el Partido Comunista. Una y otra vez, los mineros – particularmente mineros negros y latinos – buscaron al Partido. Los sindicatos rojos no tuvieron éxito en el sentido sindicalista de “logros materiales”, pero la visión del comunismo inspiró a las masas.
¿Pudieron los sindicatos rojos y sus ilusiones reformistas haber sido reemplazados por una movilización directa para el comunismo? Parece que muchos obreros de base estaban listos. El frente unido deshecho esa posibilidad.
Se derramó mucha sangre para aprender que nada menos que movilizar para el comunismo puede tener éxito. Ahora es nuestro turno. ¡No olvidaremos eso!