Recientemente, la administración Trump anunció nuevos aranceles (impuestos de importación que elevan los precios) sobre el acero y aluminio, y unos no especificados sobre importaciones procedentes de China. Estos impuestos agudizarán los conflictos entre los capitalistas de EE. UU. y los de muchos otros países, quienes responderán similarmente.
Como usualmente lo hacen, los politiqueros afirman que estos impuestos crearan nuevos empleos en EE.UU. Esto es una mentira. Aranceles similares en 2002 eliminaron más de cien mil empleos en EE.UU., porque las industrias estadounidenses, como la automotriz y la aeroespacial, tuvieron que pagar costos más altos por sus materias.
Intensas luchas comerciales son comunes en el capitalismo. Pueden conducir a guerras reales. Bajo el comunismo, conflictos como este nunca se darán.
En el comunismo, no habrá comercio. No habrá naciones, ni nacionalismo ni patriotismo. Nada será producido para venderse. Todo se producirá colectivamente donde sea mejor producirse y se enviará a donde la gente lo necesite. Compartir, no intercambiar algo por otra cosa, será la base de la economía mundial.
Bajo el capitalismo, sin embargo, maximizar las ganancias es lo que determina todo. Desde los1980s hasta hace unos 10 años, las exportaciones e importaciones se expandían rápidamente, cerca del 6% anual, creciendo más rápidamente que la economía mundial en su conjunto. Los capitalistas aumentan su tasa de ganancias explotando a los trabajadores más intensamente.
La tasa de ganancia capitalista alcanzo su máximo crecimiento a finales de los 1990s, y se firmaron varios acuerdos comerciales para reducir los aranceles y resolver disputas. Esta era la era de rápida globalización. Las grandes potencias capitalistas acogieron el “libre comercio” – es decir, aranceles bajos.
Desde la “Gran Recesión” de 2007-2009, el crecimiento del comercio mundial se ha desacelerado mucho. El comercio mundial solo está creciendo cerca del 3% anual y la tasa de ganancias corporativas de EE. UU. ha estado decayendo.
Solo cerca del 12% de las ganancias corporativas de EE. UU. es debido al comercio exterior, pero los rivales de los capitalistas estadounidenses están a la espera de grandes ganancias comerciales. La Unión Europea tiene una participación mucho mayor en el comercio mundial que EE. UU. y su comercio crece más rápidamente.
El comercio actual de China es menor que el comercio de EE.UU., pero China está haciendo inversiones enormes en transportación en muchos países. Su proyecto Un Cinturón, Una Ruta planifica enormes gastos en infraestructura del transporte terrestre y marítimo que aumentará su comercio con el sur de Asia, Europa y África. China tiene ahora una fuerza laboral más que el doble del tamaño combinado de Estados Unidos y la Unión Europea y su economía está creciendo más rápidamente.
El libre comercio funciona para los Estados capitalistas nacionales cuando las tasas de ganancia de los capitalistas están subiendo y todos los grandes jugadores pueden sacar ganancias de un pastel más grande, aun cuando el pastel se corte muy desigualmente. Entonces la globalización se ve bien. La economía capitalista más poderosa será la defensora más acérrima del “libre comercio”.
Sin embargo, EE.UU. es ahora una potencia en declive en relación al capitalismo mundial. Los capitalistas rivales han crecido más. China está en auge, aumentando su poder económico y militar. Aunque el “libre comercio” sigue siendo la ideología dominante en las grandes potencias capitalistas, la visión opuesta, llamada “proteccionismo”, está creciendo.
La administración de Trump está aumentando los aranceles y amenazando con abolir viejos acuerdos comerciales como el TLCAN, incluso si esto significa agudizar las contradicciones contra viejos aliados y con China. Esta es la estrategia desesperada de una potencia en declive tratando de parar su declive. Lo mismo podría decirse de “Brexit” en el Reino Unido.
Las expresiones políticas de esta estrategia son el nacionalismo y el populismo, las falsas ideas de que las miserias del sistema capitalista en cada país se deben a los inmigrantes y las potencias extranjeras. La campaña de Trump y los movimientos de derecha en el Reino Unido, Francia, Italia y otros países se basan en la gran mentira de que el racismo y los ataques a los inmigrantes benefician a la clase trabajadora.
Estos movimientos son las primeras etapas de un fascismo total. Los trabajadores que son engañados por ellos les ayudan a los capitalistas en decadencia aumentar sus ganancias, aumentando la explotación de toda la clase obrera.
Muchos gobiernos todavía están tratando de reducir las barreras comerciales. La Unión Europea completó acuerdos de libre comercio con Canadá y Japón a fines del año pasado. Japón, Canadá, Australia, Nueva Zelanda, México, Malasia, Vietnam, Perú, Chile, Brunei y Singapur han ratificado el acuerdo de Asociación Transpacífica sin EE. UU.
En EE.UU., sin embargo, algunos economistas importantes ven que la globalización ha terminado. Están respaldando las políticas de aranceles altos. Demócratas liberales como Bernie Sanders apoyan el proteccionismo de Trump.
Con o sin proteccionismo, EE. UU. no puede evitar que siga declinando. La experiencia del siglo 20 de dos guerras mundiales muestra lo que viene a continuación. Las potencias en ascenso demandan más y las potencias en declive no quieren ceder. Los resultados no son solo guerras comerciales sino grandes guerras con balas. (ver articulo Pág. 6)
La marcha hacia la guerra y el fascismo solo puede ser detenida destruyendo el capitalismo mediante la revolución comunista. Únete al PCOI y ayúdanos a hacerlo.