“La pobreza es la causante de todo esto”, comentó un obrero de Boeing. Nacida en Francia, ella ayudó a un grupo de nosotros en EE.UU. a tratar de entender lo que estaba sucediendo después del ataque terrorista Francés y la manifestación de unidad nacional. Muchos trabajadores, familiarizados personalmente con la pobreza, tendían a estar de acuerdo.
Las oficinas de Charlie Hebdo se encuentran en una zona agradable de París, con el ambiente aburguesado de ciertos sectores de muchas ciudades, una mezcla de trabajadores y bohemios, tiendas tradicionales y bistros (restaurantes caros) de moda. Como el resto de la parte central de París, sus residentes son mayormente blancos y relativamente prósperos.
También es muy diferente a lo que podríamos llamar el verdadero París: un donut de banlieues (suburbios), en las afueras de la carretera de circunvalación periférica, donde vive el ochenta por ciento de los parisinos. Aquí, el racismo capitalista allana el camino para atacar a todos los trabajadores franceses, como lo hace en todo el mundo.
Por ejemplo, Sevran es uno de los lugares más pobres de Francia, al noreste de la circunvalación de París. La tasa de desempleo es del 18%, y más del 40% entre los jóvenes. Treinta y nueve por ciento vive debajo del umbral oficial de pobreza, en realidad, muchos más bajo usando cualquier criterio razonable. En lugares como este, el desempleo es por lo menos el doble del promedio nacional.
Más de la mitad de los residentes son inmigrantes, principalmente de excolonias francesas como Argelia, Marruecos, África subsahariana y del sudeste de Asia. Ahora, se les ha unido los mas recientes llegados de España e Italia, países en crisis. Más de 70 nacionalidades y diferentes religiones, se agolpan en Sevran.
Estos banlieues (suburbios) hicieron erupción en 1981 y 2005. Los rebeldes quemaron cientos de coches y el entonces presidente Nicolás Sarkozy amenazó con limpiar la zona con una manguera de alta presión.
Después de tres semanas de rebelión que terminó en un estado de sitio impuesto por el gobierno, se habló de un “plan Marshall (ayuda económica)” para reconstruir los suburbios. El primer ministro Jean-Marc Ayrault, visitó recientemente el Clichy-sous-Bois, donde comenzó la rebelión, para anunciar otro plan de 27 puntos, pero sin dinero en efectivo.
A pesar de todos los planes, las condiciones en estas “zonas urbanas sensibles” sólo han empeorado. De 2008 a 2012, la diferencia entre las tasas de desempleo en estas zonas y sus alrededores se ha ampliado.
Racismo similar a este existe en varias otras ciudades francesas, como Nantes y Toulouse. Esta última es notable porque allí esta ubicado Airbus, el segundo fabricante de aviones comerciales más grande del mundo.
Ya se trate de las banlieues en Francia, los municipios irregulares en Sudáfrica, las favelas en Brasil o los barrios pobres de EE.UU., donde el capitalismo alza su horripilante cabeza, la historia es la misma. El capitalismo no puede sobrevivir sin la opresión racista.
“La clave yace en ver a estos trabajadores (que sufren la súper-explotación y opresión racistas) no como simple víctimas, sino como los arquitectos potenciales de la historia”, argumentaron los miembros y amigos del PCOI en el grupo. “Si nuestro objetivo es movilizar a las masas para el comunismo, entonces un gran número de obreros en los vecindarios necesitan tener una perspectiva comunista. Eso puede transformar la lucha de rebelión a revolución”.
Es por eso que Bandera Roja, aunque opuesto a toda religión, nunca publicaría algo que gratuitamente insulte o ridiculice las creencias religiosas de los trabajadores. Esa no es manera de convencer a esos trabajadores para que provean el liderazgo que necesitamos para toda la clase obrera. Muchos comunistas del PCOI tienen con trabajadores de muchas creencias religiosas estrechos lazos amistosos, indispensables para ganarlos a la revolución comunista.
La unidad entre los más explotados y los soldados nos pone en ruta hacia la revolución
Esta discusión luego giró hacia los soldados. Muchos en Boeing son veteranos. Este grupo sabía de nuestro trabajo organizando resistencia y rebeliones antirracistas y antiimperialistas durante la Guerra de Vietnam.
“¿Cómo mantuvieron la unidad necesaria para desafiar la jerarquía militar cuando los oficiales harían todo por deshacer eso?” otro obrero quería saber. “Nos explicaste que, durante la Primera Guerra Mundial, los generales voltearon la artillería contra sus propias tropas cuando estas confraternizaron con el ‘enemigo’”.
Describimos como llevamos acabo una lucha ideológica masiva durante seis meses antes de poder liderar una serie de rebeliones en Ft. Lewis (ahora Base Conjunta Lewis-McChord). Escribimos y discutimos cómo el racismo nos afecta, porque necesitamos la unidad antirracista para luchar contra la jerarquía militar y sus amos imperialistas. Desenmascaramos prácticas racistas particulares y cómo la revolución finalmente acabará con el racismo y las fuerzas armadas de los capitalistas.
Hemos aprendido desde entonces que tenemos que movilizar a las masas directamente por el comunismo porque sólo el comunismo puede acabar con el racismo y la guerra imperialista.
“La clave aquí, una vez más, es ver a los soldados no simplemente como carne de cañón de los imperialistas, sino como arquitectos potenciales de la historia”, concluyó nuestro camarada.
Los patrones han creado estos enormes sitios de superexplotación racista en todos los rincones del mundo. Tienen razones para temer a los residentes de estos barrios pobres: no porque la pobreza engendrar unos pocos terroristas, sino porque estos suburbios (banlieues) pueden convertirse en el albergue de muchos líderes de la movilización de masas para la revolución comunista.
Ese es el significado práctico del estribillo “Los nada de hoy, todo han de ser “ que cantamos cuando entonamos “La Internacional”.