“Qué bueno que los trabajadores se levantan y luchan”, dijo una obrera oriunda de Costa Rica y ahora viviendo y trabajando en Los Ángeles. Ella se refería a la huelga general en Costa Rica que ya lleva casi un mes.
Los trabajadores y empleados públicos están protestando la nueva reforma fiscal, que es un ataque más que todo a la canasta básica del capitalismo.
“Vengo de caminar 5 kilómetros, apoyando la huelga”, dijo un lector de Bandera Roja, viviendo en Costa Rica. Miles de trabajadores, maestros, campesinos, estudiantes y otros, han salido a las calles en apoyo a la huelga. Ha sido una efervescencia de actividades grandes y pequeñas.
La crisis mundial del capitalismo ha hecho que los gobiernos grandes y pequeños, para seguir funcionando, tengan que apretar más el cuello de los trabajadores para que paguen más y reciban menos en cuestiones de impuestos.
Pero el ataque más feroz del capitalismo es la explotación, el trabajo asalariado. Donde los trabajadores producen todo y todo se lo llevan los capitalistas, dejándole a los trabajadores solo lo suficiente para que agarren fuerza y puedan regresar a trabajar el siguiente día. En un mundo comunista los trabajadores produciremos para satisfacer las necesidades de los mismos trabajadores y no para las ganancias de los patrones.
Los líderes sindicales han jugado el papel de protectores del capital. Aunque llamaron a la huelga general, desde el principio empujaron la idea dañina del patriotismo, nacionalismo y confianza en las leyes y el Estado.
Ellos han empujado la idea de que el presidente de Costa Rica, Carlos Alvarado, es el responsable. Pero la verdad que Alvarado y su gobierno son solo los verdugos en turno, poniendo en la práctica las ordenes de los patrones y los grandes bancos internacionales.
El pasado viernes 5 de octubre, los diputados votaron en favor de la reforma fiscal, para convertirla en ley. Alejando aún más la posibilidad de revertir la propuesta de la reforma.
La policía desató un ataque violento en contra las manifestaciones, golpeando y arrestando manifestantes. Al igual que parando, deteniendo y confiscando autobuses, que transportaban trabajadores que se dirigían a las marchas.
El gobierno a través de las cortes amenazó con despedir a miles de trabajadores de hospitales y declaró ilegal la huelga. Esto hizo que muchos trabajadores después de un mes sin salario y bajo amenaza de despido regresaran a trabajar, debilitando la huelga.
Ahora la ley va a la Corte Suprema para su aprobación final. Los líderes sindicales están pidiendo defender la “autonomía” de la corte, creando la ilusión de depender en las instituciones del capitalismo.
Esto nos muestra claramente que la lucha por la reforma es un callejón sin salida. Depender de los líderes sindicales es ponernos la soga al cuello.
La lucha de la clase trabajadora en Costa Rica y a nivel mundial debe ser la lucha por un mundo comunista. Un mundo sin explotación, sin trabajo asalariado. Es urgente que los lectores de
Bandera Roja en Costa Rica doblen sus esfuerzos en crear grupos de discusión y distribución del periódico.
Con la obrera mencionada al principio, hemos tenido muchas discusiones y sus dudas sobre esta lucha y la lucha por el comunismo. Ella es parte de un colectivo de discusión comunista y participa en la distribución de Bandera Roja en una fábrica de costura en Los Ángeles, USA. Cada lucha, grande o pequeña debe ser un campo de batalla entre las ideas comunistas y las capitalistas.