Muestra la Necesidad de Viviendas Comunistas
17 de junio – El fuego en los apartamentos de Grenfell en Londres finalmente fue apagado. La ira de la clase obrera apenas comienza a arder.
Es un escenario que nos atormentará. Niños gritando pidiendo ayuda segundos antes de que el humo y el fuego los consumieran. Padres desesperados lanzando a los niños por las ventanas, esperando que fueran salvados. Un número aún desconocido de nuestras hermanas y hermanos de la clase que fueron quemados vivos o que saltaron a sus muertes.
Un despliegue multirracial de apoyo a los sobrevivientes ha superado ya todo lo que el gobierno ha tratado de organizar. La primera víctima identificada fue un refugiado sirio, Mohammed Al Haj Ali. Los sobrevivientes incluyen familias de Eritrea, Etiopía y Somalia.
“¿Qué quiero que suceda?” le dijo a un reportero un trabajador de la zona. “Quiero que haya una revolución en este país. Al carajo con los medios de comunicación. Actúan como portavoces del gobierno corrupto. La gente necesita una revolución. ¡Nada menos que eso!”
Pero las masas no concluirán espontáneamente de Grenfell que necesitamos una revolución comunista. Los socialistas y otros reformistas en Inglaterra están tratando de convertir esta ira en apoyo al Partido Laborista. Ellos corean: “[La Primer Ministro] May debe irse”. Corresponde a los lectores de Bandera Roja difundir el mensaje comunista a las masas airadas.
El infierno de las torres de Grenfell demuestra nuevamente el desprecio asesino que los capitalistas y sus politiqueros tienen por la vida de los trabajadores.
El edificio tenía solo una escalera, no tenía rociadores o alarmas. Todo esto era legal.
Aún peor, el consejo de Kensington acababa de gastar millones de libras esterlinas renovando el edificio. ¿Rociadores? No. ¿Alarmas? No. El dinero se destinó a revestimientos de plástico para que el edificio luciera mejor para los residentes ricos cercanos. El consejo tenía que elegir entre el revestimiento inflamable y el resistente al fuego. Escogieron el revestimiento inflamable para ahorrarse seis mil libras esterlinas (como 7 mil 500 dólares).
Todos los años mueren decenas de miles de personas, principalmente obreros, en incendios, terremotos, inundaciones, deslizamientos de tierra y otros “accidentes” y “desastres naturales”. Pero el verdadero desastre es el capitalismo racista y, como en Londres, la pésima construcción resultante de reducir los costos.
En el mundo, mil millones de personas viven en barrios marginales. Otros cien millones están desamparados. Bajo el capitalismo, vivienda decente para las masas no saca cuentas. Por lo tanto no existe.
Pero, ¿puede el comunismo hacerlo mejor? ¡Sí! La vivienda comunista será mejor, y no sólo en términos cuantitativos (más espacio, más rociadores, paredes más gruesas). Será también cualitativamente mejor.
No sabemos exactamente cómo la gente decidirá vivir, pero la mayoría de nosotros probablemente escogerá una vida más comunitaria. Es más social y menos alienante. Y facilita la colectivización de las tareas domésticas, liberando a las trabajadoras del trabajo monótono de la “esclavitud individual de la cocina”.
Obstáculo a la vida comunitaria: el sistema salarial
Poco después de la revolución de 1917, los planificadores soviéticos comenzaron a organizar arreglos de vida comunitaria. Algunos se basaban en los tipos de trabajo u otros en intereses comunes. Otros eran edificios altos que consistían en apartamentos comunales. Estos fueron compartidos por varios hogares que podrían no tener nada más en común.
Los apartamentos comunales a menudo funcionaban bien. Sin embargo, el sistema salarial socialista los socavó. Reforzó el individualismo. Cada hogar tenía que usar sus ingresos para comprar lo que se necesitaba. Por lo tanto, usualmente pusieron bajo llave los alimentos y otros suministros en vez de compartirlos.
Sin embargo, estos proyectos socialistas eran mejores que los bloques de viviendas privadas construidos barata y rápidamente por el gobierno soviético abiertamente capitalista de los años cincuenta.
En la China rural, la mayoría de las familias ocupaban “secciones” de viviendas ubicadas alrededor de patios compartidos. Durante el movimiento de la Comuna Popular (1958-59), el sistema salarial fue casi eliminado. Esta vivienda tradicional se prestaba para colectivizar el trabajo doméstico. Comedores comunitarios gratuitos, cuidado de niños, lavanderías y otras cosas más les permitió a las mujeres participar más plenamente en el trabajo productivo y la lucha política.
Los dirigentes del Partido elogiaron esto principalmente como una manera de aumentar la producción, en vez de una forma de crear relaciones sociales comunistas. En pocos años, sin embargo, el “camino capitalista” se impuso. La gente siguió viviendo en las mismas viviendas, pero ya no comunalmente.
Cuando las masas, dirigidas por el PCOI, establezcan el comunismo, aboliremos inmediatamente el dinero y el sistema salarial. El comunismo creará la base material para la vida comunal. ¿Qué tipo de vivienda elegiremos construir?
Es difícil de decir. Los capitalistas han trabajado mucho para ganar a los obreros al ideal individualista de la propiedad privada de casas unifamiliares. Muchos obreros odian los altos, poco espaciosos, y peligrosos edificios que el capitalismo construye a bajo costo para los obreros. Pero los edificios altos pueden ser bonitos, espaciosos y seguros, como los construidos hoy para los ricos.
La rabia justificada y las manifestaciones masivas en torno a Grenfell exigen que redoblemos nuestros esfuerzos para acabar con el capitalismo con la revolución comunista. Comencemos a planear cómo reemplazar la horrible vivienda individual del capitalismo con una vida comunitaria segura y cómoda.
Seattle: Asesinato Racista Policiaco
SEATTLE, 20 de junio – Cientos de personas marcharon anoche para protestar contra otro acto brutal de asesinato racista policiaco. El domingo por la noche, Charleena Lyles, una mujer negra embarazada,
llamó erróneamente a la policía para reportar un robo. La policía vio un cuchillo en su mano y le disparó dos veces en el pecho,matándola delante de tres de sus cuatro hijos.
Los trabajadores y los estudiantes respondieron con huelgas estudiantiles y demostraciones callejeras. La más grande de ellas comenzó el martes por la noche, cuando simpatizantes airados se unieron a la familia de Charleena, sus amigos y vecinos en el complejo de apartamentos.
Bandera Roja fue distribuido y fue bien recibido. Hicimos un error y nos fuimos antes de que la creciente multitud marchara cuatro millas hacia la Universidad de Washington. Allí los jóvenes manifestantes se enfrentaron a los policías en el puente de Montlake.
Lección aprendida: ¡nunca subestimes el potencial de las masas! Pero también estaba claro que las masas necesitan el comunismo. Su llamado a la “justicia para Charleena y su familia”, nunca puede lograrse bajo el capitalismo.