Un Siglo de Xenofobia Armada

Es Hora de Soluciones Comunistas, No de Esperanzas Vagas

“Me da rabia cada vez que escucho lo que sucede en la frontera”, dijo un amigo en Boeing que lucha activamente contra los ataques anti- inmigrantes.

Está leyendo dos libros recientes: The Guarded Gate (El Portón Vigilado), de Daniel Okrent, y Superior: The Return of Race Science (Superior: El Retorno de la Ciencia de Raza), de Ángela Sarini. La primera comienza a fines del siglo XIX y finaliza en 1965. Superior nos pone al día.

Ambos exigen que enfrentemos la relación irreversible del racismo y la xenofobia. Exponen el papel venenoso de la ciencia racial capitalista en la construcción del fascismo antiinmigrante.

Señalan, de paso, cómo la clase dominante utilizó la xenofobia para construir el anticomunismo. Como es de esperar, no consideran cómo el comunismo eliminará estas combinaciones letales. Para eso, tendrás que recurrir a Bandera Roja y al folleto de la crisis migratoria del PCOI.

Gate y Superior nos dejan con vacías declaraciones de esperanza. Pero movilizar para el comunismo a las masas ya activas ofrece soluciones reales.

Histeria Racista y Restricción de Inmigración

Durante décadas, la clase dominante estadounidense construyó la histeria racista, que culminó con la Ley de Inmigración de 1924. Esta ley prácticamente prohibió la entrada a los inmigrantes del sudeste de Europa.

Gate traza el movimiento eugenésico que dividió a Europa en tres “razas”. Los peores fueron los del mediterráneo “más chaparros, pigmentados más oscuros y mercuriales” (como los italianos y judíos. Estos supuestamente eran “propensos a hurtos, secuestros, asaltos, asesinatos y violaciones”. Durante décadas, el Instituto Carnegie financió el centro de investigación Cold Spring Harbor para probar “científicamente” esto.

La orgía de xenofobia racista continuó después de 1924. John Trevor, de Harvard, utilizando el dinero de Rockefeller, presionó para que se aplicaran más restricciones. Formó coaliciones “para salvar la Ley de Inmigración” y luchar contra “pacifistas y comunistas”.

Los paralelos están a nuestro alrededor hoy. Trump usa la misma retórica.

El mes pasado, la profesora de derecho de la Universidad de Pensilvania, Amy Wax, promovió una política de inmigración que favorece a los inmigrantes de países occidentales sobre los no occidentales. “Nuestro país estará mejor con más blancos y con menos no blancos”, aclaró.

El decano de esta prestigiosa escuela le quitó sus responsabilidades. Pero, citando “libertad académica” y “titularidad” (empleo de por vida), se niega a despedirla. (Ver recuadro de historia)

Gate termina supuestamente con una nota esperanzadora: la promulgación de la Ley de Inmigración y Nacionalidad de 1965. Los politiquearos anunciaron el fin de los malos viejos tiempos de la xenofobia sobrealimentada del racismo. ¡Pero estaban tan equivocados!

La Ciencia de Raza Nunca Desapareció

“¡Nunca termina!”, respondió nuestro amigo en Boeing, basado en sus décadas de lucha contra el racismo y la xenofobia.

Según Superior, la ciencia de raza nunca desapareció. Se fue a la clandestinidad. Protegidos por universidades y financiados por capitalistas ricos, los científicos de raza persistieron.

Algunos genetistas que nunca se considerarían racistas hablan de poblaciones, no de razas. La palabra “raza” puede ser impopular, pero la genética de la población puede servir para el mismo propósito. Saini cree que “los científicos están atrapados por las categorías que usan”.

Superior cubre la casta en India, los movimientos xenófobos en Europa y EE. UU. Y el auge de la ciencia de raza en China. Nuevamente, el racismo y la xenofobia están irreversiblemente entrelazados. Es ridículo argumentar, como lo hizo recientemente un columnista del New York Times, que “las restricciones de inmigración no son inherentemente racistas”.

Saini afirma que “el racismo intelectual siempre ha existido… Sigue siendo la semilla tóxica en el corazón de la academia. Por muy muerto que creas que está, solo necesita un poco de agua y ahora está lloviendo”.

Pero también ella dice que algunos “seguirán buscando teorías más frescas y más elaboradas [racistas y xenófobas] cuando las viejas fracasen… Bueno, sigan buscando… Algún día no habrá nada que buscar”.

¿Qué lleva a esta aparente contradicción? Superior llama a la ciencia racial mala ciencia o pseudociencia, no ciencia capitalista.

Saini concluye: “Desmantelar el edificio de la raza es más que simplemente modificar el lenguaje, se trata fundamentalmente de reescribir la forma en que pensamos sobre las diferencias humanas”. Pero se requerirá mucho más que escribir y pensar.

En Busca de Respuestas Comunistas

El capitalismo tiene que dividir a las personas por sexo, raza y nacionalidad. Bajo el capitalismo, la ciencia es una pieza más en el sangriento juego de dividir y debilitar a la clase obrera.

Solo la ciencia comunista puede “resistir el impulso de agrupar a las personas” según el sexo, la raza y la nacionalidad. El comunismo organiza una cultura colectiva apoyada por el trabajo colectivo. No hay lugar para sexismo, racismo y nacionalismo.

Hace una década, un camarada luchó para que el sindicato tomara una posición contra la xenofobia. Nuestro amigo lo defendió. El camarada “estaba tratando de hacer lo correcto”, dijo a los funcionarios sindicales anticomunistas.

Hoy, nuestro amigo también quiere defender el comunismo. Conoce a cientos de estudiantes de secundaria y a sus familias que provienen de todo el mundo. Él y otros compañeros están en posiciones ideales para construir la solidaridad internacional.

En las universidades y escuelas secundarias, en las fábricas y en las calles, podemos reclutar a los nuevos comunistas que necesitamos para terminar finalmente con la xenofobia armada. Las movilizadas masas encontrarán y lucharán por soluciones comunistas.

Más de Cien Años de Universidades Elites y Racistas Xenófobos

Los racistas académicos están saliendo nuevamente de la cloaca.

El mes pasado, la profesora de derecho de la Universidad de Pensilvania, Amy Wax, afirmó que los inmigrantes no occidentales son ruidosos y generan demasiada basura. Por eso favorece la inmigración de países occidentales en vez de los no occidentales. Ella quiere “más blancos y menos no blancos”. Sostiene que esto no es ser racista porque su problema con los inmigrantes no blancos es cultural, no biológico.

Más de mil estudiantes universitarios y ex alumnos firmaron una petición redactada por la Asociación de Estudiantes de Derecho Latinx de Penn. Miles están demandando que Penn la despida.

El decano de la Facultad de Derecho condenó sus comentarios, pero no la despedirá. Las excusas habituales llenan el aire: libertad académica y la titularidad.

La primera gran campaña estadounidense para la libertad y la titularidad académicas se organizó para proteger al racista y xenófobo profesor de Stanford, Edward Ross.

En 1900, Ross criticó al Ferrocarril del Pacífico Central por contratar “mano de obra culí” (palabra despectiva para chinos)”. Su ataque contra los trabajadores chinos se basó en la teoría del “suicidio racial”. Fue uno de los primeros en dar credenciales académicas a la idea de que la “raza” blanca seria contaminada por la afluencia de inmigrantes no blancos.

Leland Stanford – con cuya fortuna se fundó la universidad Stanford – administraba el ferrocarril. Hizo su fortuna super-explotando la mano de obra china.

Su viuda, Jane Stanford, puso el grito en el cielo. Ross renunció. El incidente contribuyó a la formación de la Asociación Americana de Profesores Universitarios y su demanda característica: libertad académica.

En el comunismo, la batalla por las ideas tendrá lugar dentro de la lucha por construir relaciones sociales y de producción comunistas. Las universidades, divorciadas de la lucha de las masas por construir este nuevo mundo, dejarán de existir. Esta lucha finalmente pondrá fin a los racistas y xenófobos académicos. Cuanto antes mejor.

Ver nuestro folleto sobre Educación Comunista en: icwpredflag.org/eps.pdf

 

2014—Mujeres en Perú protestan en contra de su esterilización forzada bajo el programa de “Salud Pública” del corrupto y asesino Fujimori, apoyado por la organización estadounidense USAID. Decenas de miles (posible cientos de miles) muchas de ellas mujeres indígenas fueron forzadas y engañadas para que tuvieran una cirugía de esterilización entre 1995 y el 2000. Un recuento completo de estos crímenes no ha sido llevado a cabo.

Primera página de esta edición

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