12 de mayo: Al cierre de esta edición de Bandera Roja, las Naciones Unidas advierten que la escalada del conflicto entre Hamás e Israel podría llevar a una guerra total. Pero los medios de comunicación imperialistas estadounidenses y británicos están distorsionando la realidad. La verdadera historia es la escalada de ataques de Israel contra los palestinos.
Desde abril, el ejército israelí ha estado desalojando familias del barrio históricamente palestino de Sheikh Jarrah, en el este de Jerusalén. Todo porque un grupo de colonos con sede en Estados Unidos quiere sus casas para construir más asentamientos judíos, ilegales según el derecho internacional.
Las familias que se enfrentan al desalojo movilizaron a sus partidarios, especialmente a los jóvenes, en toda Jerusalén y en otras veinte ciudades. Muchos palestinos condujeron durante horas para unirse a las ocupaciones en Jerusalén. Organizaron marchas de solidaridad por todo Israel-Palestina.
El ejército israelí atacó estas protestas con porras, «agua hedionda» y caballos. El 22 de abril, jóvenes armados del grupo fascista israelí Lehava marcharon por la Jerusalén palestina al grito de «Muerte a los árabes».
Las fuerzas israelíes prohibieron a los palestinos reunirse en espacios públicos. La Ciudad Vieja de Jerusalén se convirtió en un campo de batalla diario. Las tropas israelíes atacaron a los manifestantes palestinos, hiriendo a cientos y matando a muchos. Las protestas aumentaron.
Entonces las tropas israelíes invadieron la mezquita de Al-Aqsa, el tercer lugar más sagrado de los musulmanes. Atacaron a los fieles del Ramadán, los cuales se defendieron.
Autobuses llenos de palestinos convergieron en Jerusalén para rezar en Al-Aqsa en solidaridad. Cuando la policía israelí les bloqueó, muchos continuaron a pie. Caravanas de coches procedentes de Jerusalén vinieron a recogerlos. Mientras tanto, los manifestantes cerraron la principal autopista entre Tel Aviv y Jerusalén.
Entonces Hamás (con sede en Gaza) y el ejército israelí comenzaron a intercambiar disparos de cohetes y ataques aéreos. En este conflicto desigual han muerto diez veces más palestinos que israelíes.
Esta es una lucha por la supervivencia de las masas palestinas.
La mayoría de los palestinos, especialmente en Jerusalén, no tienen lealtad a Hamás, Fatah o la Autoridad Palestina. Muchos jóvenes manifestantes son nuevos en la lucha. Están formando redes y conexiones en lugares donde no ha habido protestas organizadas durante décadas.
Debería estar claro que hay cero posibilidades de una «solución de dos estados» en la que un Israel judío coexista con una Palestina independiente. Hay cero posibilidades de que Israel sea, o se convierta, en un «Estado judío democrático» (sea lo que sea).
Un corresponsal palestino de Al-Jazeera se lamentaba de que en Jerusalén no hay «un liderazgo palestino que pueda calmar la ira y abordar las preocupaciones locales». La ira está justificada, las preocupaciones son globales además de locales.
La codicia, la brutalidad y el fanatismo institucionalizados del capitalismo fascista israelí y sus patrocinadores imperialistas han dejado a las masas palestinas (y a los judíos antifascistas) una única opción. La lucha contra el apartheid israelí debe convertirse en una lucha revolucionaria por el comunismo. Y con ella, el fin de todos los nacionalismos y todas las fronteras.
En especial, invitamos a los emergentes jóvenes líderes populares palestinos, especialmente, a unirse y construir el Partido Comunista Obrero Internacional.