Detroit (EE.UU.) fue el centro de la producción mundial de automóviles cuando explotó la noche del 23 de julio de 1967en la más grande de las más de 100 rebeliones anti-racistas que sacudieron las ciudades estadounidenses en esa década. Siete mil efectivos de la Guardia Nacional y del Ejército fueron movilizados para aplacarla. Cuando la rebelión terminó 5 días después, los gobernantes racistas habían matado a 43 personas, lesionado a 1,187 y arrestado a 7,231. Casi 3,000 edificios fueron destruidos.
La conexión entre la brutalidad de la policía, el racismo y la explotación industrial fue expuesta a la luz como nunca antes. El potencial y la necesidad de la revolución comunista es su legado más importante.
Apenas faltaba un mes para mi treceavo cumpleaños cuando estalló la rebelión de Detroit. Vivíamos en los proyectos Jeffries, como una milla de un extremo de la rebelión marcado por la cárcel del Condado de Wayne. Me desperté el 24 de julio con un tanque estacionado frente a nuestra casa.
Mi tío no tuvo tanta suerte. Fue arrestado y arrojado a una de las infames “jaulas” que bordeaban la Avenida Michigan cuando regresaba de su trabajo en un puesto de hamburguesas de White Castle. ¡Cuarenta presos en cada celda! Podría haber sido peor. El toque de queda era a las 7:00 PM. Si nos agarran afuera, estábamos sujetos a ser fusilados por la Guardia Nacional.
El tenía 18 años. Estaba programado para ir a Vietnam ese otoño. A penas me dijo que él se hubiera ido a Canadá si hubiese tenido el dinero.
La rebelión estaba justificada. Además de la brutalidad policial que provocó la revuelta, el 60% del barrio negro en el que yo vivía estaba desempleado. La mayoría de las personas que yo conocía habían sido despedidas de las fábricas de automóviles.
Pero después de días de rebelión masiva y violenta, de quemas, muerte y represión, la rebelión fracasó. La única manera que podríamos haber ganado es si hubiéramos construido un movimiento para movilizarnos para la revolución comunista.
¿Qué hubiera pasado si mi tío hubiera entrado al ejército con la perspectiva de ganar a los soldados a voltear las armas contra del capitalismo? ¿Y si hubiera reclutado soldados a una organización como el Partido Comunista Obrero Internacional? Una revolución comunista significará guerra contra los capitalistas y sus agentes. Necesitaremos grandes sectores del ejército al lado de los obreros [ver recuadro].
¿Y que si todos los adultos que yo conocía que trabajaban en la industria automotriz hubieran construido células del Partido en las fábricas masivas donde trabajaban? Podríamos haber atacado el concepto mismo de trabajo asalariado. ¡Eso habría sido algo impactante!
El comunismo destruirá el racismo de los capitalistas
Tuve buenos amigos que eran puertorriqueños. Los puertorriqueños trabajaron en las minas de sal de Detroit que produjeron millones de dólares para los dueños. Los canarios enviados al interior de las minas a menudo murieron, pero los mineros eran enviados a extraer la sal de todos modos. A veces nunca volvían.
Los chicos polacos, hispanos y negros se llevaban bien a pesar de la propaganda racista en la tele. Todos éramos pobres. Si una familia tenía hambre, todos nos reunimos para ayudarlos.
Inmediatamente después de la rebelión, los estudiantes puertorriqueños y negros asistieron a la Escuela Preparatoria Jefferson. Pero al prepararnos para la escuela secundaria, el distrito escolar envió a los estudiantes hispanos a una escuela al otro de la calle Fort, la frontera de facto entre los barrios puertorriqueños y negros. Eso hizo muy difícil mantener el vínculo con uno de mis mejores amigos. Nada de esta segregación fue accidental. La clase dominante tenía miedo.
En el comunismo, no tendremos miedo de la unidad de la clase trabajadora. Será un pilar de nuestra sociedad. Las escuelas, los trabajos y barrios estarán integrados.
El trabajo mental y manual también se fusionarán. Los obreros enseñarán a los estudiantes la teoría detrás de la fabricación de automóviles y los recursos mineros. Muchos idiomas serán enseñados por todos a todos.
Comunismo: a cada uno según su necesidad
Algunas pequeñas empresas pusieron “Hermano del Alma” en sus ventanas (o sea que pertenecía a negros) para evitar ser quemados. Generalmente no funcionó. Una vez comenzando los incendios, todo la cuadra ardía.
Inmediatamente, los grandes almacenes y supermercados aumentaron los precios. Algunos trabajadores transportaron comida gratis al vecindario. Los camiones tenían carteles que decían: “Dile al BODEGUERO QUE SE VAYA AL CARAJO”.
Justo después de que la rebelión fuera aplastada, los policías registraron los Proyectos Jeffries. Confiscaron todas las cosas nuevas, asumiendo que uno las había saqueado. En el comunismo, no tendremos policías para proteger la propiedad privada. ¡No habrá policía para aterrorizar y brutalizar a las masas!
Había un almacén de una tienda grande cerca donde vivía. La gente entró a fuerza para llevarse electrodomésticos y artículos para el hogar. Eso no sucederá en el comunismo porque los almacenes sólo serán para distribuir lo que la clase trabajadora necesita.
En 1967, ese almacén era propiedad de una empresa. Las necesidades estaban destinadas a la venta. El comunismo no producirá cosas para la venta, sino para satisfacer la necesidad. ¡No habrá necesidad de tomar lo que ya es tuyo y de tus vecinos!
Hoy día, cincuenta años después, Detroit es una tierra baldía para los obreros automotrices negros y otros de la clase obrera. ¿Cómo pudieron haber destruido las vidas de toda una ciudad? Para esa pregunta si tengo una respuesta: el capitalismo. Pero me enfurece.
Para colmo de males, los medios de comunicación capitalistas están alborotados con la “Revitalización del Centro de Detroit”. Está supuesto a ser el lugar de “moda” para los intelectuales y bohemios.
Mi hermano fue uno de los “afortunados”. Después de cuatro décadas de superexplotación racista en la Ford, logró ahorrar un poco de dinero. Quería comprar una parcela de tierra en el centro de la ciudad hace algunos años cuando los precios eran baratos.
El asesor del condado de Wayne, Carl Mathews, le dijo descaradamente que no podía. El capitalista inversionista Dan Gilbert, dueño del equipo de baloncesto Cleveland Cavaliers y Quicken Loans (Negocio de préstamos), tenía el área reservada para él. Ahora está sacando miles de millones de dólares construyendo oficinas corporativas y condominios y apartamentos de lujo. ¡Los obreros que construyeron “Cuidad del Automóvil” han sido dejados en la calle!
El comunismo acabará con la especulación inmobiliaria. Nadie será dueño de tierra. La vivienda será colectiva. Igual serán las fábricas y los edificios necesarios para que la clase obrera pueda dirigir colectivamente la sociedad. No más hipotecas. No bancos. No Préstamos. No Cavaliers. Y no más corporaciones con oficinas lujosas.
No hay excusa alguna —si jamás la hubo — para luchar por algo menos que no sea el comunismo. Células comunistas en las áreas claves de la industria y el ejército son más importantes que nunca, y más posibles. Aquí yace la victoria que los rebeldes de Detroit se merecen.
Las Rebeliones Anti-racistas se Propagan a las Tropas de EEUU
Varias divisiones de la 82da División Aerotransportada del ejército de EEUU fueron desviadas a la rebelión de Detroit de su despliegue programado en Vietnam. En 18 meses, todas las grandes ciudades de EE.UU. estallaron en revueltas antirracista. Miles de soldados estadounidenses se rebelaron, rechazando dar servicio anti- disturbios.
Cuando escuché el recuerdo de mi amigo acerca de la rebelión de Detroit, me recordó cuando el ejército comenzó a entrenarnos para dar servicio antidisturbios en el otoño del 71. El oficial a cargo empezó advirtiéndonos que debemos tener cuidado con los estudiantes y los gángsters que “se amotinaron”.
Le hice preguntas. Le mencioné que los rebeldes de Detroit eran obreros automotrices empleados o desempleados según la reciente edición de la revista Scientific American.
Sin saberlo, los oficiales habían preparado algunos soldados derechistas para confrontarme. Uno de estos derechistas se puso de pie y me gritó, “Cállate”.
“¡Hazlo que se calle!” replicó uno de mis amigos.
Se oyó el ruido del metal de las sillas plegables al estas caer al suelo y los soldados dividirse. Nosotros mismos estábamos al borde de un motín. Los oficiales se asustaron. Junto con la Policía Militar, nos ordenaron regresar a nuestros barracones.
Los oficiales nunca nos llamaron para dar servicio antidisturbios porque no podían confiar que nosotros hiciéramos su trabajo sucio. Eventualmente miles de soldados en mi base se rebelaron contra el racismo del ejército y la guerra racista de Vietnam. Unos se unieron al Partido comunista que estábamos construyendo en ese entonces y el cual luchaba por el socialismo (no el comunismo). Pudiéramos haber hecho mucho más con un Partido como el PCOI que moviliza directamente para el comunismo. Lo haremos.
Otro obrero de Boeing