Para la clase obrera, las fronteras no son más que monumentos a las vidas obreras desperdiciadas por todo el mundo. Fue la guerra de trincheras en Europa durante la Primera Guerra Mundial que barrió de la faz de la tierra a millones de soldados jóvenes para erigir las fronteras de hoy día en África y la región del Golfo Pérsico: Siria, Líbano, Jordania, Irak, Palestina / Israel. Para los capitalistas-imperialistas esas fronteras crearon sus naciones y sus imperios.
Cuatro millones de obreros murieron y 35 millones fueron hechos refugiados cuando la frontera entre la India y Pakistán fue creada poco después de la 2ª Guerra Mundial.
El genocidio de cerca de 90 millones de indígenas americanos, desde Argentina a Canadá, estableció las condiciones para que los imperialistas de EEUU y Europa establecieran sus fronteras en todas las Américas.
Si las tumbas de estos obreros, soldados y pobladores indígenas tuvieran voces, estas también seguramente gritarían como los activistas hoy, “¡Queremos un mundo sin fronteras!” y “¡Ningún ser humano es ilegal!”
Masas obreras en todo el mundo empiezan a adoptar esas consignas. Expresan sus aspiraciones por un mundo sin naciones, fronteras o leyes de inmigración.
Solamente una revolución comunista a nivel mundial puede hacer realidad esas aspiraciones. El comunismo eliminará todas estas barreras artificiales, incluyendo los cercos y la propiedad privada, creadas por los gobernantes de las sociedades clasistas para explotarnos y gobernarnos.
En el comunismo ningún ser humano jamás explotará a otro. La explotación fue la base material para el desarrollo de las sociedades de clase: esclavitud, feudalismo y capitalismo.
El comunismo destruirá al capitalismo, su esclavitud salarial, dinero y mercados. Nada será comprado o vendido, sobre todo nuestra fuerza laboral. Colectivamente planificaremos, produciremos y distribuiremos los frutos de nuestro trabajo de acuerdo a las necesidades de cada cual.
Racismo: un producto exclusivo del capitalismo.
Sin el racismo, los capitalistas no podrían explotarnos y oprimirnos. Son la clase dominante más débil y pequeña de la historia. Sin embargo, deben explotar y gobernar a cada vez más miles de millones de nosotros. Nuestra tarea histórica, sin embargo, es ser sus sepultureros.
Esto los pone en una situación muy precaria. Manejamos su complejo industrial. Nos entrenan y nos arman para defenderlos de otros capitalistas, para aplastar rebeliones y revoluciones obreras, y para pelear sus guerras por imperios y ganancias.
Nosotros podemos ganar a nuestros hermanos/as soldados, como fueron ganados los soldados rusos hace cien años, a voltear las armas contra los capitalistas y hacer una revolución –esta vez por el comunismo, no el socialismo.
El papel principal del racismo es dividirnos y debilitarnos, y especialmente para impedirnos organizar exitosamente una revolución comunista.
Por lo tanto, hay aspectos racistas en todas las leyes y políticas capitalistas. Las leyes de inmigración no son una excepción. Desde el principio fueron creadas racistas y anti-obreras hasta la médula.
La primera ley de inmigración fue adoptada por el imperialismo de EE.UU. Fue la Ley de Exclusión de Chinos de 1882 la cual prohibía la inmigración de obreros chinos a EE.UU. En 1901 Australia aprobó su primera ley de inmigración llamada “la política de Australia blanca”. Luego vino la Ley de Cuotas Migratorias de 1924 en EEUU que restringió la inmigración del sur y oriente de Europa, y prácticamente la prohibió de Asia, América Latina y África.
El patriotismo: un producto de la creación de fronteras y naciones
El patriotismo eleva la patria o nación por encima de todo. El patriotismo nos ciega a apoyar a los capitalistas, nuestros enemigos de clase, contra nuestros hermanos y hermanas de clase obrera a nivel nacional e internacional.
Nacionalmente, nos lleva a aplastar cualquier intento revolucionario por derrocar a los amos capitalistas. Internacionalmente, nos lleva a pelear y morir por los intereses de un grupo de capitalistas-imperialistas peleándose con otro grupo.
El patriotismo también engendra la xenofobia, que convierte a nuestros hermanos/as inmigrantes en enemigos. Los culpa por el desempleo, la falta de beneficios, y las malas condiciones de trabajo que los capitalistas nos imponen para explotarnos a todos.
La lucha por el comunismo es cada vez más urgente
Conforme la crisis de sobreproducción capitalista se intensifique, empujándolos a guerras cada vez más grandes, incluyendo la guerra mundial, los capitalistas no escatimarán esfuerzos para ganarnos rabiosamente a su racismo, xenofobia y patriotismo.
Nosotros tampoco debemos escatimar esfuerzos en organizar para el comunismo: distribuyendo Randera Roja y reclutando a nuestro Partido. Esto nos permitirá responder como clase a todos los ataques anti inmigrantes organizando huelgas políticas contra el capitalismo y por el comunismo.
Nuestra meta debe ser ponerle fin al capitalismo-imperialismo – que necesita leyes racistas de inmigración, fronteras y naciones – y construir un mundo comunista.
Estamos movilizando a las masas para construir un mundo donde todo trabajador/a sea bienvenido/a en todas partes, donde en lugar de competir por empleos esclavizantes cooperemos, como hermanos y hermanas, trabajando colectivamente para satisfacer las necesidades de todos en todo el mundo.
Necesitamos un mundo donde podamos aprender de la experiencia de todos para crear lo mejor para nuestra clase, sin dinero ni ganancias. Un mundo donde todos los trabajadores puedan viajar a cualquier lugar para compartir con otros trabajadores, pero donde nadie se vea obligado a abandonar su hogar y su familia para sobrevivir.
¡Ingresa al PCOI para luchar por este mundo comunista!