Cartas, Vol 9, #10

México: Política Sindical y Corrupción: Maestros Necesitan Comunismo, No Sindicatos

En una reunión reciente, un maestro preguntó, ¿Y que piensan en el PCOI de la Reforma Educativa? En el Sindicato del Colegio de Bachilleres dijeron que ya no podía hacerse algo contra ella, que ya era un decreto. Ahora han empezado a intentar algo pero al parecer sólo para no perder el control sobre los maestros y sus cuotas.

¡Oh! la alianza del SNTE (sindicato de maestros) con José A. Meade fue catastrófica, perdieron el control del voto corporativo que en los gobiernos del PRI y del PAN les permitió negociar posiciones políticas y obtener en la actual administración prebendas millonarias para promover la reforma educativa; a Juan Díaz de la Torre (su presidente) se le fue de las manos la diputación federal plurinominal y deja al Partido Nueva Alianza, al punto de perder su registro al no cumplir con el mínimo porcentaje de la votación nacional para sostenerlo.

Para los trabajadores de la educación, el SNTE continúa como sindicato patronal, sin legitimidad ni autoridad moral para representarlos ante el nuevo gobierno. Es parte de la corrupción que nunca se fue cuando Peña Nieto prometió recuperar la rectoría del Estado sobre la educación; se mantuvieron vendiendo contratos laborales, cobrando porcentajes en la gestión de créditos, ejerciendo presupuestos millonarios otorgados por Aurelio Nuño para supuestamente capacitar a los docentes, actuando como sicarios y golpeadores en las secciones sindicales donde se intentó elegir representaciones democráticas y, por supuesto, como mapaches electorales.

Los maestros necesitamos organizarnos en Partido, no en sindicatos, ingresar al PCOI! Las declaraciones apartidistas de la CNTE como movimiento nacional, sus cuestionamientos a las alianzas de “Juntos Haremos Historia” con uno de los grupos identificados con Elba Esther Gordillo, a la designación de Esteban Moctezuma en la cabeza de la próxima Secretaría de Educación, así como a la ambigüedad de la propuesta educativa, que por una parte promete cancelar la reforma y por otra propone elementos que la refuerzan, le dan continuidad o simplemente no la toca por completo, hace de esta organización un grupo que fungirá como contrapeso a las posiciones y grupos de derecha en el nuevo gobierno, que no se irán con el régimen priísta.

Sin embargo, promover el apartidismo y el nacionalismo desarma a la clase trabajadora y la deja a merced de los capitalistas, necesitamos organizarnos en Partido Comunista Obrero Internacional.

El acuerdo con la oligarquía económica es: transferirle recursos públicos mediante becas de aprendiz a los jóvenes en las empresas privadas. El triunfo de AMLO no es de la clase trabajadora es la disputa por la hegemonía del poder, la burguesía no se ha ido, está dejando a sus personeros en las instituciones educativas y magisteriales para garantizar la continuidad de la oligarquía.

La Guerra Mundial Imperialista es Inevitable

El artículo en la última edición de Bandera Roja, “Guerras Comerciales, Crisis Capitalistas de Sobreproducción” deja la puerta abierta a una mala y peligrosa interpretación.

Cita a un comentarista que dice, que de dieciséis casos en los que una potencia en ascenso amenazaba con derrocar a una potencia predominante, 12 terminaron en guerra.

Esto podría llevar a los lectores a pensar que la ascendente potencia de hoy, China, podría desplazar a Estados Unidos en declive sin recurrir a la guerra.

Como dijo Lenin, las potencias imperialistas ya se habían repartido por completo el mundo para fines del siglo 19. Cualquier redistribución para acomodar una potencia en ascenso requiere una guerra mundial.

El comentarista, Graham Allison, cita cuatro casos en los que la rivalidad imperialista supuestamente no terminó en guerra. Dos de estos son falsos. En cuanto a los otros dos:

A principios del siglo 20, EE. UU. y Alemania estaban surgiendo para desafiar el dominio de Inglaterra. Allison dice que no hubo “guerra” entre Inglaterra y EE. UU. Inglaterra vio a Alemania como una amenaza más eminente y le declaró la guerra a Alemania, comenzando la Primera Guerra Mundial. Estados Unidos entró en la guerra y fue el principal beneficiario imperialista. Sin embargo, fue necesaria una segunda Guerra Mundial para ponerle fin al dominio mundial británico y para que EE. UU. tomara su lugar.

Durante la Guerra Fría (1940-1980), la Unión Soviética surgió desafiando el dominio mundial estadounidense. Sin embargo, la Unión Soviética nunca amenazó económicamente a EE. UU. Su impulso fue ideológico y peleo contra los EE. UU. por esferas de influencia mediante terceros. Sin embargo, el Campo Socialista – Unión Soviética, China, Europa Oriental, etc. – estaba excluido del mercado capitalista mundial. Esto impidió la expansión del capitalismo occidental, que se estaba ahogando en una grave crisis de sobreproducción. La apertura de China a las inversiones occidentales liberó la presión, eliminando la necesidad urgente de guerra.

Allison advierte: “La guerra entre Estados Unidos y China en las próximas décadas no solo es posible, sino que es mucho más probable de lo que se reconoce en este momento. De hecho, a juzgar por el registro histórico, la guerra es más probable que no. … El desafío geoestratégico preeminente de esta era no son los extremistas islámicos violentos o una Rusia resurgente. Es el impacto que la ascendencia de China tendrá en el orden internacional liderado por EE. UU. “

El no suaviza la posibilidad de guerra y nosotros no deberíamos suavizar la inevitabilidad de la guerra mundial. Creo que el artículo de Bandera Roja hace eso cuando discute las crisis capitalistas de sobreproducción.

Esta crisis, afirma, “agudiza la competencia ya que los capitalistas luchan por ampliar su cuota del mercado”. Pero no dice que una crisis capitalista de sobreproducción, con su desarrollo desigual, inevitablemente lleva a la guerra, y en la época del imperialismo, a las guerras mundiales.

También dice: “En otras ocasiones, sin embargo, la sobreproducción conduce al crecimiento capitalista”. Tal vez. Pero hoy en día, el crecimiento (como Una Faja, Una Ruta de China) significa quitarle cuota de mercado a EE. UU. Es decir, en la crisis actual, el crecimiento acelera la guerra.

Además, las leyes que rigen el desarrollo del capitalismo dictan que en alguna etapa de la crisis de sobreproducción es necesario destruir las fuerzas productivas sobrantes, incluidos los trabajadores, para que el capitalismo pueda reconstruirse a sí mismo y restablecer una “saludable” tasa de ganancias. El mejor vehículo capitalista para esto es la guerra mundial. Nosotros y las masas debemos estar atentos a los peligros y oportunidades de la guerra mundial.

Un camarada

Primera página de esta edición

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